Lo encontrarán los sábados en la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica, rodeado de jóvenes y viejos poetas; todos aprenden de él, todos lo escuchan atentamente. Y es que Ronald Bonilla es maestro de maestros; son más de una centena los poetas costarricenses que ha formado a través de su vida.
El maestro Bonilla ha ganado múltiples premios en su carrera como poeta en Costa Rica, entre ellos, el más importante, el Premio Magón de Cultura, máximo reconocimiento que da nuestro país en el campo de la cultura.
En esta entrevista que le hace Wall Street International Magazine, el poeta nos dice lo siguiente:
¿Cómo nació en usted el poeta?
¡Eureka! El poeta estaba ahí cuando nací…
¿Cómo cuántos poetas ha formado en el transcurrir de su vida?
Los poetas se forjan en su soledad, con sus lecturas, yo solo he impulsado a cientos como me impulsaron a mí en el Círculo de Poetas Costarricenses.
¿La poesía le hace feliz? ¿Qué hace feliz a un poeta?
La felicidad siempre es relativa, porque sin el dolor, no podría existir. El poeta no logra la felicidad, solo momentos epifánicos, solo la liberación, la revelación de instantes perdurables. La poesía nos salva, se ha dicho mucho, pero más que ello, nos permite plantar una voz capaz de comunicarse con otras, aunque estén en silencio.
¿Que significó para usted el Premio Magón en el año 2015?
Es solo un hecho para seguir trabajando, un pequeño impulso. Como todos los premios, nos permiten quizá que nos lean un poco más, que nos conozcan y, si con ello, nuestros textos pueden ayudar a otros, bienvenidos.
Hoy usted se está proyectando a nivel internacional. ¿Es importante?
Lo importante no es el ego, que corre peligro de inflarse; es que lo dicho, lo cantado, lo textual tenga un lugar en los demás porque vale en su propuesta, vale en su alcance, en lo que intenta dar y transformar. Eso solo lo conoce el futuro. La expansión es la del espíritu que va por dentro en los poemas, lo demás es solo parte de un periplo que tiene significación en el diálogo que establezca con la otredad.
¿Cuáles son hoy los poetas que más admira, tanto en Costa Rica como a nivel internacional?
En Costa Rica, me sorprenden muchos poetas que conocía bien y otros que desconocía, viejos y jóvenes, si es que existe la edad en la buena poesía. Debo mencionar a Jorge Debravo, Laureano Albán, Julieta Dobles, Rodrigo Quirós, Alfonso Chase, Marco Aguilar, Arabella Salaverry que iniciaron mi generación. Pero antes, a Lisímaco Chavarría, Roberto Brenes Mesén y Rogelio Sotela en el modernismo. A Julián Marchena en el posmodernismo, a Eunice Odio, por supuesto, a Max Jiménez, Isaac Felipe Azofeifa, Virginia Grútter, Carlos Rafael Duverrán, Carlos Luis Altamirano, Mario Picado, Charpentier, Fernando Luján, Fernando Centeno Güell, Ana Antillón.
Luego, Lucía Alfaro, Leda García, Marlene Retana, Gustavo Solórzano Alfaro, Narcisa Castro, Pablo Narval, Carlos Villalobos, Alejandra Castro, Guillermo Fernández, Mía Gallegos, Ana Istarú, Miguel Fajardo, Edmundo Retana, Silvia Castro, Adriano Corrales, Nidia Marina González y tantos otros.
Por supuesto, si menciono al resto del mundo, no acabo nunca: me marcaron sobremanera Neruda, Vallejo, Hernández y Lorca, y luego Borges y Paz. También Rilke, Elliot, Whitman, Mistral, Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Cuasimodo, Saint John Perse, Baudelaire y Rimbaud, Salinas, poetas rusos de la primera mitad del S.XX, tantos que es imposible mencionarlos. Olga Orozco, Raúl Zurita, Ledo Ivo, Rosario Castellanos, Pablo Antonio Cuadra, Claribel Alegría, Gamoneda y otros que se van develando ante mis ojos.
¿Debe un poeta para ser original romper estructuras?
Esto no es antojadizo, se rompen por necesidad expresiva del ser. Algunos son muy buenos y no han roto ni un recipiente, lo son porque se insertan en la tradición y le dan su propia voz y está llena de algo diferente, que no se propuso nunca la ruptura. Otros, se rasgan y rompen todo lo que encuentran, su espíritu rebelde los lleva a un camino de locura. Quizá son aquellos genios de cada época, pero también los más incomprendidos, y nos desbordan.
