El maestro Hugo Luza es un amplio conocedor del entorno, cultura y legado de la civilización inca. Su formación académica es la fisicomatemática y, en la actualidad, acuerpa el Consejo de Investigadores de la Escuela de Físico Matemática, Universidad Nacional San Antonio, Cusco, Perú. Lo abordé para escuchar sus explicaciones de una ciencia y un arte aunado en la cuna de la cultura inca.
La materia tierra en el arte actual
En las manifestaciones artísticas del ayer, la tierra era el paisaje. En el arte actual, la obra surge en la interacción del artista con la materia origen del planeta; ¿se le puede considerar Land Art, a aquella ingeniería agrícola andina en el oriente peruano, conocida como Maras Moray, terrazas agrícolas abundantes en el Valle Sagrado? La Pachamama (la naturaleza) surte la tierra, pero, a la vez, proporciona la sabiduría para idear las herramientas y encontrar los procesos necesarios para sacarle frutos al planeta, y, al alcanzar tal grado de perfección, que son estética funcional, son arte.
Valle Sagrado inca
Tengo una seguidilla de interrogantes para esculcar la visión de Luza, de esa naturaleza que se comporta como «diosa dadora», la cual, da tierra, pero también talento para conformar su cultura agraria. ¿Cuál es su reflexión al respecto? ¿Es el complejo de Maras Moray un ejemplo vivo de esta donación sagrada para con los habitantes de aquella gran civilización inca? ¿Qué dimensión alcanza el vocablo «espiritual», comprendido en ese entorno de actividad e inteligencia para explotar con tolerancia los dones de la naturaleza? ¿Cómo o de qué manera llegaron los incas a idear y edificar esas estructuras geométricas, geodésicas, toroidales, armónicas, que se aprecian en el singular complejo de Maras Moray?
Quiero enfatizar —comenta Luza—, acerca de las energías que fluyen en esas terrazas o círculos concéntricos con paredes de piedra, que son proporcionales al flujo energético toroidal, el cual gira en cada zona o terraza del complejo. Las piedras transfieren la potencia térmica recogida del sol, y la dirige hacia la masa de fuerzas toroidales, que alcanzan una frecuencia según el nivel energético transferido por tales piedras.
Encuentra sentido en las ecuaciones diferenciales de Lagrange, que podríamos tomar de la diferencia integral de una temperatura A, a una temperatura B, por la diferencial de la temperatura y velocidad del fluido o ente potenciador, respectivamente en el área comprendida entre una altitud A, a una altitud B. Estamos hablando, por lo tanto, de diversas variables o factores de la teoría toroidal.
¿Cuál es mi reflexión al respecto, en la visión de que la naturaleza se comporta como una diosa dadora? —se interroga Luza, al mismo tiempo que se responde—, todo es energía, todo tiene vida. Aquella piedra que está lejos de mí, que la veo, tiene vida. Desprende un haz de luz fotónico, que mis ojos perciben, desprende una energía y esa fuerza la puedo captar mediante mis ojos y proceso de visión, igual que aquel papel que está sobre la mesa, desprende otro haz fotónico con diferente frecuencia. Y así puedo percibir diversos colores, diversos objetos con mis ojos porque desprenden energía, proyectan una vibración. Es un talento o don que nos fue donado.
Maras Moray
Es un complejo localizado en la comunidad de Maras, en la zona de Chinchero, a unos cincuenta kilómetros al oriente de la ciudad de Cusco.
Si entendemos que la potencia calorífica acumulada en las terrazas de Moray, por el anillo de piedras —agrega el maestro Luza—, es totalmente proporcional a la energía calórica que fluye en la masa toroidal, estamos hablando entonces de una fuente de poder cuántica. Otra cualidad fundamental, está en el diámetro de los anillos, que es proporcional a las temperaturas que fluyen en cada una de estas terrazas.
Si el área de la pared de piedra emana cierta temperatura, para que ese fluido circule y mantenga la temperatura, requiere la misma dinámica en el siguiente anillo, pero que sea proporcionalmente más grande, y así sucesivamente, el diámetro va a ampliarse.
