Hace poco estuve en un evento de empleabilidad y una de las conferencistas comenzó la charla con la frase: "Todo lo que piensas lo atraes, por eso siempre piensa en positivo". Como amante de las palabras, le presto mucha atención a lo que ellas quieren decir en cada texto que leo y cada palabra que escucho (o por lo menos lo intento) y esta vez no fue la excepción. Aunque sé que la conferencista tuvo la mejor intención al exponer esta frase, personalmente me creó un poco de ruido y lastimosamente me desconecté de su charla.

Esto se debió a que para mí, las palabras absolutas como "siempre", “todo”, "nunca" y "nada", me han creado últimamente conflicto. En este caso puntual, y debido a estas palabras, siento que la segunda parte de la frase (siempre hay que pensar en positivo) anuló la primera (todo lo que piensas, lo atraes). Quiero aclarar que esto es solo mi punto de vista, por lo tanto, no quiere decir que sea totalmente cierto, pero por experiencia propia, me siento en la libertad de constatarlo.

Antes, quiero confesarte que las veces que he sido muy enfática utilizándolas, poco o mucho tiempo después me ha tocado bajar la cabeza y "tragármelas" enteras cuando he afirmado

  • "Nunca viviré en Bogotá (hace poco me mudé a esta hermosa ciudad y por ahora no me imagino viviendo en otra).

  • Todos los hombres son iguales” (he empezado a conocer hombres muy diferentes pero encantadores, con corazones generosos y mentes brillantes).

  • "Siempre tengo que pensar en positivo" (he sufrido de ansiedad y los que sabemos qué es esto, nos creamos escenarios catastróficos imaginarios. Nos cuesta pensar siempre en positivo. Bueno, no se necesita sufrir de ansiedad para experimentarlo, es natural no pensar siempre en positivo y menos en situaciones difíciles).

Tampoco quiero irme al otro extremo de ser pesimista, pero una de las técnicas que me ha servido para identificar el famosísimo optimismo tóxico son estas palabras absolutas que se utilizan en algunos discursos o frases para “vender” formas de pensar y actuar. Se van convirtiendo en una especie de culto y esto me genera una piquiña mental.

Como venía diciendo, para mi es claro que no todos los días puedo estar bien o pensar siempre en positivo y sé que esto también está bien. Aquello que no nos deja ser, aquellas sensaciones que nos obligamos a tener para tapar o cohibirnos de mostrar naturalmente lo que sentimos o pensamos, es sin duda alguna, síntomas de toxicidad y debemos aprender a identificarlos y renunciar a ellos. El optimista tóxico invalida cualquier tipo de emociones que no estén alineados con el “deber ser”. Ahora bien, en este punto no se trata de etiquetar las emociones como buenas o malas, simplemente son emociones que necesitamos sentir y pensamientos que debemos dejar divagar en nuestra mente porque cada uno de ellos nos traen un mensaje oculto y debemos escucharlos.

¿Por qué nos empeñamos en ignorar nuestras emociones y pensamientos más profundos?, ¿por qué no nos permitimos llorar a "moco tendido"? (como decimos en Colombia cuando lloramos con mucha emoción), ¿por qué nos obligamos a pensar siempre en positivo si no es lo que nos sale de forma natural en determinado momento? En serio, esto solo complica y empeora aún más la situación. Acumular esas toxinas dentro de nuestro cuerpo, nos enfermará de cualquier forma y en cualquier momento, más temprano que tarde.

Siguiendo con el análisis de esa frase, debo reconocer que la primera parte es una ley para mí “lo que pensamos lo atraemos”, pero no todo (lo he vivido en carne propia. Parece magia). Para que esto sea un hecho, hay un mantra muy sencillo pero poderoso que aprendí hace poco en un retiro y me gustaría compartirlo hoy contigo: "Déjalo ser". Si, así de sencillo. Ahora bien, con esto en mente, nos permitimos alejarnos de esa toxicidad. Si hoy te sientes mal...déjalo ser. Si hay un pensamiento “no positivo” en tu cabeza, déjalo ser. ¿Qué necesidad hay de ocultarlo o ignorarlo? Si está ahí es por algo, hace parte de ti. Déjalo ser.

Cuando nos forzamos a pensar siempre en positivo, sucede completamente lo contrario. Es como si te dijeran “no pienses en un limón”: ¿en qué piensas? En un limón, ¿cierto? Así pasa con este asunto. Dejemos de luchar contra la corriente.

Entre más rápido detectemos esos pensamientos/emociones y los dejemos ser, los permitamos fluir y entendamos qué es lo que nos quieren decir, más rápido van a transitar y lograr salir para dejar entrar, ahora sí, aquellos pensamientos positivos que nos nutren y nos posibiliten atraer lo que pensamos y sentimos naturalmente y no por obligación. Solo cuando aquello que pensamos y sentimos están alineados, es cuando por fin sucede la magia de atraer lo que pensamos. A mi me pasa muy seguido y lo quería compartir contigo. Inténtalo. No se te olvide tratarte con cariño. Todo lo que sientes y piensas es tuyo, abrázalo y déjalo ser.