Las descripciones de la naturaleza tropical venezolana, presentadas en Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente y Cuadros de la Naturaleza del ilustre polímata, explorador y naturalista prusiano Alexander von Humboldt (1769-1859), despertaron la curiosidad y el interés de los reyes de Prusia Fredrich Willhelm III y IV. El primero asigna a Humboldt chambelán, el segundo lo mantiene como consejero en artes y ciencias. El «sabio», quien nunca olvidó sus exploraciones por Venezuela, residirá en Berlín durante sus últimos 30 años de vida:
¡Que recuerdo tan querido y memorable nos queda para toda la vida la primera tierra que hemos abordado! Un deseo vago de volverla a ver se renueva hasta la edad más avanzada. Cumaná y su suelo polvoriento se presenta aun, más a menudo en mi imaginación, que todas las cordilleras. Bajo el cielo azul del mediodía, la luz y la magia de los colores aéreos, embellecen una tierra casi desprovista de vegetación…
Humboldt frecuentemente intercedía ante el rey, para apoyar a quien quisiera realizar investigaciones en nuestro país. Naturalistas tales como Karl Ferdinand Appun (1820-1872), Hermann Karsten (1817-1908) y Karl Moritz (1797-1866), entre otros, llegaron a beneficiarse del directo consejo y las obras del sabio. Es así como el joven pintor paisajista Ferdinand Konrad Bellermann (1814-1889) contaría con el apoyo de Humboldt, quien recomendó al rey ayudarlo económicamente para viajar al país del norte de Suramérica y retratar los paisajes de la bien recordada región.
Nace Bellermann en Erfurt capital de Turingia, en el centro de Alemania. Al morir su padre, su madre queda al cuidado de varios niños, siendo Ferdinand el mayor. Aunque apoyados por su tío Johan Christian Bellermann, el joven debe pastorear ovejas para ayudar a su madre. A sus 14 años es enviado a aprender el oficio de pintar en porcelana a la Freie Zeichenschule, fundada por Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) en la cercana ciudad de Weimar. Desafortunadamente, dificultades con su visión lo llevan a interrumpir estudios. Tiempo después, en 1833 es enviado a estudiar a la Academia de Artes de Berlín por su abuelo Johann Joachim Bellermann. Será su tutor Karl Eduard Ferdinand Blechen (1798-1840), precursor del impresionismo alemán. Luego, Bellermann recibirá clases privadas de August Wilhelm Schirmer (1802-1866), paisajista notable quien, sustituirá a Blechen, a su muerte. Aunque su arte presenta claras influencias de Blechen, Bellermann consideraría a Schirmer su «maestro», convirtiéndose en su asistente. Curiosamente, la influencia de Schirmer en Bellermann es poco notable. Cuando Schirmer enferma y luego de morir, es sustituido por Bellermann. ¡Pero no nos adelantemos!
En Weimar, conoció al pintor paisajista, profesor del Fürstlichen freien Zeichenschule Friedrich Preller (1804-1878) con quien haría amistad y mantendría correspondencia. En 1839, Preller lo invita a la isla de Rügen en el Báltico, para estudiar los peñascos y escarpados riscos. Al año siguiente viaja a Holanda, Bélgica y Noruega.
Regresando de Rügen, Bellermann pinta un cuadro de gran formato, que compra el rey Prusiano, posiblemente recomendado por Humboldt. Este, además, pensó que Bellermann sería el adecuado interprete, con exactitud y precisión científica, de los paisajes y la vegetación venezolanos.
El comerciante de Hamburgo Karl Rühs (1805-1880), eventual cónsul de Prusia en Puerto Cabello, Venezuela, invita a Bellermann a viajar al país suramericano. Humboldt entrega a Bellermann una carta de referencia:
…a todos los ciudadanos de Venezuela que han conservado algún aprecio por mi nombre, ayudar con sus consejos a mi joven compatriota, el Sr. Ferdinand Bellermann…
En esta carta se leía también que el artista viajaba «… por encargo de Su Majestad, el Rey de Prusia».
Teniendo Bellermann escasos recursos, Humboldt también intercede ante el rey, para apoyarlo económicamente, a condición de que sus dibujos y óleos fueran enviados a los museos reales de Berlín. Asevera el asesor de arte y comunicaciones Richard Lowkes que, gracias a ese apoyo:
…el Kupferstichkabinett en Berlín ahora posee unos 233 dibujos de Bellermann, incluidos trabajos topográficos, vistas de puertos y ciudades, y estudios detallados de plantas y naturaleza.
