Esta semana será decisiva para ver si los italianos han sido o no han sido «virtuosos»: del número de nuevos contagiados dependerá la posibilidad de seguir en esta Fase 2, o si será necesario volver a las restricciones.
Lunes 4 de mayo
Hoy, después de 50 días de (semi) enclaustramiento, atravesé las fronteras de mi barrio para ir fisioterapia, ya que, aunque nunca he jugado tenis en mi vida, uno de mis brazos empezó a reclamar y molesta bastante. En fin, problemas de calendario. No había demasiada gente en las calles, aunque por el tráfico, más intenso que en las últimas semanas, se advertía que algo había cambiado.
La mayoría de las personas «enmascaradas», algunas incluso «enguantadas». Aunque no tomé transporte público, los buses se veían casi vacíos. Con todas las personas sentadas, lo que es bastante inusual en Roma. Y según los telediarios, tampoco hubo problemas en los metros, lo que es una hazaña, sobre todo porque de las tres líneas de metro romanas, dos de ellas se cruzan en la estación central de Roma, Termini, y una de ellas sigue hasta el Coliseo, mientras la otra va al Vaticano. Claro, en este periodo no hay turistas, pero de todos modo esta línea atraviesa el centro de Roma. Veremos en los próximos días.
Martes 5 de mayo
La antigüedad romana le sigue hablando al mundo. Las últimas lluvias de hace un par de semanas habían abierto una pequeña grieta en la plaza frente al Panteón, este famoso monumento en el corazón de Roma, construido entre los años 27 y 25 a.C. como templo para honrar a las divinidades «pasadas, presentes y futuras». Como estábamos en plena cuarentena, en una Roma prácticamente desierta, el asunto pasó casi desapercibido, aunque en los años 90 en las cercanía ya se habían encontrado trazas similares mientras se construía una galería subterránea.
De inmediato hubo que llamar a la Superintendencia de Bienes Arqueológicos, y, como siempre sucede en esta ciudad cuando se excava, la famosa grieta reveló una sorpresa: siete placas de mármol, de unos 80 a 90 centímetros aproximadamente, ubicadas a unos dos metros y medio del nivel de la calle. Se remontan a la época del emperador Adriano, que ordeno la reconstrucción del monumento tras un incendio que prácticamente lo destruyó el año 80 d.C.
A propósito de este emperador, una novela imperdible son Las Memorias de Adriano, de Margherite Yourcenar, en la que el emperador en una hipotética carta dirigida a su sucesor Marco Aurelio pasa revista a su vida pública (sus triunfos militares, su amor por la filosofía y las artes) y privada, sobre todo su pasión por el joven Antínoo. Cuando ya no seamos rehenes de virus y pandemias vale la pena visitar la Villa Adriana, ubicada en Tívoli un pueblito cerca de Roma. Fue la residencia dorada del emperador Adriano, construida en el siglo I d.C , que según algunas fuentes, habría dedicado a su joven amante.
No hubo problemas el primer día de la Fase 2, excepto las filas en... ¡los bares! Hay que acordarse de que en Italia los bares nosolo venden licores, sino sobre todo café. Para quienes no conocen la idiosincrasia itálica el hecho de que la gente haga fila en el bar podría no entenderse mucho. Es que aunque este país no sea productor de café, sus habitantes son «cafédependientes», y los hay de todos tipos: ristretto (ultra fuerte), lungo (más aguado), macchiato (con unas gotitas de leche), aunque también aquí hay variables, puede ser macchiato caldo (con leche caliente), macchiato freddo (con leche fría), corretto (con algún tipo de trago fuerte); americano (en taza grande y con bastante agua).
En general los italianos son bastante tolerantes, excepto cuando se trata de pasta, pizza o café. Ahí no hay tolerancia que valga. Como no soy hincha, se me olvidaba el fútbol, el otro gran amor de los habitantes de este país. Cuando la conversación con un italiano (o italiana, cierto, a veces es difícil esquivar el lenguaje sexista) entra por alguno de estos derroteros, es mejor no disentir. Y a propósito de fútbol esta semana tendría qué decidirse que pasa con el campeonato italiano, ya que si bien algunos equipos tendrían que empezar en los próximos los entrenamientos colectivos, no se sabe aún cuál será el desenlace.
Miércoles 6 de mayo
Si no fuera porque es una noticia dramática y sobre todo extraordinariamente peligrosa, entraría en el rubro de una mediocre novela de espionaje: un intento de invasión armada por mar a Venezuela el pasado fin de semana (domingo 3 y lunes 4), cuyos detalles dio a conocer hoy el Presidente Nicolás Maduro en rueda de prensa virtual. El primer grupo intentó entrar por las costas de La Guaira, cerca del aeropuerto internacional Simón Bolívar (por lo tanto cerca de la capital, Caracas), mientras el otro lo trató de hacerlo por un pueblito de pescadores, Chuao, a unos 10 kilómetros en línea recta.
Quince personas fueron detenidas, entre ellas entre ellas dos estadounidenses, Luke Denman, de 34 años, y Airan Berry, de 41, ultracondecorados en su patria, pertenecientes a los Boinas Verdes (como se conoce a los integrantes de las fuerzas especiales de ese país), que dirigían las dos incursiones armadas. El resto de los detenidos eran venezolanos, algunos de ellos desertores de la policía y del ejército de su país, entrenados en los campos organizados en Colombia por el general retirado, también desertor, Cliver Alcalá.
