Hace unos meses compré la biografía Vicente Blasco Ibáñez. Sus novelas y la novela de su vida del profesor francés Camilo Pitollet, de Editorial Prometeo de Valencia, 1921; es decir, de hace cien años, fue un golpe de suerte el encontrar el libro. ¿Y qué tiene de particular esta primera biografía sobre el autor valenciano?, pues sencillamente que el autor del libro tuvo conversaciones personales con Blasco Ibáñez cuando este residía en Menton, en la Costa Azul como hice constar en mi reportaje en esta revista del 30-02-2021.
Mis pretensiones con el presente reportaje han sido las de complementar la biografía del profesor Pitollet con las investigaciones de Emilio Sales Dasí, la tesis doctoral de Beatriz Cobeta, y las investigaciones de Marga Preda, para recordar el viaje de Vicente Blasco Ibáñez (VBI) (1867-1928) a Norteamérica, el cual duró diez meses de gloria, y el inesperado éxito editorial de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, entre 1919 y 1920, convertido en superventas en todos los Estados Unidos de Norte América y también visitó México. El presente reportaje no pretende hacer una cronología completa de dicho viaje, sino destacar los más relevantes aspectos del boom de este viaje.
Sentía VBI admiración por todo lo americano, también sobre el descubrimiento de América y de los viajes de Cristóbal Colón. Nuestro escritor había leído la obra del hispanista norteamericano Washington Irving titulada Historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón. El interés de Irving por España se remontaba a 1826, cuando le ofrecieron un puesto de agregado cultural en la embajada de Estados Unidos en España, con la misión de traducir al inglés una colección de documentos sobre Colón publicada en Madrid en cuatro volúmenes entre 1833 y 1834, el segundo en enero de ese año y el tercero y cuarto en febrero y marzo. El editor fue José de Palacios y el traductor D. José García de Villalta.
Hoy en día, cien años después, nos sorprende el éxito que tuvo la novela de VBI traducida al inglés y convertida en unos de los primeros best-sellers de la historia editorial norteamericana con película incluida. Me recuerda a otro levantino como el alicantino, Rafael Altamira, que en 1910 regresó de América lleno de gloria después de haber dado más de 300 conferencias con un éxito tan rotundo que puso de moda estudiar español en las universidades de los Estados Unidos.
Primer intento de Blasco Ibáñez del salto a los Estados Unidos de América
En 1908, cuando Mr. Archer Milton Huntington, millonario y filántropo visitó una exposición de Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923) en Londres quedó fascinado por el talento del pintor valenciano, el millonario mostró su deseo de presentar su obra en Nueva York que realizaría al año siguiente en febrero de 1909 con una muestra para impulsar la Hispanic Society of America ya inaugurada en 1904. Con trescientas cincuenta y seis obras sorollescas fue un completo éxito, mayor del esperado, vendió una cincuentena de cuadros, uno de ellos era el óleo Caballero español: el retrato de Vicente Blasco Ibáñez pintado en 1906 de pie con abrigo negrero y en la mano izquierda fumando un habano, ya que estos eran paisanos y amigos valencianos.
Tras este éxito, Sorolla firmó un contrato el 26 de noviembre de 1911 con Mr. Huntington para pintar un mural de 60 metros, pero como Sorolla vivía en España, convinieron en pintar 14 cuadros de la serie Visión de España, obra también conocida como Las Regiones de España, por 150,000 dólares. Fueron pintados entre 1912 a 1919, expuestos en 1926. Sufrió Sorolla un ataque de hemiplejia en su casa de Madrid el 17 de abril de 1920, falleciendo tres años después. La vida no quiso que el maestro disfrutara de la gran inauguración de su obra maestra en Nueva York en 1926, tres años después de su muerte (1923). El autor de este reportaje tuvo el privilegio de ver y admirar esta magna exposición en su turné por España en los salones del Centro Cultural Bancaja expuestos entre octubre de 2009 al 10 de enero de 2010. Lo cierto es que no se pueden olvidar tantas maravillas.
Bien, como VBI se hizo amigo de Mr. Archer Huntington, y, además sabía que era el propietario del su retrato El Caballero español, se puso en contacto con él, por lo que sería nombrado socio de honor en 1910, en la Hispanic Society. Al regresar VBI tras su gira de conferencias en Argentina, más concretamente, el día 6 de marzo de 1910, Blasco le formuló por carta la siguiente consulta a Archer Huntington:
Siento con toda mi alma no saber inglés... ¿No sería posible dar ahí algunas conferencias sobre la España moderna y antigua? ¿Habría en Nueva York público para unas conferencias en español?