Luego de algunos percances, Bellermann, Rühs y acompañantes saldrían de Hamburgo en el barco de dos mástiles Margareth el 25 de mayo de 1842. Arriban a la Guayra el 10 de julio. Pernoctan algunos días para luego zarpar a Puerto Cabello, destino final de la nave que lo había traído desde Europa.
En Puerto Cabello, conoce al comerciante Ludwig Johann Ferdinand Glöckler (¿?-1872), quien lo lleva a su casa en el cercano San Esteban. Durante su estadía en Venezuela, esta sería su «base de operaciones», regresando entre viajes. Fue su última morada antes de zarpar a su país.
El 20 de septiembre de 1842, Bellermann escribiría en su diario de viajes:
…desde la segunda mitad del mes pasado y hasta ayer estuve en el magnífico valle de San Esteban, en la villa del señor Glöckler. Este tiempo que pase allí pertenece a los más hermosos de mi vida… Durante todo el día hacia diligentes estudios, sobre todo de la hermosa quebrada de [San] Esteban. Por la noche generalmente aparecían algunos amigos… y más que nada se hacían juegos de sociedad…
Apenas llega a Puerto Cabello, dibuja y pinta bosquejos de los alrededores. Viajaría a Caracas, Valencia y Puerto Cabello durante los meses siguientes. Recorrería selvas y costas a pie o en mula, estudiando al detalle la exuberante vegetación tropical y los variados paisajes. En diciembre de 1842 tuvo la oportunidad de apreciar los actos solemnes asociados con el regreso de los restos y las exequias de Simón Bolívar (1782-1830).
En Caracas le presentan a Gustav Julius Vollmer (1805-1865) quien le encarga pintar su hacienda El Palmar. También conocerá a Georg Blohm (1801-1878) y su esposa, quienes le piden pintar cierta vista de la Guayra desde su casa. En mayo de 1843 parte Bellermann a la Cueva del Guácharo, en Caripe, a petición expresa de Humboldt. Lo acompañan el naturalista belga Nicolas Funck (1816-1896) y el entomólogo y botánico alemán Karl Moritz (1797-1866).
Los tres viajeros se embarcan en la Guayra el 20 de mayo de 1843 llegando a Cumaná cinco días después. Allí se encontrarán con el médico y naturalista Louis Daniel Beauperthuy (1808-1871), amigo de Funck. Entre recepciones y paseos exploratorios, pasan tres semanas. Desafortunadamente Funck enferma, pero Moritz y Bellermann parten a Cumanacoa donde esperarán a su compañero de aventuras. Una vez recuperado Funck y junto a sus amigos, viajan hasta Caripe. Estudian la Cueva del Guácharo en detalle, penetrando en ella a una distancia mayor a la alcanzada por Humboldt y el geógrafo Agustín Codazzi (1793-1859).
[Esta cueva es]… la mayor maravilla natural de Venezuela… proporcionando a los habitantes numerosos motivos para inventar los cuentos más fabulosos… [allí]… viven los… pájaros guácharo… que hacen un ruido ensordecedor… y castañetean con los picos al salir volando como si se soltasen miles de castañuelas…
Durante su estadía en Oriente, recorren también la serranía del Turimiquire, el Golfo de Cariaco y el Río Manzanares.
Regresan a Puerto Cabello en septiembre de 1843. Envía al Museo Real en Berlín, unos 100 estudios, 40 a color y 62 en blanco y negro. Planifica un viaje a Angostura (hoy Ciudad Bolívar), zarpando el 15 de noviembre. Luego de un viaje algo acontecido llegan al Delta del Orinoco, pasando a Angostura brevemente, para regresar a Puerto Cabello luego del 23 de diciembre.
