Esther comenzó a desnudarse lentamente, casi recreándose, mientras dejaba caer encima de la silla cada prenda de su ropa. Al final, se quitó el sujetador que por un momento guardó las formas de sus pechos. Aquella noche fue la última en que estuvieron juntos y esa misma mañana, Juan José emprendió el viaje.
Cuando en la estación Linares–Baeza entró «El Catalán», contó los dieciocho vagones que iban parando. Sintió escalofríos. El tren se detenía en casi todas las estaciones y en ellas subía un tropel de gente presurosa, que se acomodaba como podía en los pasillos. A estos viajeros, que no habían conseguido asiento, por estar todos vendidos, Renfe les hacía pagar por su billete el doble que el de un viaje normal. La escena se repetía, pues se iba parando en cada andén, lento y parsimonioso, para después, renqueante, volver a partir.
Iba inquieto, sabía que las autoridades habían devuelto a muchos emigrantes andaluces que llegaban así a Cataluña. Se hablaba de más de cinco mil devoluciones «en caliente», como diríamos hoy en día.
Después de muchas, muchísimas horas, vislumbró, a lo lejos, la ciudad enorme y entristecida. Eran los últimos instantes de la tarde y la luz del sol, ya muy tenue, apenas se filtraba por la claraboya de la estación de Francia.
Juan José salió a la calle y ya la noche de Barcelona era el nombre de las cosas lejanas.
Vivió muchos días de soledad y nostalgia por haber salido de su tierra. Sentía añoranza por Esther, a quien el día de la despedida le prometió un amor sin fecha de caducidad. Visitaba el Barrio Chino, las calles Robadors, Sant Pau, San Ramón o Tapias en busca de un consuelo imposible.
Al poco tiempo, encontró trabajo en la SEAT, gracias a los cursos CCC de mecánica del automóvil que hizo por correspondencia en Baeza. Después, luchas sindicales y camaradas. Manifestaciones multitudinarias una vez muerto Franco: Llibertat, amnistia i Estatut d´Autonomia! En una de ellas, descubrió los brazos cálidos de Nuria.
Hoy Juan José, transmutado en Joan Josep Sànchez, es diputado de ERC en las Cortes Generales, partido que impulsa la independencia de Cataluña.
Con Nuria, se fue a vivir a Bellvitge al poco de conocerse, para más tarde cambiarse juntos a un piso de l'Eixample, muy cerca de esa construcción abrumadora que llaman Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, actualmente enriquecido con una gran estrella, que está en el pináculo de la nueva torre dedicada a la Virgen María, que mide 138 metros y tiene 800 ventanas.
Según dicen, la estrella que fue proyectada por Gaudí tiene 7.5 metros de diámetro, pesa 5.5 toneladas y se ilumina al llegar el crepúsculo a Barcelona. Pero no acaba aquí el prodigio, ya que está hueca y a través de un ingenioso sistema, durante el día recoge los rayos solares para proyectarlos sobre el altar mayor.
Todos estos alardes son una metáfora de la vida, pues algunas ideas pueden transmutarse, elevarse y enfilar al infinito. Y, desde el vacío, pueden iluminar.
Nunca más el «mar de olivos», ni las sierras que cantara Machado, tan hermosas como humildes y olvidadas en su lejanía.
Desde mi ventana,
¡campo de Baeza,
a la luna clara!
¡Montes de Cazorla,
Aznaitín y Mágina!
¡De luna y de piedra
también los cachorros
de Sierra Morena!