Los ancestros incas lo hicieron circular, para que la masa aérea energética fluya alrededor y lo haga de manera horaria. Entonces hablamos de mecánica cuántica, que es la transferencia de temperatura. En el caso de Moray, representa la transferencia térmica por parte de la pared de piedra, hacia el fluido toroidal que rota en cada terraza.
Entendemos que las ondas son senoidales y cosenoidales, estas se comportan como sogas, como hebras que están dando vueltas constantemente debido a los vientos. Para que no haya disminución energética, se hicieron anulares, de lo cual se deduce que los abuelos conocían la estructura geométrica modular anular y radial de la circunferencia. Las gradas en las paredes son direccionadores, para que dichas fuerzas senoidales y cosenoidales fluyan de esa manera, dentro de un orden que mantenga las temperaturas respectivas en cada terraza. Decimos que es fuerza cuántica, en tanto podemos apreciar que en cada anillo se cumplen, tal y como ya se afirmó, las ecuaciones diferenciales de Lagrange.
Abundante producción hortícola
Es hasta hace unos cien años que conocemos estas ecuaciones, y la matemática newtoniana útil para construir centrales termonucleares, pero aquí, mis ancestros, ya lo conocían, cumple toda esa matemática por lo que podemos deducir que Moray, en consecuencia, es un reactor de energía ilimitada. Es un reactor de energía toroidal.
Es maravillo que los abuelos nos heredaron esta ciencia y tecnología, que, en Moray, más de ciento cincuenta y seis tipos de plantas habían sido domesticadas para la alimentación del planeta tierra. Ahí se generaron más de tres mil variedades de papas, diversas variedades de maíces, colores, sabores texturas, …achiucas, chivichuas …, tomates andinos, que pueden cosecharse en cualquier altitud. Ahí se domesticaron plantas porque ellos podían tener diferentes frecuencias de variedad, en los pisos ecológicos del complejo, o lo que bien se podría llamar laboratorio de producción de alimentos.
Sabiduría ancestral
Los incas eran hombres sabios, recién ahora los entendemos. Ellos conocían acerca de las energías y toda esta ingeniería. Lamentablemente se ha perdido porque el hombre que vino del otro lado del mar impuso su forma de pensar, sus creencias, y destruyó todo aquello tan sabio y ancestral. Es sabido, y es la visión suya, la del entrevistado, que la religión restringe la mentalidad humana.
Si el ser humano empieza a observar la naturaleza, con todo ese respeto y amor, va a llegar a integrarse con ella. Aquello es sagrado en tanto es hecho para hacer el bien. Pienso que esto ha acontecido con la cultura preincaica, que se integraron en armonía con la naturaleza. Ellos sabían de frecuencias y vibraciones.
Lo observamos en Moray —y esto me complace pues ya tenemos más de cinco años de investigar este sitio y aún no hemos terminado—, de los toroides en ese lugar, pues en cada terraza se genera diferente temperatura, hay un grado de diferencias, se conforma un toroide en cada terraza. El diámetro de cada una de esas estructuras armónicas naturales es proporcional a la altura de la pared de piedra. La potencia calorífica acumulada por dichas piedras es proporcional a la energía que fluye en toda la estructura emanadora de poder energético y, por ello, aprecio que estamos hablando de Mecánica Cuántica.
La ciencia de Moray y su entorno
Entonces, cada estructura toroidal tiene un nivel energético y una frecuencia, además de una temperatura diferente en cada terraza. Si observamos las tomas de viento que provienen de la selva amazónica, las cuales cruzan la cordillera de los Andes orientales, y los vientos helados son captados por una hendidura, para ser direccionados hacia esas curvaturas, y esos deflectores de viento se acomodan a su formas morfológicas y topológicas que en principio son ecuaciones logarítmicas.
La primera de la base es igual a F de x a la 2x, la segunda función es f de x igual al logaritmo natural, factor de x más uno, es un logaritmo refractario. Todas esas curvaturas son logarítmicas refractarias, pues la naturaleza, en toda su magnitud, está hecha de estos mismos esquemas matemáticos. Las células están constituidas por la mitad de la mitad, y la mitad de esa mitad, etc.
