Es cierto, hay gente mala y seguramente en tu vida la has encontrado. Personas que disfrutan al causar daño, con un nivel de maldad que va desde la inmadurez psicológica hasta la psicopatía o sociopatía clínica.
Incluso estoy seguro de que al leer «persona mala» has pensado en alguien en concreto de tu vida que te hizo o te está haciendo la vida imposible.
No soy un moralista, nadie es totalmente bueno. Todos hemos mentido, todos hemos sido egoístas en algún momento, pero, eventualmente, hay personas cuyas conductas, puestas en una balanza, terminan pesando más por nocivas que por nobles.
La televisión y los políticos no paran de recitar una y otra vez que «el coronavirus ha sacado el lado más altruista y bueno de la gente». A lo mejor es verdad en algunos sectores, tal vez es un 50-50, pero no puedo parar de pensar en todo lo malo que he vivido durante esta pandemia por culpa de esa gente en la cual me centro aquí.
El concepto de maldad puede ser muy extenso, de hecho, quizá parezca algo anticuado o bíblico. Ahora están más de moda apodos como “persona tóxica” o “vampiro emocional”. Pero hay unas características en común y quiero hacer un decálogo para que puedas reconocerlas.
-Niegan los hechos, aunque sean evidentes. Las personas malas son cobardes, son aquellos que lanzan la piedra y esconden la mano, y que, además, siempre tienen piedras preparadas. Intentarán darte una versión de los hechos, pero a otra persona le referirán una muy distinta. Por eso, con estos tipos de personas hay que hablar cara a cara, a la luz del sol, con testigos y, si es posible, - por ejemplo en entornos laborales-, registrar todo por escrito para tener pruebas de sus mentiras.
-No tienen sentimientos de culpa. Una mala persona siempre tiene una justificación para sus actos, sean los que sean, y no verá maldad en ellos. En su mente maquiavélica lo que ha hecho está bien, o lo que se debía hacer, porque, según ellos, era lo correcto.
-Por eso, muchas veces se hacen las víctimas, para dar la vuelta a la tortilla y hacerte sentir a ti como el culpable de la situación. En las relaciones de pareja pueden llegar incluso a simular una enfermedad grave para generar empatía, atención y apego social.
-Son controladores. No solo con los demás, sino con ellos mismos. Con los demás controlarán lo que haces. Ahora, con las redes sociales, todos estamos expuestos a que la gente sepa lo que hacemos. Estas personas tomarán pantallazos de tus publicaciones para hacerlos circular con la intención de criticarte o perjudicarte. Pero también son controladores con ellos mismos: no se gustan en realidad, no se bastan, de ahí que necesiten desahogarse con otras personas y controlar, a cada momento, la imagen que quieren trasmitir a los demás.
-Odio sin lógica. No busques el porqué de sus actos, no tienen lógica, solo en su mente enferma pueden tener alguna. Y siempre, si buscamos en su historia, podemos encontrar infelicidad y un largo historial de deficiencia emocional que se vuelve crónica y produce quistes emocionales. Se frustran con facilidad, no manejan la envidia, no saben canalizar su ira, no entienden sus tristezas, no tienen inteligencia emocional. -Tienen muchas caras. Por este motivo, no los ves venir. Se mostrarán amables cuando les importa y les conviene, pero, en realidad, son personas que experimentan fuertes transiciones entre intensos estados emocionales negativos y positivos. Un día te sonríen y otro día te quitan el saludo, que mi sabia madre me enseño que no se quita a nadie. En el fondo sienten emociones negativas como celos, envidia, ira o agresividad.
-Te manipulan sutilmente. Aquí necesitas una gran capacidad de observación para ver cómo hablan y reconocer su comunicación no verbal.
-Suelen engañar a todos. Pregunta a los demás sobre esta persona sin hacerte sugestionar, porque verás que muchas veces ha utilizado los mismos patrones con otros.
-Son personas egocéntricas. Algunas pueden tener patrones narcisistas. Recuerdo un exjefe que en lugar de escucharme se miraba continuamente al espejo peinándose o marcando bíceps. Así pues, son personas que no tienen empatía, todo el mundo gira entorno a ellos y los demás en su órbita.
Finalmente, si estás teniendo problemas con estos tipos de personas, no utilices libros de autoayuda, busca la solución en los antiguos filósofos, como Marco Aurelio que escribió que «la mejor venganza es ser diferente a quien causó el daño».