El mundo en la actualidad destaca por estar encallado en la descentralización del poder mundial, donde no hay una o varias entidades hegemónicas que puedan mantener un control sobre los destinos del mundo y, por el contrario, el caos y la división toma fuerza, incluso con la asimetría que conllevan los conflictos modernos, en medio de guerras de cuarta y quinta generación debido a la influencia tecnológica, la condición de «aliados» se pone entredicho y la imagen de los enemigos se hace difusa a través de las líneas fronterizas cada vez menos funcionales para detener ataques de la nueva generación desde el campo de la virtualidad.
Tal y como menciona Rubén Alcides para el Instituto de Estudios Estratégicos y de Relaciones Internacionales en la Argentina (IEERI) acerca de la falta de un poder dominante y lo que esto conlleva:
Un mundo sin poder, o si se quiere sin la hegemonía de los Estados Unidos, puede llegar a significar una verdadera nueva era de anarquía. Las características de esta era se insinúan en forma destacada, un imperio en declive, intensificación de fanatismos religiosos, pandemias incontrolables en ciertas regiones del planeta, tecnologías sensitivas de destrucción masiva en manos de grupos terroristas, todo tipo de saqueo y pillaje en regiones remotas del globo, estancamiento económico y un retraimiento de la civilización hacia pocas áreas supuestamente seguras dejando de lado su responsabilidad histórica de liderar el mundo y enfrentar las amenazas que desafían abiertamente a la sociedad democrática.
Hay falta de un poder global y esto acarrea problemas, a esto se suma el desorden intenso que se genera a nivel mundial, que si bien explica un declive del poder de una de las principales fuerzas desde la Guerra Fría sobrevivientes: EE. UU., deja en claro la dificultad de no poder establecer una nueva super potencia, sino que, por el contrario, estamos en medio de un debilitamiento de la estructura Estado-nación y además de un reordenamiento de las potencias con alcance total.
Una de las zonas con más acción en este reacomodo de fuerzas es sin duda la región de Eurasia, donde los poderes económicos y militares compiten por su control debido a lo que significa, tanto en las teorías de las Relaciones Internacionales como el Heartland y el Rimland que hablan de dominio de zonas con alto contenido de recursos estratégicos. Como también desde un punto de vista de control económico, concentrando el más alto porcentaje de la población mundial y del tráfico de las principales rutas comerciales.
Lo anterior se ve manifiesto en los distintos conflictos que se activan con una alta intensidad y amenaza de carácter militar, aunque por el momento no se manifieste un enfrentamiento total, sino solamente constantes amenazas y careos. Esto trae una constante sensación de crisis y vértigo entre los distintos actores del sistema internacional, principalmente los países que no son considerados siquiera potencias regionales en las distintas zonas del mundo y que sienten el peligro en cada crisis.
Las acciones de países como China o Rusia en diferentes partes del mundo tienen como finalidad también enviar un mensaje de que están preparados para blindar su zona de influencia y estar dispuestos a hacer movidas en respuesta a cualquier amenaza a sus intereses. Aunque a la vez buscan influir en diferentes zonas del planeta donde puedan tener una posición de ventaja con respecto a otros actores poderosos del orbe.
Ejemplo de lo anterior se ve manifiesto en la situación en el Mar del Sur de China donde se realizan ejercicios militares que generan tensiones ante una eventual escalada mayor. Así también las amenazas contra la soberanía taiwanesa por parte del gobierno de Pekín, o su influencia sobre Corea del Norte con la finalidad de evitar la intromisión de fuerzas occidentales en su zona neurálgica. Estos aspectos solo como una cuestión de protección fronteriza.
Por el otro lado, el proyecto de «La Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI» (Nueva Ruta de la Seda) incluye círculos de influencia en diferentes partes donde China a través de préstamos millonarios e inversión en infraestructura puede aplicar su diplomacia económica para tener control sobre diferentes regiones a cuenta de generar una dependencia con los países receptores de los recursos económicos chinos y esto pondría en jaque cualquier movimiento de carácter militar de algún modo.
Mientras que el gobierno de Moscú manifiesta sus intereses regionales involucrado en la situación de países de la ex Unión Soviética. De esa forma se entienden movidas militares apoyando al separatismo en la cuenca del Donéts donde se conformaron las Repúblicas de Donetsk y Luhansk (con casi nulo reconocimiento internacional) sobre territorio anteriormente ucraniano del mismo modo que se dio la ocupación de Crimea en detrimento de los intereses de Kiev, todas movidas impulsadas por las intenciones de Ucrania de adherirse a la Unión Europea o por permitir la participación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en sus zonas cercanas de Rusia.
Anteriormente se vio la participación de Moscú en la crisis de Kazajistán, previamente estuvieron involucrados en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por el territorio de Nagorno Karabaj y algunos años atrás se vio en su participación en la separación de Osetia del Sur y Abjasia del territorio georgiano. También actualmente, su participación e influencia sobre el gobierno bielorruso en manos de Lukashenko, incluso con desplazamiento de militares dentro de este país.
De igual manera, en cuanto a zonas de influencia está claro que además de las regiones de la antigua URSS los rusos tienen movimientos estratégicos e influencias en lugares como Medio Oriente, Venezuela, Europa, el Norte de África, entre otros. En cada sitio con presencia ya sea militar directa o indirecta (ejércitos privados) o a través de poder duro económico; como los accesos al gas hacia zonas europeas.
Como quiera que sea, esta realidad de un caos y anarquía mencionado anteriormente lleva a entender que, en la dinámica actual del mundo, los diferentes actores poderosos no tienen un dominio total y por el contrario sus propias circunstancias internas les hace gigantes con pies de barro con dificultades de tomar decisiones determinantes sin que esto ocasione una guerra total.