Debido a sus dotes oratorias estaba seguro que repetiría la misma suerte argentina en los Estados Unidos, pero no fue así, había que esperar el momento propicio. Buscaba VBI la complicidad de personajes vinculados al mundo de la prensa, la literatura o la política para conseguir sus objetivos de proyección. Y esta vez perseguía la connivencia de una figura de singular relieve como Mr. Huntington. Pero como en primera instancia no consiguió viajar a Norteamérica, quedó en Argentina dando conferencias, fundó dos colonias en Argentina entre 1909 y 1913 donde comprará cinco mil hectáreas que llamará Colonia Cervantes situada en Río Negro en los desiertos de la Patagonia, y una segunda llamada Nueva Valencia en el estado de Corrientes en Río de la Plata, donde llevó a unos 200 colonos valencianos del pueblo de Sueca, conocedores del cultivo del arroz. También hizo incursiones en Chile, Paraguay y Uruguay. La quiebra de los bancos que le concedieron préstamos le llevó a la ruina. Regresó a Europa, concretamente a París, en un vapor alemán donde le cogió la Gran Guerra de 1914.
De las memorias del primer periodo argentino es su gran libro de 700 páginas titulado Argentina y sus grandezas (1910). La época argentina requiere un artículo exclusivo.
El éxito inesperado de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, 1916 y 1918
Tras el fracaso de las colonias argentinas, donde pretendía pedir unos créditos; sin embargo, como he comentado le coge la Gran Guerra del 14. Aquí, ve la ocasión de colocar en la prensa grandes reportajes periodísticos. Además, comienza a publicar en su editorial valenciana una Historia de la guerra europea en 32 fascículos. Para sus reportajes consigue una autorización del presidente francés Raymond Poincaré para visitar la retaguardia, adoptando un punto de vista favorable hacia los aliados. Al mismo tiempo, comienza a escribir la novela que le hará famoso en el mundo entero y definitivamente rico: Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Prometeo de Valencia en 1916, pero escrita en París, de la que era socio y director literario de la misma. El argumento de la novela de guerra se basa en una familia de colonos franco-argentinos que regresan a Francia en los años de la contienda bélica de la Primera Guerra Mundial y se dividen en distintos bandos, los Desnoyers y los Von Hartrott. Uno partidario de los aliados y los otros de los alemanes, donde con minuciosidad describe la invasión alemana y los desastres de la guerra.
En 1918, antes del final de la Gran Guerra, se publicaba la versión inglesa de la novela, traducida por Charlotte Brewster Jordan y editada por E. P. Dutton & Company de Nueva York, como The Four Horsemen of the Apocalypse con gran publicidad en los periódicos como The Sun, New York Times, Chicago Tribune y La Tribuna, diario neoyorkino en español, y en más de doscientas cadenas editoriales, convirtiéndose en un rentable fenómeno editorial. Charlotte Brewster había traducido anteriormente La catedral, primera novela de VBI, bajo el título The Shadow of the Cathedral (Dutton & Company) en 1909, con un modesto resultado de ventas. Charlotte era una modesta escritora bilingüe que había viajado a la Argentina para perfeccionar el español y, después, en octubre de 1916, llega a España, viviendo en Madrid. Otros autores aseguran que fue agregada de la embajada de los Estados Unidos en Madrid, hasta fines de julio de 1918.
Probablemente, fue durante este tiempo en Madrid cuando Charlotte contactó con el autor valenciano y le compró por 300 dólares los derechos de autor para publicar Los cuatro jinetes del Apocalipsis, renunciando Vicente a los derechos de publicación, ni exigir otra cantidad dineraria. En aquellos años, confiesa Vicente que estaba muy mal de dinero y por eso acepto, ya que la versión española apenas se vendió.
La versión el inglés tuvo un éxito rotundo llegó al medio millón de ejemplares y a 250 ediciones, tanto así que el editor Dutton le envió a Vicente 40,000 dólares, según una carta de Vicente a Emilio Gómez Carrillo, guatemalteco amigo suyo en París que le había hecho el prólogo el libro de Las mil y uno noches para la editorial Prometeo de Valencia. En esta carta dice que cobró 1,000 dólares. Aunque su biógrafo francés Camile Pitollet, dice que fueron «trescientos miserables dólares» (1921:170).
