Se dice que Perú posee una de las tradiciones culinarias más reconocidas del mundo, pero si habláramos de literatura, ¿a qué sabe la literatura peruana? ¿Cómo se maridan las tradiciones culturales (algunas antiquísimas) en la literatura peruana de nuestros días? Para ello hemos conversado con Walter Lingán una y mil veces, y esto es así porque pareciera que nuestras vidas son una conversación con períodos de descanso para hacer alguna otra cosa en lo que llamamos vida. Vemos su rostro franco mientras dice:
En realidad, las «tradiciones culinarias» reconocidas son más bien las comerciales que inventó el empresario peruano Gastón Acurio. Se trata de la gastronomía criolla o costeña cercana a la capital, aunque en los últimos años se han venido imponiendo las diversas tradiciones culinarias regionales andinas y amazónicas. De igual manera las diversas literaturas peruanas se van conociendo gracias al impulso de las editoriales independientes que florecen en diversos polos de desarrollo editorial como en Puno, Cusco, Tacna, Arequipa, La Libertad, Cajamarca, así como en la zona amazónica: Iquitos y Ucayali, solo para mencionar algunos lugares.
Recórcholis, pensamos, mientras él sigue:
En algún momento se habló de una literatura criolla o regia frente a una andina o chola, pero con el transcurso del tiempo nos fuimos percatando que era una falsa dicotomía, y ahora se habla con mayor propiedad de literaturas regionales, del mismo modo que las tradiciones culinarias de cada región peruana. Creo que desde el inicio de este siglo empieza a conocerse una nueva literatura, aunque con la acción avasalladora de los representantes de los autores limeños, incluso ganaron premios literarios internacionales con el uso del tema de la violencia política de los 80, «invisibilisando» a muchos «autores provincianos» que escribieron con mayor calidad y honestidad sobre el mismo tema y merecieron los premios literarios más importantes del Perú. Podría decir que con un «tiradito piurano» nos llegó Miguel Gutiérrez, con el «cabrito norteño» César Vallejo y Ciro Alegría, con el «caldo verde» el poeta Mario Florián, con el «puka pikante» el Apu, el Padre creador, José María Arguedas, Gustavo Valcárcel y Luis Nieto, entre muchos otros; y los «criollos» como Julio Ramón Ribeyro o Ricardo Palma con bastante «cebiche»y con el «rocoto picante» Mario Vargas Llosa; con los populares «juanes» César Calvo de Araujo y Francisco Izquierdo Ríos. Solo para nombrar algunas deliciosas especialidades culinarias junto a otros destacados escritores peruanos.
¿Y tú, te vez dentro de esa tradición, o más como un escritor peruano que escribe desde la realidad europea sobre peruanidades?
Es imposible escapar de la realidad de mi país a pesar del tiempo que ya vivo en Europa, pues normalmente escribimos desde la memoria; el pasado y la actualidad se mezclan en los textos que escribo, desde la literatura nos inventamos una nueva identidad, nos reinventamos sin querer, y nuestros textos aparecen unas veces más europeos y otras más autóctonos, pero siempre con ese olor y ese ritmo latinoamericano que se niega a morir con el mestizaje obligado que no es solo una manera de sobrevivir, sino una manera de expresar o contar el medio que nos alimenta, una forma de prosa que funciona con doble fondo. He dejado de ser un peruano puro, soy el resultado de la Europa que me ha tocado habitar y la peruanidad que llevo a cuestas en los recuerdos. Seré quizás una especie de escritor europeo del Perú.
¿Cuál te parece que podría ser el común denominador de tu obra literaria?
No me gustan los «encasillamientos», colocarse en las «Schubladen», mi creación literaria se alimenta de los recuerdos, de la historia, es decir, rescato mi pasado y lo recreo desde mi nueva vida y experiencias, según los aportes de mis lecturas y como jugando los mezclo con los momentos de la rutina callejera, mirando a una joven, mi encuentro con diversas personas, con los apuros que sufren mis amigos, con sus obsesiones, sus penas, dolores y depresiones, observando cuando mi compañera se levanta desnuda para ir al baño, cuando veo que dos muchachos se besan en el tranvía, imaginando a Homero y a Heinrich Böll, tomando un café en el bar de la ciudad donde vivo, cuando una amiga me cuenta sus deseos de hacer el amor con una persona que no sea su marido y que se está muriendo de ganas de ser poseída para tener una retahíla de salvajes orgasmos, sobre los intentos suicidas de algunos de mis amigos, digamos pues que soy una especie de ave carroñera que se alimenta de las desgracias de mis amistades, por eso yo creo que los escritores somos elementos muy peligrosos, que se roban los secretos de la gente que se nos acerca. De ahí que me parece difícil colocarle un común denominador a mi obra literaria que no sea la palabra, el verbo.