¿Es cierto que todos nacimos poetas?
Todos nacimos para ser niños primero y es lo mismo, solo los niños y los poetas logran, desde la ensoñación, un mundo nuevo, y ahí incluyo a todos los artistas, los poetas de la música, de las artes plásticas, etc. Luego, la sociedad se encarga de ir asesinando a los infantes y muchos ni siquiera pueden ser tocados por la poesía, hasta que algo se revela en su interior, un recuerdo cardial, que no sabemos desde cuando estaba ahí.
¿Cuáles son sus principales lecturas?
Esto es innumerable: hace poco publiqué diez portadas e hice chanchullo a veces poniendo varias; dejé por fuera a Vallejo que es quizá mi poeta preferido, pero puse a Laureano Albán, Pablo Neruda, García Lorca, Shakespeare, Cervantes, Tolstoi, Cortázar, Borges y García Márquez. Dejé por fuera a Dostoyevski y a Darío, al teatro griego y a la Odisea, y al Cantar de los Cantares, a Pedro Páramo y a Lezama Lima, y a Fuentes, Paz y Huidobro, a Buero Vallejo y a Fadeiev y a Sholojov, a Juana de Ibarborou, Gabriela Mistral, Delmira Aguistina, Alfonsina Storni, a Barba Jacob y a grandes narradores nacionales como Tatiana Lobo, Ana Cristina Rossi, Carlos Luis Fallas, José León Sánchez , Fabián Dobles y Joaquín Gutiérrez, a Nicolás Guillén y Alejo Carpentier. Increíble la lista, no puede acabar nunca y apenas se inicia. Dios me dé tiempo.
¿Cuáles son sus obras publicadas, Don Ronald?
Viento Adentro. Colección Líneas Grises. Círculo de Poetas Costarricenses. 1969.
Las manos de amar. Editorial Costa Rica. 1971.
Consignas en la piedra. Editorial Territorio. 1974.
Soñar de frente. Premio joven Creación. Editorial Costa Rica. 1977.
Manifiesto trascendentalista y poesía de sus autores (en coautoría) E.C.R. 1977.
Un día contra el asedio. Editorial Mesén. 1999.
Porque el tiempo no tiene sombra. E.C.R. Premio Nacional de Poesía Aquileo Echeverría. 2001.
A instancias de tu piel. Editorial Géminis y Universidad Tecnológica de Panamá. Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán. 2001-2002.
La Ciega Certeza. Ediciones Perspectiva Trascendentalista. Círculo de poetas costarricenses. 2005.
Después de soñarte. Editorial UNED. 2008.
Sed de otras piedras. EUNED. 2012.
Apuntes para un grafiti. Premio Una Palabra. Editorial UNA. 2014.
Hoja de afiliación y otros clichés. EUNED. 2015.
El libro del (Buen) amor. Casa de poesía. 2016.
Los últimos cuervos. EUNED. 2018.
Recurso de amparo. EUNED. 2019.
Cabos sueltos. Poiesis Editores. 2020.
Antología Poética. Municipalidad de Lima, Virtual.
En proceso, Primer tomo de obra en marcha: Tiempo sin sombra. EUNED.
Cinco poemarios inéditos y un libro de ensayos.
Acaba de ver la luz su libro Cabos sueltos. ¿Qué temas trata? ¿Cuáles son las influencias?
Es un libro de poesía intenso, pero que no quiere ser triste ni pesimista, sino poesía un poco liviana; hay poemas de amor, poemas de metalenguaje que plantean elementos estéticos, algunos muy trascendentales, otros más irónicos. El libro nace con poemas inspirados en imágenes, por lo que dejo unas 16 imágenes para que se comprendan mejor los textos líricos, también se aborda el tema de las estaciones: otoño, primavera, verano e invierno…desde la perspectiva costarricense donde las estaciones que existen son solo la lluviosa y la seca, no tan seca, y con una mirada a intertextos que producen ese asomarse al exterior. Hay también un poema inspirado en la idea de que hay poetas virtuales y un juego poético con títulos de poemarios de amigos y de poetas admirados…Quise publicar un libro que fuera buena poesía, pero que no perdiese el cometido de entretenimiento, que se disfrute y no nos apesadumbre, donde la nostalgia y la saudade se emparenten con el milagro del vivir y de la cotidianidad.