En los diarios se reproducía el retrato de Blasco Ibáñez por Sorolla que estaba en la Hispanic Society of America, propiedad Mr. Huntington que tras los éxitos de ventas de la novela de guerra le escribió un telegrama:
Venga usted a Nueva York inmediatamente. Ha llegado su hora. No la desaproveche usted.
Sus promotores fueron el propio Mr. Huntington, el agente literario James P. Pond, y el profesor español Federico Onís de la Universidad de Columbia de Nueva York.
Al final de una de las ediciones posteriores de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Blasco Ibáñez escribió un prólogo titulado «Al lector» en el que dice:
La novela imaginada y escrita en un pisito de la rué Ren-nequin ha dado después la vuelta a la tierra, siendo traducida a los idiomas de todos los pueblos civilizados y obteniendo en algunos de estos —los más importantes y poderosos— un éxito que nunca llegué a sospechar.
Viaje a los Estados Unidos
Vicente Blasco Ibáñez embarcó el 18 de octubre de 1919 en la Lorraine, en el puerto El Havre (Francia) a Nueva York, fue solo, sin su amante Elena Ortúzar. Era un viaje de trabajo, no de ocio. La primera conferencia estaba prevista para el 3 de noviembre en la Universidad de Columbia, sobre el tema «Influencia de España en el progreso de la humanidad». Gracias a su vasta cultura y a su amor a la patria, sus charlas eran sumamente amenas e interesantes, pues lo mismo hablaba de arte, literatura o de Historia, destacando en todo momento la gran influencia que España tuvo en toda América.
Poco después de llegar a Nueva York, la Fox Film Corporation lo invitó, en noviembre de 1919, a visitar sus estudios en Fort Lee, New Jersey, donde fue recibido con una orquesta interpretando una pieza española. Firmó un contrato con la Metro Goldwin Mayer para filmar The Four Horsemen of the Apocalypse, que dirigiría Rex Ingram e interpretarían Rodolfo Valentino y Alice Terry. Esta se estrenaría el 6 de marzo de 1921 en el Lyric Theatre, a diez dólares la entrada. El escritor obtuvo de la película 190,000 dólares. De la novela, con 200 reimpresiones, se vendieron dos millones de ejemplares. Luego llegaron más novelas y más películas, como Enemies of Women (1923), Circe the Enchantress (1924) y Blood and Sand, Mare Nostrum, y The Torrent (Entre Naranjos), todas de 1926, producidas por Metro Goldwin-Mayer, con la actriz sueca Greta Garbo. seudónimo de Greta Lovisa Gustafsson. Blasco Ibáñez surfeaba sobre la cresta de las olas de los cometas del éxito. Años después Greta Garbo visitó su villa de Menton.
La novela The Four Horsemen of the Apocalypse justificaba de alguna forma los motivos por los cuales Estados Unidos había entrado en la Gran Guerra Mundial, lo que informaba de la consecuencia y el fin de la guerra. VBI escribe la novela desde el punto de vista de los aliados victoriosos.
Tal era la publicidad de marketing que la foto de Vicente estaba en los carteles del metro y sus fotos se vendían en las tiendas como souvenir, se puso de moda el cuello de las camisas «Ibáñez» (de una foto con la camisa blanca sin corbata con chaqueta). Incluso se puso de moda aprender español. Un periodista norteamericano decía que el puro habano que siempre llevaba Vicente en la mano, no era de tabaco sino un falso puro, lo cierto, es que, en esos años que se había quitado del tabaco. Las editoriales empezaron a traducir casi todas las novelas del levantino.
