Cuando las horas te ocupan, los días se van. Si en el repaso consigues vislumbrar el haber sacado algo de provecho, te acuestas con esa sensación, extraordinaria, de paz; de no haber perdido el tiempo.
Difícilmente podemos tener éxito si no tenemos paz.
Muchas veces, todo aquello que asociamos al éxito, o como éxito, está exento de paz.
La paz interior te genera paz mental; es la ausencia del conflicto.
Podemos estar rodeados de todos los bienes materiales del mundo y no estar en paz.
El conflicto está en esas creencias que nos limitan; está en el miedo, en ese ego que no somos nosotros, pero que forma parte de nosotros haciéndonos creer lo que no somos. El ego es ilusión. Nos hace ver una realidad distinta, totalmente falsa.
La paz es terminar el día y encontrar quietud, serenidad, silencio y no dejarse llevar por esas voces externas.
Hoy no es un día cualquiera, ni una fecha más en ese calendario. Hoy es hoy. Hoy es un día menos de vida, pero también es un día más para vivir.
Podemos sentarnos y dejar que pase o, simple y sencillamente, vivirlo.
Cada día puede ser único si tú quieres que lo sea. Si quieres, hazlo.
Mañana será otro día. Mañana no seremos los mismos, al igual que no somos los mismos que ayer.
Este día no se va a repetir, así que: vívelo.
De repente creemos haber parado el ritmo. No es así.
La velocidad nos la marcamos nosotros. ¿Cuántas veces has estado sentado, parado, en un teórico reposo, y el corazón te late a una velocidad inusual o tienes la sensación de estar completamente acelerado? Es porque realmente no estamos tranquilos, en paz. Estamos llenos de conflictos.
¿Has podido estar tranquilo, en paz, estos días?
No hace falta me contestes. Lo sé. Lo normal es que no.
Yo lo intento cada día. Lo voy consiguiendo a base de práctica. La paz auténtica es práctica. Es una montaña demasiado empinada y llegar a la cima no es fácil.
No es complicado, aunque lo hacemos complicado. Nos complicamos.
¿Cuántas preguntas?
¿Cuántas incertidumbres?
¿Cuántos miedos?
De nuestra paz, de nuestra serenidad, depende mucho nuestra vida.
La paz, muchas veces, se encuentra en un instante, en una sonrisa, en una palabra. No hace falta sentarnos en la postura del loto y ponernos a meditar. No. La puedes encontrar caminando, leyendo un libro o escuchando a esa persona que quieres.
La paz se encuentra diciendo: basta ya. Basta ya de preocupaciones innecesarias; basta de esa velocidad de la vida, que nos lleva sin ni siquiera sentir que vivimos.
Tomarse un tiempo; un tiempo al día, un tiempo de desconexión, de silencio, de paz, te genera tal beneficio interior que terminas por irlo mostrando al exterior.
La paz interior es tranquilidad, bienestar, calma.
Y tú me dirás ¿es imposible?
Y yo te digo: puede que sea imposible.
La elección es nuestra. ¿Tan difícil te es elegir?
Alcanzar la paz interior, la paz espiritual, no es algo fácil. Depende de nosotros. Todo es posible si nosotros queremos que lo sea. Hacerlo es el camino. Es una decisión personal.
Debemos modificar hábitos y crear otros que nos den esa tranquilidad.
Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras. Cuida tus palabras porque se volverán actos. Cuida tus actos porque se volverán costumbres. Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque forjará tu destino. Y tu destino será tu vida.
(Mahatma Gandhi)
Unos tardan toda una vida en conseguirlo, a otros les cuesta menos.
¿Por qué no eres más consciente del momento? De hoy, de ahora. Mañana no sabes si estarás. ¿Por qué preocuparte de eso que debes de hacer mañana o de lo que puede o no pasar? Mañana será mañana.
Cuántos momentos de mi vida habré perdido, con los míos, con mi hijo, por estar pensando, organizando o programando el mañana, en vez de estar, por ejemplo, jugando con él. ¿Cuántos? Ya no van a volver.
El tiempo que tenemos es limitado. No sabemos el tiempo que nos queda.
No tenemos tiempo.
Aprende a focalizarte en lo que estás haciendo. Lo que sea. Hacer una sola cosa, ya te genera paz.
Camina más lento. No hace falta correr. No tengas prisa. A veces, por correr, puedes tardar más o, simplemente, no llegar.
Encontrar la paz depende única y exclusivamente de nosotros.