En el propio documento del IERI, el autor señala que cada potencia hegemónica de este siglo tiene dentro de sí su propio declive, mientras que otras realidades están en una constante fragmentación, como el mundo musulmán.
Así también, con la atomización política que no lleva el control hacia instituciones supranacionales (OTAN, ONU, ASEAN, etc.), sino hacia niveles más bajos de organización, lo que puede ser visto como una «tribalización» del comportamiento social aun a lo interno de los propios Estados, lo que lleva a la decadencia de su propio comportamiento gubernamental.
El caso de la Unión Europea, en países como Alemania y Francia como líderes del bloque europeo se ven debilitados porque el primero; por ejemplo, está dirigido por un gobierno frágil y con posibilidades de colapsar en cualquier momento, aparte que en materia energética se ha visto entre la espada y la pared con las relaciones de dependencia gasífera con Moscú.
Mientras que Francia se encuentra cerca de un período electoral que los pone por fuera de cualquier esfera políticamente determinante; al menos por ahora, teniendo muchos asuntos internos que podrían impulsar a la extrema derecha euroescéptica y un radicalismo del discurso antiinmigrantes e incluso discriminatorios, y en contraposición la radicalización de elementos sectarios, como grupos islamistas radicales.
A Estados Unidos, bajo el mandato actual de Joe Biden se le ve débil en comparación con el discurso incendiario de su antecesor y en algunas posiciones un tanto flojo. Esto incluye las conversaciones con la República Islámica de Irán y su proyecto nuclear, genera desconfianzas de otros países del Medio Oriente, por lo que se han forzado relaciones indirectas aun entre países que no tienen relaciones en estos momentos como Israel y Arabia Saudita, quienes incluso han tenido reuniones bilaterales secretas y hasta han participado en ejercicios navales conjuntos.
Estos elementos cortan las posibilidades de la OTAN de ampliar sus áreas de influencia y se ven obligados a realizar movidas que pueden ser altamente riesgosas, como acercar a Ucrania a su esfera; así como ya lo han hecho anteriormente con Polonia siendo el flanco Oriental de la organización poniendo en peligro la seguridad total de la zona.
También la organización atlantista en su afán de tener más poder ha pasado por alto las acciones de Turquía en algunos lugares seguros de la necesidad de contrarrestar el poderío ruso, como en las estribaciones del Mar Negro, pese a la polémica existente por algunos acercamientos que en algún momento los gobiernos de Moscú y Ankara habrían tenido y que generaron desconfianzas con respecto a los intereses turcos con la alianza occidental.
Y ya que se menciona Rusia, además de lo señalado previamente, el país quiere seguir siendo un gran referente global, pero su principal poder sigue siendo el militar, lo cual lo hace vivir de una renta un tanto perjudicial y es posible que la propia personalidad de Putin coarte el futuro del país, ya que el presidente ruso no es eterno y de cara a la opinión pública no hay en sí una figura que asuma su lugar, por lo que es posible que la gente que le respalda desde los negocios, la seguridad del Estado y las fuerzas de los poderes tendrían que asumir una vida sin su principal líder que desde finales de los 90 se ha transformado en la imagen más importante del poder ruso hacia el mundo.
China como ya se mencionó, genera dependencia económica a través de su diplomacia y es quizás el país con mayores posibilidades de tener más influencia en el mundo, sin embargo, las dependencias nunca han sido buenas y lo que originalmente se gesta como alianzas funcionales, terminan transformándose en elementos de confrontación entre actores, por lo que Pekín no puede pretender tener un control total.
Su situación interna en cuanto a derechos humanos, y lo desgastante que puede ser su economía de mercado, así como la necesidad de defender sus zonas inmediatas ante las amenazas externas podrían seguir siendo los elementos que le podrían debilitar, en particular porque aprovechándose de esa posición de poder que ha adquirido, algunos países buscan aliarse con líderes que hagan contrapeso a China, como ocurre en casos como India, Japón, Corea del Sur que tienen alianzas con naciones del bloque occidental siendo potencias medias en la región, lo mismo que pasa con otros quizás menos poderosos pero importantes como Tailandia, Vietnam, Laos, entre otros.
Recapitulando, no hay posibilidades en la dinámica actual que se pueda lograr polos de poder como ocurría anteriormente en el mundo, ni siquiera hay seguridad que los poderes existentes en estos momentos puedan extender su control por mucho tiempo en las zonas donde están ubicados.
Por el contrario, es posible que las diferentes fuerzas terminen por retrotraerse y blindarse en su área más cercana y defendible, asegurando por un lado mantener el control que posee hasta este momento, sosteniendo cualquier amenaza externa y lidiando contra la posibilidad de que a nivel interno haya fuerzas que puedan debilitar lo que hasta este momento han podido lograr.
Notas
Alcides Vago, R. (s.f.) «Un mundo apolar». Instituto de Estudios Estratégicos y de Relaciones Internacionales.
Blouet, B. (2020). «The Pivot and the Heartland». Mackinder Forum. Octubre, 3.
Daojiong, Z. (2015). «China's economic diplomacy». China Quarterly of International Strategic Studies (1): 85-104.
Europa Press. (2022). «La Armada de Israel participa por primera vez en unas maniobras navales internacionales lideradas por EEUU». Enero, 31.
Haro, P. (2019). «La guerra de cuarta generación y las amenazas asimétricas». Revista Política y Estrategia (Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos) (134): 93-113.
Maza, C. (2021). «Así opera el Grupo Wagner, el 'ejército privado' de mercenarios de Putin». El Confidencial. Junio, 28.
Sánchez, P. (2021). «Siglo XXI: ¿el retorno a la lucha por el Rimland?». Instituto Español de Estudios Estratégicos. Marzo, 17.