Eran tan famoso que, llegó a cobrar dos mil dólares por un solo cuento y mil por un artículo, cuando eran pagados entre setecientos a novecientos dólares el cuento. Los norteamericanos con grandes cadenas de medios de comunicación pagaban bien, en cambio, en España permanece vigente la frase apócrifa atribuida a Mariano de Larra: «Escribir en España es llorar», porque lo que dijo en realidad fue «Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta. Porque no escribe uno siquiera para los suyos». («Horas de invierno», El Español, no. 420, 25 de diciembre de 1836. Firmado: M. J. de Larra). Nuestra mentalidad latina consiste en no abonar las colaboraciones creativas, y decir que con que aparezcan publicados los diarios informativos, ya estás suficiente pagado. Y para que no queden dudas de lo que afirmo, cito literalmente unos párrafos del libro antes reseñado de Camilo Pitollet, 1921, página 181:
Poco antes de embarcarse él [VBI] para Europa, «The World», de Nueva York, le invito a asistir a las sesiones de la Convención Republicana, reunida en Chicago para la elección del nuevo presidente de los Estados Unidos, y que ha nombrado suce¬sor del señor Wilson al señor Harding. En esta misión, no solo le fueron reembolsados a Blasco los gastos de hotel suyo y de su secretario, sino que se le pagaba mil dólares por cada uno de sus artículos. Y estos artículos no pasaban de dos mil pa¬labras y se limitaban a exponer los puntos de vista o impresiones personales del firmante sobre el as¬pecto y la fisonomía exteriores del Congreso, puntos de vista e impresiones consignados en la más absoluta independencia de espíritu. (V. Blasco Ibáñez. Sus novelas y la novela de su vida, 1921:181-182).
Usted ya sabe, por el artículo de Jerique y otros, lo que me ocurrió en el aprovechamiento material de mi novela. La traductora (como yo se la vendí) ha cobrado una verdadera fortuna. El documento que yo firmé es tan terrible que sus derechos resultan indiscutibles. El editor ha querido reparar caballerescamente esta injusticia con regalos de dinero que me ha hecho espontáneamente. Hasta la fecha, en todo lo que va del año 1919 llevo recibidos de la casa Dutton unos 40,000 dólares. Pocas veces se habrá visto igual nobleza. Dutton no tenía obligación de darme nada.
Conferencia en la Universidad de Boston
Fue objeto de una gran recepción en la Academia Militar de West Pont donde todos los cadetes estudiaban castellano. Le aplaudieron con la mayor efusión porque «Mister Ibaynes-Ibáñez» les habló de una España grandiosa que había sido capaz de descubrir el Nuevo Mundo, explorarlo, colonizarlo, civilizarlo y darles un idioma y una religión. Habló también en iglesias católicas, en protestantes, en evangélicas y en sinagogas. De la conferencia en la Universidad de Boston, recojo el texto de J. J. León Roca, 2002, página 432:
…en la Universidad de Boston ante 1,500 señoritas que, como pocos momentos antes habían tenido su habitual clase de equita¬ción, se le presentaron en pantalones... pues sabido es que aquí las «mises» acostumbran a montar a horcajadas. El efecto que a Blasco de¬bió producir aquel publiquito no es para contarlo; era todo un regi¬miento de gentiles «walkirias» contra un hombre solo. Pero Blasco, re¬puesto de su emoción, fácilmente venció a sus oyentes con la magia de su palabra vibrante y persuasiva.
Doctor honoris causa por la Universidad de Washington
El día 23 de febrero del 1920, la Universidad George Washington en Pensilvania le otorga el grado de Doctor honoris causa en Letras. VBI recibió su doctorado al mis¬mo tiempo que lo hizo el general Pershiug, comandante en jefe de los Cuerpos expedicionarios americanos en el frente europeo. El rector de la Universidad George Washington, el señor William Miller Collier —un antiguo embajador de los Estados Unidos en Madrid entre 1905 a 1909 y que, por lo tanto, hablaba castellano perfectamente—, fue quien leyera el laudatio o la presentación a los presentes formado por unos 4,000. Posteriormente, el homenajeado leyó el discurso titulado «La primera de las novelas» , haciendo referencia al concepto de la novela y destacó la filosofía del Quijote de Miguel de Cervantes, y dijo:
El Quijote está en todas partes. Representa las mayores virtudes humanas, el desinterés, la defensa del débil, la supresión de los sentimientos egoístas, la abnegación de los semejantes…
En dicho acto académico también fue distinguido Doctor en Leyes Mr. Herbert Hoover, quien unos años después sería presidente de EE. UU. Blasco fue definido por el rector, William Miller Collier, como uno de los novelistas más relevantes de su tiempo. El festival culminó con una cena en el restaurante Rauscher, con 200 comensales con encendidos discursos de bienvenida.