¿Qué papel están jugando hoy las redes sociales en cuanto a la poesía?
Bueno, es un instrumento importante para la difusión, de ahí se desprende que hay mucho aficionado y mucho buen poeta usando las redes sociales, y que hay muchos lectores. Como medio, aún no ha logrado que la difusión vaya en proporción a la comercialización de libros, ya sea por medios virtuales o en papel, para lo cual podría coadyuvar más. Hoy, por la pandemia, las actividades presenciales se han estado sustituyendo por actividades virtuales que cada día logran ampliar los espectros presenciales, en recitales, conversatorios, charlas, talleres y presentaciones de libros. Por supuesto, a todos nos hace falta el abrazo presencial. Los pequeños editores y los libreros pequeños aún no hemos desarrollado sistemas de distribución del libro que sean capaces de subsanar la ausencia de la venta directa, que en la poesía es esencial por ser un nicho muy específico.
¿Qué piensa de la poesía joven que empieza a emerger en Costa Rica y en el mundo?
Como en todo, habrá quienes queden para el futuro. Muchas voces serán consideradas por el canon, no solo por la calidad, sino porque agregan un factor antes no existente, como lo está siendo ahora el lenguaje procaz o los temas de diversidad de género. Pero esto no significa que tendrán gran acogida en el público lector. Hay muy buena poesía entre gente joven, pero también lo contrario, el poco uso de un lenguaje poético que incorpore otros lenguajes, que diga con creatividad las experiencias de la juventud en este mundo convulso, como siempre, nos dejará voces capaces de trascender y muchas otras que irán al cajón del olvido.
El futuro del libro...
Como romántico, amo el libro en papel, pero el libro no es la forma en que se contiene, así que en papel o en otros medios, sobrevivirá la experiencia de leer la gran literatura de ahora y de siempre, aunque los lectores serán una minoría siempre, serán la minoría que más influya en el resto.
¿Morirán las imprentas?
Las imprentas tal vez no, pero deberán complementar su labor o reinventarse. Lo que es más cierto, es que los editores y las editoriales sí seguirán existiendo, porque las ediciones virtuales también nos necesitan.
¿Sería muy triste un mundo sin poetas?
Lo triste será un mundo sin poesía.
Hacia dónde va la poesía ¿Tiene futuro o se irá perdiendo en este mundo frío y tecnológico?
Siempre será un ejercicio de minorías, pero quizá, al final, sea el idioma que prevalezca cuando ya todo se haya derrumbado. El arte, algo del arte, sobrevivirá.
Don Ronald, usted ha creado el movimiento trascendentalista. ¿Qué proyección ha tenido este movimiento poético en Costa Rica y el mundo?
Primero el silencio, pero luego hasta poetas y grupos de otros países siguen sus lineamientos, como el Grupo de Aranjuez en Madrid. Ahora bien, los cuatro jóvenes que nos atrevimos a dar o recordar esos postulados, hemos tenido que revisar muchas de nuestras ideas, de complementarlas y de hacer la crítica de los contenidos excluyentes y de terminar comprendiendo que es solo una opción, y que nosotros mismos podemos andar hoy en día en otras direcciones, aunque, en mi caso, establezca ahora un diálogo con la poesía coloquial e irónica, la veta temática de lo metafísico sigue siendo importante. Y dentro de ella, la poesía social nunca fue descartada, como parecen querer decir algunos críticos. Para mí, junto con la poesía amorosa, la poesía social sigue siendo una de mis aristas principales y, de hecho, muchas veces se confunden y entremezclan lo amoroso, la denuncia social y lo revelativo. Todo desde una perspectiva humanística solidaria que reivindica la libertad del ser y de los pueblos.
Es así como descubrimos al poeta, con sus amores y sus demonios, con su luz y su penumbra. Él se nos devela como un hombre abierto y directo en sus respuestas. El maestro se despide alejándose hacia el calor de su hogar, al lado de su esposa, Lucía Alfaro, también poeta. En tiempos sin pandemia, todos los sábados en la UNED, Ronald Bonilla, cargado de luz y paciencia se reúne a dirigir el Grupo Literario Poiesis, mismo que lidera junto con su esposa, con el apoyo de la también Premio Magón de Costa Rica, Julieta Dobles Izaguirre.