La primera de mis clases con mis alumnos universitarios se inicia con una encuesta. Es una costumbre que inicié hace poco más de un año y cuyos resultados analizo en artículos como este. Siempre son las mismas preguntas, buscando identificar la evolución de las percepciones sobre el presente histórico; de los «grandes procesos», evaluación, causas y aprendizaje de los hechos ocurridos en Venezuela en los últimos 21 años. La respondieron poco más de cien alumnos de una universidad privada de Caracas. Sin duda, no es representativa en el sentido de la elaboración de encuestas, pero algo nos muestra de la realidad: no hay contradicción con los grandes números de las investigaciones a nivel nacional. Lo interesante es que identifico pequeños cambios en las respuestas, aunque se mantiene la misma condena al tiempo presente.
En la primera pregunta con respuesta cerrada (de muy buena hasta muy mala) sobre la evaluación que tienen de la vida bajo el régimen chavista (1999-2020): el 84.5 % la calificó entre «muy mala» o «mala». Aunque, en marzo, «muy mala» solo representaba el 51% y «mala» el 34%, hoy, la peor calificación representó el 37.8 % y «mala» el 46.7 % ¡Se invirtió!
Ya la percepción no es tan radical. Sigue siendo negativa, pero no tanto como antes de la pandemia. En marzo, el 15% restante la consideraba «más o menos», lo cual se mantiene y un alumno la considera «buena». Estas cifras son: ¿adaptación?, ¿conformismo?, ¿aislamiento de la realidad y solo están pensando en que deben ser optimistas? ¿Al final, pertenecen a la clase alta y media y la crisis no les afecta igual que a las mayorías?
En relación con las otras dos preguntas que son de respuestas abiertas, con una o dos palabras, y se refieren a las causas de los problemas que hoy padecemos y el aprendizaje que nos han generado, se tienden a repetir las mismas palabras. Sobre las causas, aunque están las mismas de siempre, ahora, el «socialismo-chavismo» no ocupa el primer lugar como en marzo, sino la «mala educación e ignorancia» y este pasa al tercero. La «mala política o gestión de gobierno (corrupción)» es la segunda. En el pasado, pocos decían: «el pueblo es ignorante», hoy son más, aunque es de las últimas causas. Los «militares» y la «crisis económica» aparecen por primera vez con algo de frecuencia.
En lo relativo a la tercera pregunta sobre el aprendizaje, la inmensa mayoría repite aspectos relacionados con la «supervivencia», como: «resistencia», «resiliencia», «valorar lo que tenemos», «paciencia», «austeridad» y, en segundo lugar, la gran enseñanza es que «el socialismo no sirve o es malo».
También está la valoración de formarse y de la democracia. Aparecieron, peligrosamente, un mayor número, en comparación con anteriores encuestas, de los que podríamos llamar desesperanzados con frases como «nada sirve» o los «venezolanos son los culpables». Al menos, cuatro hablaron de «solidaridad».
Se confirma en cierto modo que el chavismo parece haber llegado a su «piso» de 15% de apoyo aproximadamente, lo cual siguen mostrando las encuestas, aunque con tendencia a reducirse un poco más. Hay un repudio generalizado de todo lo que esté relacionado con los que mandan, pero sigo observando un alejamiento del tema político y una mayor tendencia a encerrarse en sus respectivas «burbujas». La emigración como respuesta a la crisis es dominante en los jóvenes. El presente para ellos es comprendido como una etapa de entrenamiento y formación, pero su futuro no es Venezuela.
La valoración de la educación por su parte es algo que siempre me anima en mi labor universitaria. No son personas cínicas ni que han «tirado la toalla», aunque no puedo negar que hay una minoría con rabia o frustrada. Es triste percibir esto cuando, precisamente, viven la etapa del idealismo y los sueños, en especial de un mundo mejor. Digamos que buscan justicia. No podemos llegar a otra conclusión sobre la dureza de los tiempos que padecemos.
Aunque su nivel social aminora el «golpe» de la tragedia nacional, ha sido algo que no los ha dejado indiferentes. Hay esperanzas porque no los han insensibilizado y creen en las posibilidades de la formación y de la democracia. La tiranía no ha logrado sembrar su rechazo a las libertades y al anhelo de una vida mejor. Eso ya es un acto de resistencia que promete el cambio, ¿pero cuándo?