Visita al Congreso en Washington
Blasco Ibáñez fue invitado para asistir a una sesión del Congreso de los Estados Unidos en el Capitolio en Washington. Un diputado célebre de partido republicano, el antiguo juez Towner, que presidia la comisión de Asuntos Exteriores, pidió a la asamblea hacer «a short statement» (una corta exposición), y tras recibir el consentimiento de la Cámara dijo:
Señor Presidente: Con mucho gusto anuncio a la Cámara que hoy tenemos la visita de Blasco Ibáñez, quien, como sabe cada cual, es el primer escritor español del mun¬do, el autor de «Los cuatro jinetes del Apocalipsis» y de otras obras que nos son familiares a todos. Acaso resulte intere¬sante para los miembros de esta casa saber que Blasco Ibáñez ha sido también durante siete años miembro de las Cortes o Parlamento español; que siempre ha sido republi¬cano... Dentro de un rato al despacho del Presidente y gus¬toso entablará conocimiento personal con los miembros del Congreso, y estoy seguro de que para nosotros será un ver¬dadero placer tratar a un representante tan distinguido de lo mejor de la literatura europea y española, a un hombre a quien también debemos admirar y conocer más a causa de sus principios republicanos y democráticos.
El senador Tower recibió los aplausos de su partido republicano, sobre todo al saber que Blasco Ibáñez había sido diputado republicano en las Cortes españolas. Efectivamente, lo había sido siete veces por Valencia entre 1898 a1908, por Fusión Republicana, por propia voluntad, puesto que desde niño fue republicano hasta la médula (El VBI político requiere otros artículos concretos respecto a esta actividad que le llevó a la cárcel).
Tras la sesión en la Cámara, el presidente el Senado, que como sabemos es el vicepresidente de los Estado Unidos, le presentó a un gran número de senadores. El presidente Thomas Woodrow Wilson (28º presidente), no le pudo recibir en la Casa Blanca por cuestiones de salud, aunque le hicieron saber que era un gran lector The Four Horsemen of the Apocalypse.
Club Parlamentario Femenino en Washington
Posiblemente por mediación del presidente Wilson, las damas de la alta sociedad del Club Parlamentario Femenino Washington consiguieron que Blasco Ibáñez hablara para ellas en un té de gala. Allí, en presencia de la flor y nata de la inteligencia femenina americana —mujeres e hijas de ministros, de senadores y de diputados—, nuestro escritor hizo una demostración de su elocuencia arrebatadora y galantería en un discurso en español tra¬ducido al punto por la esposa de uno de los diputa¬dos de las islas Filipinas.
Banquete de los libreros y editores americanos
En Filadelfia experimentó otro género de satis¬facciones casi tan halagüeño como con las féminas. Los libreros y editores americanos, que estaban reunidos en esta ciudad congreso, le invitaron al banquete de 2,000 cubiertos que, coronó esta manifestación profesional y le obligaron a sentarse a la derecha de su presidente, como asi¬mismo le forzaron a dirigirles unas palabras lisonjeras que habrían sido difíciles dirigir a ciertos editores de Europa sin incurrir en el repro¬che de vil adulación.
En este viaje por casi todos los Estados Unidos, no solo le fueron reembolsados a Blasco los gastos de hotel, sino que sino los de su secretario.
Viaje a México
En marzo de 1920, tras un banquete de despedida en Nueva York, viajó a Veracruz (México) en el barco «Morro Castle» de la Ward Line, cuyo director M. Smith se lo había ofrecido para su viaje a México y Cuba, invitado por el entonces presidente Venustiano Carranza, en medio de la Revolución Mexicana. Llegó a México D. F. el 23 de marzo en tren desde Veracruz; en la capital tuvo un sonoro recibimiento en la estación Colonia y un desfile en su honor hasta el hotel Regis, con carros alegóricos, bandas de música y estudiantes con banderas de México y España, antorchas y farolillos. Blasco compartió mesa con Carranza, visitó Jalisco y varios estados más, como Veracruz, Yucatán e Hidalgo para dar conferencias y recibir homenajes. Pero el país era un polvorín revolucionario del que había que salir.
Pese a ser recibido calurosamente, el país le desagradó profundamente. Le decepcionó doblemente, como «república» y como «hispana». El caos revolucionario, con regiones enteras en manos de la insurgencia, o posterior asesinato de Carranza en la madrugada del 21 de mayo de 1920, no hicieron más que aumentar su pesimismo sobre el futuro de México. Y ese desagrado lo plasmó en su obra El militarismo mexicano (colección de diez artículos que le pidió el New York Times, enjuiciando la situación en México), que patentizaba su desazón al comprobar fehacientemente —sin barreras lingüísticas— el resultado práctico de sus propias ideas en un país hispánico.