¿Qué te parece que haya tantos escritores latinoamericanos en Europa?
Desde tiempos remotos viven muchos escritores en Europa, aquí encuentran las posibilidades de trabajar en paz, mirar las cosas con otra perspectiva. Francia y España acogieron, así como en la actualidad, a los grandes escritores latinoamericanos. En el resto de Europa también viven muchísimos escritores de Nuestra América para decirlo a lo Martí. Para el trabajo de la Tertulia Literaria La Ambulante de Colonia, ese pequeño pero decidido espacio para la difusión de sus obras es ideal, pues facilita el desplazamiento de los autores para presentar sus libros en Alemania. Nosotros mismos como escritores descubrimos ciertas facilidades para publicar mediante el uso de las diversas plataformas, aunque no es tan fácil allegarse a una editorial que apueste por nuestros textos.
Un libro necesita publicarse para llegar mejor a los lectores. ¿Qué tan difícil es publicar en Perú o en Europa?
Publicar en Perú o Europa resulta relativamente fácil si se tiene en cuenta las posibilidades que ofrecen las editoriales independientes con sus métodos de la coedición o la autopublicación por medio del ebook, PDF, y otras plataformas. Pero el gran problema es la distribución de los libros, este tema está en manos de las grandes editoriales, de aquellas que manejan el monopolio de la comercialización de la literatura. Para muchos es una alternativa publicar por Amazon, pero creo que colgar los textos ahí no basta para obtener «grandes o espectaculares ventas», aunque estas plataformas de alguna manera «democratizan» los sueños de grandeza con la que se desvelan muchos autores. Quizás estoy resumiendo de una manera muy grosera el complejo problema que afrontan las editoriales independientes y la publicación de libros con las grandes editoriales, pues intervienen otros factores, no ya solo estéticos sino comerciales, el libro y los autores como objetos de compra y venta.
¿Es Perú un país de lectores?
Mi país no tiene tradición lectora, solo las élites poseen la posibilidad de hacerlo en medio de una asfixiante pobreza de grandes sectores sociales, por la pésima educación, porque los libros son muy caros, los planes de lectura en los colegios no funcionan a cabalidad o como se lo imaginaron sus creadores, el gran problema es la casi inexistencia de bibliotecas públicas, escolares o locales. En mi adolescencia leía gracias a la Biblioteca Nacional que existía en Lima, no tenía publicaciones actualizadas, pero lo básico de la literatura clásica nacional e internacional. Actualmente existen cientos de editoriales independientes en muchas provincias y regiones y con eso alimentan la lectura de sus propios autores, ahora también se organizan ferias de libros en todo el país a donde llevan libros baratos, de esta manera se intenta incentivar la compra de libros y la lectura. La pandemia del coronavirus ha puesto al descubierto la verdadera naturaleza en que se encuentra la educación pública, entre otras cosas, se ha notado también el poco interés y la impotencia del gobierno nacional, así como de los regionales, para darle soluciones concretas. De esta manera el Plan Lector que se había iniciado hace algún tiempo atrás, se quedó paralizado cuando se suprimieron las clases escolares presenciales. Las editoriales independientes también han sido las grandes perjudicadas por esta enfermedad.
¿Cómo vislumbras tu obra en cien años?
Ojalá que Dios y todos los apus me permitan escribir una sola página o un buen verso que logre sobrevivir al tiempo. Estoy más preocupado en escribir sin pensar en mañana, ni en la fama ni en lo que me depare el tiempo; claro, sería bonito que en cincuenta o cien años se acuerden de mis libros y los lean, en todo caso tendré que escribir para mis nietos y biznietos para que me lean, aunque solo sea por orgullo consanguíneo.