Incluso, se aprecia en la resistencia de un árbol al viento, su grado de resistencia a pandearse, es porque su curvatura es totalmente logarítmica, pues en cada punto de ese logaritmo, es exponencial a la resistencia o impacto del viento. Si las plantas tuviesen la curvatura redonda, o tal vez parabólica, se rompería, no resistiría.
Visión del universo
Si entendemos que el universo es un gran toroide, la Vía Láctea también lo es. Las fuerzas de nuestro planeta también lo son, el universo, la tierra, el ser humano tienen vida porque su aura es toroidal. Pero es hasta estos tiempos que estamos entendiendo esta armonía natural. Las frutas son toroidales. La flor, una mandarina, la manzana son toroides. Tienen vida, cada una con diferentes frecuencias y niveles de vibraciones energéticas. La más pequeña estructura de este carácter que se conoce es un glóbulo rojo, ente electrizado que lleva la potencia a diferentes partes del cuerpo. Cuando un ser humano es concebido dentro del útero materno, empieza a generarse un aura toroidal, remolino que remarca la cabeza.
Y si vamos a entrar en el entendimiento de la energía de la madre tierra, y que por ello nuestros ancestros incas representaron a la Pachamama con una espiral, es porque es dadora de vida infinita. La espiral representa la energía toroidal vista en planta, desde arriba. De todos es conocido que la espiral logarítmica aurea estirada, representa la curva del ADN, origen de la vida
El keokero, vaso o copa ceremonial inca, que tiene la forma de un reactor atómico para producir electricidad, es el centro de este modelo de poder, y eso se sabía desde hace más de diez mil años.
Los incas y el universo
Referente a las edificaciones, en Sacsayhuaman, complejo arqueológico ubicado sobre la ciudad de Cusco, las puertas de la ciudad se encuentran alineadas con las constelaciones. Uno de los portones apunta a la constelación de Orión, otros están apuntando hacia la Cruz del Sur, la ciudad misma está orientada con las estrellas.
Los incas plasmaron esos constructos observando el universo. La Vía Láctea en el quechua es el Chaskamayu. El Willkamayu, río sagrado que recorre todo el Valle Sagrado de los incas, está alineado a los 254 grados, y se alinea con el 00, del 22 de noviembre al 22 de febrero.
La energía cósmica que recibe el Valle Sagrado es alta, por eso es por lo que tenemos el maíz más grande del mundo, los productos son muy cargados de sabor, pues la potencia cósmica es muy fuerte.
La constelación de la llama es Ollantaytambo. La constelación del cóndor es Machu Picchu. La constelación de la perdiz es Pisaq. La constelación del puma es Cusco, Yanahuara es el Sapo; ellos estaban redoblando el universo acá en este valle. La cultura más antigua conocida era la de Tiahuanaco, con más de 10 mil años de antigüedad, de conocimientos, y la inca han sido la confederación de culturas preincas, que seleccionaron lo mejor de lo mejor, para transmitir estos conocimientos.
A manera de conclusión
El maestro Luza (Waskar Q'ente nombre andino) es un potenciador o toroide de su propia cultura; además de fisicomatemático es un artista, crea grabados escarbados en el cuero, donde recrea narrativas e imaginarios simbólicos del sitio. Lo conocí en 2018, cuando explicaba a un grupo visitante a Maras Moray, acerca de aquella impresionante estructura.
De la teoría del diseño aprendí la estructura modular radial y anular del círculo, y de la esfera solo conocía la modularidad de sus gajos, que son una modularidad geodésica. Pero en esos momentos me quedó además la referencia a sus ancestros, los incas que, según Luza, eran muy selectivos, orientaban a los niños más inteligentes de cada comunidad y los educaban con lo mejor de sus conocimientos. De manera que lo considero a él, como a uno de esos chicos fogosos, pero que su mente es un potenciador de aquella gran cultura.