Blasco Ibáñez no llegó a terminar de escribir el encargo de la novela El águila y la serpiente (símbolos de México en su escudo) por haber quedado decepcionado. Sobre las claves para entender la Revolución Mexicana en su periodo agudo y violento. Novela que años después fue acabada por Martín Luis Guzmán en 1928 en la Editorial Aguilar.
La Revolución Mexicana fue una guerra civil que se había iniciado en México el 20 de noviembre de 1910. Los antecedentes del conflicto se remontan a la situación de México bajo la dictadura de Porfirio Díaz desde 1876 hasta 1911. Durante estos 35 años, México experimentó un notable crecimiento económico y tuvo estabilidad política, pero estos logros se realizaron con altos costos económicos y sociales con el aumento de pobres y a la vez con más ricos.
Escala en Cuba
De regreso a Nueva York desde Veracruz hizo escala en La Habana, por unas horas, y en el barco «Morro Castle» tuvo lugar un almuerzo en el que solo participaron millonarios como M. Pierpon, M. Morag y el presidente de Cuba Mario García Menocal.
VBI en su juventud fue muy crítico con la guerra de Independencia de Cuba entre 1895 a 1898, sobre todo con su polémico artículo «El rebaño gris» que le llevó a la cárcel por decir la verdad (ver el artículo sobre Vicente contra la guerra de Cuba).
Regreso a Nueva York
El escritor desembarcó en Nueva York el 12 de mayo de 1920, nueve días antes de que Carranza fuera asesinado. Nunca escribió la novela de México, pero sí una serie de artículos inicialmente en The New York Times y el Chicago Tribune que, mediante un contrato con un sindicato periodístico, se publicaban en 700 diarios a la vez. Luego los reuniría en el libro El militarismo mexicano. Blasco había entrado en contacto con los principales editores de periódicos y había alcanzado la difusión masiva de sus artículos. En un momento en que el diálogo entre EE. UU. y México estaba roto, él se convertía en la voz autorizada para analizar lo que estaba ocurriendo al otro lado del Río Bravo.
Represo a Europa
Finalizado el viaje a Norteamérica regresó a Europa en la travesía: Nueva York a La Habana donde toma el vapor «SS Île de France» el 6 de junio de 1920, hasta el puerto de El Havre (Francia), y de la ciudad gala a su villa de la Fontana Rosa, para seguir escribiendo y preparar su viaje para dar la vuelta al mundo, esta vez con su amante Elena Ortúzar y la doncella Casilda Rodríguez. Entre los objetos más destacados que se trajo de los Estados Unidos estaba un automóvil de la marca Cadillac. VBI cruzó el Atlántico en unas 14 travesías. Llegó a afirmar que lo que menos le gustaba de estos viajes eran los banquetes porque era diabético y apenas podía comer.
Conclusiones
El más grande los novelistas españoles de su tiempo fue además un gran orador, puesto que había ejercido la política nacional y regional valenciana desde el punto de vista de una España republicana federal, por eso tenía una capacidad natural de atraer a las masas y al pueblo, de aquí, pienso, se deriva el éxito de sus discursos por Norteamérica. Si bien, el segmento económico le fue favorable y más aún su personalidad, no le dieron el Premio Nobel de Literatura ni ingresó en la Real Academia de la Lengua Española por su condición de republicano revolucionario. Es decir, que para entrar en esta Real Casa había que ser dócil a la monarquía y tener amigos dentro. Pero no le hizo falta para ser tan universal como aquel ilustre Manco de Lepanto que murió pobre.
Notas
Blasco Ibáñez, V. (1976). Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Barcelona: Círculo de Lectores S.A.
Blog El Argonauta Valenciano, dirigido por Marga Preda.
Fundación Centro de Estudios Vicente Blasco Ibáñez de Valencia.
León Roca, J. L. (2002). Vicente Blasco Ibáñez Ayuntamiento de Valencia.
Pitollet, C. (1921). Vicente Blasco Ibáñez. Sus novelas y la novela de su vida Prometeo de Valencia.
Sales Dasí, E. J. (2019). Vicente Blasco Ibáñez en Norteamérica. Universidad de Valencia.