Agotadas sus finanzas, acepta el encargo de Vollmer de pintar su hacienda de El Palmar. Llega al lugar, cruzando los hermosos y productivos valles de Aragua. En la hacienda se encontrará con su amigo Karl Moritz, quien lo invita a La Colonia Tovar, fundada meses atrás, en el centro de una selva virgen, en las montañas de La Victoria. Sus bocetos y dibujos constituyen los primeros documentos visuales de la población. De La Colonia, va Bellermann hasta Caracas, recorre los alrededores y visita Galipán, en el Ávila. Moritz y Bellermann reciben remesas del rey de Prusia y deciden ir juntos a Mérida, otro encargo de Humboldt. Lo hacen vía Maracaibo en octubre de 1844. Allí pasarán un par de semanas antes de seguir a las montañas andinas. Cruzar los páramos fue extenuante y poco placentero. Sin embargo, una vez en Mérida se reaniman, permaneciendo en la zona hasta marzo de 1845. Arriban a la Guayra a fines de abril.
Bellermann regresaría a San Esteban, se enferma en mayo, pero sin dejar de realizar sus bosquejos. El 28 de septiembre se embarcaría en Puerto Cabello arribando a Hamburgo el 15 de noviembre de 1845.
Su experiencia en Venezuela fue decisiva y en cada exposición presentaba temas de la naturaleza venezolana, ganándole el calificativo de «pintor de selvas». Su vida transcurre de forma modesta y discreta. En 1849 acepta el cargo de maestro de dibujo. Participa en la remodelación y ampliación del Nuevo Museo en Berlín entre 1851 y 1852. Realiza algunos viajes a Italia en los años siguientes. En 1857 es nombrado profesor de pintura paisajista, sucediendo a Schirmer.
Aunque algunos cuadros suyos fueron enviados a exposiciones internacionales en París y Viena, Bellermann moriría casi olvidado el 11 de agosto de 1889.
Había soñado publicar una obra para detallar su viaje a Venezuela, país al cual amó profundamente. Quería intercalar textos con sus obras. Parte del sueño logró cumplirlo de manera póstuma su amigo el naturalista Herman Karsten, a quien conoció en Venezuela. Este publicaría la modesta edición Landsshafts - und Vegetations - bilder aus den Tropen Südamerikas. Nach d. Natur gez. v. Ferdinand Bellermann en 1894, con litografías y dibujos del pintor.
Al centenario de su muerte las ciudades de Berlín (1987), Erfurt (1989) y Caracas (1991) le rinden homenaje. La Galería de Arte Nacional (GAN), de Caracas, inauguraría la exposición «Ferdinand Bellermann en Venezuela: Memoria del Paisaje. 1842-1845», con obras escogidas mayormente de los Museos Estatales de Berlín. Sus diarios de viaje los publica la GAN en 2007. En 2009-2010, varios de sus trabajos son expuestos en la Kupferstichkabinett de Berlín, en la exhibición «Arte inspirado por Humboldt. Viajes de Estudio por Latinoamérica», auspiciada por la Fundación Alberto Vollmer.
El destacado intelectual e historiador de arte venezolano, Alfredo Boulton (1908-1995) comentaría:
En el Museo del Estado… en Berlín… vimos más de trescientas imágenes que recogían la vida de un país… hablando de Bellermann, decía [yo que]… «El estudioso que de pronto se halla delante de esas obras, no puede dejar de sentir una muy viva emoción, similar a la que antes debió experimentar el artista ante la luminosa e incandescente belleza de nuestro país». Bellermann se puso a ver a Venezuela como muy pocos lo habían hecho… [al recorrer]… los largos y magníficos caminos de Venezuela.
Notas
Bellermann, F. (2007). Diarios Venezolanos 1842-1845. Caracas: Galería de Arte Nacional. 355 pp.
Boulton, A. (1968). Historia de la pintura en Venezuela, Tomo II: Época Nacional, de Lovera a Reverón. Caracas: Editorial Arte. 214 pp.
Fundación Polar (ed.). (1997). Diccionario de Historia de Venezuela. 2a ed. Vol. 1. Caracas: Fundación Empresas Polar. 1149 pp.
Lowkes, R. (2018). German Artist Ferdinand Bellermann's Travels in Venezuela. Sotheby’s.
Löschner, R. (1977). Bellermann y el paisaje venezolano 1842/1845. Caracas: Editorial Arte. 119 pp.
Pedreañez, I. (2021). Ferdinand Bellermann: Atrapado en la luz de Venezuela. Estilo/online.
Röhl, E. (1987). Exploradores Famosos de la Naturaleza Venezolana. Caracas: Fundación de Promoción Cultural de Venezuela. 221 pp.