En marzo recién pasado, tras haberse descubierto la participación de Alcalá en la introducción de armas desde Colombia para grupos de la oposición venezolana, y sus declaraciones públicas sobre la participación del líder de la oposición Juan Guaidó, con asesoría estadounidense en un plan para asesinar a Nicolás Maduro, se habría «entregado» a Estados Unidos, donde está acusado de narcotráfico.
Siguiendo con las «curiosidades» las autoridades estadounidenses, a partir de Donald Trump, declararon que no tenía que ver nada con la incursión del fin de semana . Incluso el secretario de Estado Mike Pompeo (con su mejor pinta de gángster de los años 50, para lo que le falta solo el sombrero ladeado y el puro) declaró con desparpajo «si lo hubiésemos organizado nosotros no hubiéramos fracasado». Se ve que el responsable de la política exterior estadounidense cojea un poco en lo que a historia se refiere, aunque sea la de su propio país.
Pero no sería malo que se acordara de lo que pasó en 1961 en la Bahía Cochinos, en las costas cubanas, cuando su país intentó derrocar al Gobierno de Fidel Castro y salieron «arrastrándose como gusanos», según palabras textuales de Castro. Es posible rebatir que Pompeo nació dos años después de este hecho, por lo tanto no pudo ser testigo, pero quizás sería necesario un leve repaso de historia para el ministro de Relaciones Exteriores del aún país más poderosos del mundo.
Jueves 7 de mayo
Hasta ahora eran los invisibles, los que eran apenas un número más en las ingratas estadísticas de los modernos condenados de la tierra, los que nacieron en el lugar equivocado del globo terráqueo, por lo que se han visto obligados a abandonar sus tierras de origen por guerras, carestías, epidemias: son los inmigrantes, los modernos peregrinos que ansiaban llegar a la nueva «Tierra Prometida»: Europa.
Parafraseando al estupendo cantautor catalán Joan Manuel Serrat, muchos de ellos «no tenían en regla sus papeles de pobre», razón por la cual carecían de los requisitos mínimos para pedir asilo político o humanitario: eran los considerados inmigrantes ilegales. Aunque muchos de ellos habían logrado insertarse en la sociedad italiana, haciendo pequeños trabajos (siempre en negro, claro, no tenían documentos) incluso mandaban sus niños al colegio, un decreto del año pasado, luego convertido en ley, ha dejado estas personas, unas 600.000, a la deriva.
Pero los tiempos cambian (aunque nadie pensó que iban a cambiar tanto en tan pocos meses) y la emergencia por el Covid-19 genera nuevas necesidades, entre ellas una tan simple y al mismo tiempo de tan difícil solución como son las cosechas. Y ahora en la primavera europea hay que cosechar frutillas, tomates, espárragos, damascos, entre otros productos y luego vendrá el tiempo de las cerezas, de los duraznos, de las sandías, y así sucesivamente hasta el otoño, cuando empieza la vendimia.
En general este trabajo (que no hacen los italianos) lo realizaban los temporeros que llegaban de las antiguas repúblicas socialistas, sobre todo de Rumania y Polonia, Ahora el cierre de las fronteras obliga a buscar nuevas soluciones. Una de ellas, planteada por la ministra de Agricultura, Teresa Bellanova es poner en regla «los papeles de pobre» por un cierto periodo (6 meses) de estos 600.000 trabajadores (que de este modo salvarían las cosechas italianas, y podrían empezar a pensar que a lo mejor una vida digna es posible).
Sin embargo, la oposición intransigente de uno de los aliados del actual Gobierno italiano que se define como de centro izquierda (aunque de izquierda, en rigor, tiene poco), el Movimiento Cinco Estrellas, se opuso justificando que «en este momento de emergencia los inmigrantes no son prioridad». Al final al parecer se llegará a una mediación típicamente italiana: regularización por un breve período de tiempo. Luego... se verá.
Viernes 8 de mayo
El alcalde de Milán, Giuseppe Sala, es una persona en general bastante pacata y cordial, pero el otro día explotó. Y tenía razón ya que los, en general, ordenados, disciplinados y laboriosos milaneses se echaron la disciplina al bolsillo y como sedientos ante un oasis repletaron la zona de la «movida», denominada I Navigli: dos calles paralelas separadas por un canal.
En realidad era chocante que en una ciudad que aún tiene el record de las muertes y los contagios en Italia, aunque vayan lentamente disminuyendo, se vieran personas conversando tranquilamente con una cerveza en la mano…sin mascarillas y a mucho menos de un metro de distancia. De todas maneras surge la pregunta: ¿Era tan difícil controlar este lugar que tiene pocas entradas?
Más de 300 personas arrestadas por mafia, algunas incluyo ya condenadas y en régimen duro lograron obtener arresto domiciliario «gracias» al Covid-19. La historia empieza la primera semana de marzo cuando la emergencia se transforma en alarma y en las principales cárceles del país empiezan una serie de rebeliones que duran 4 días y dejan un saldo de 12 muertos, la mayoría toxicómanos, por lo tanto excelente «carne de cañón» según la lógica mafiosa, quienes habían organizado los desordenes.
De ahí, para evitar los contagios, en un crescendo empiezan a quedar en libertad numerosos reclusos, aunque no aún los mafiosos de «alto rango»: las listas de enfermedades se van engrosando, desde enfermos oncológicos, hasta personas con sida, enfermedades cardiocirculatorias y respiratorias con el resultado que numerosos capos se van a sus casas.
Las críticas no demoraron y ahora se está estudiando el modo como volver a encarcelar a los más peligrosos, gente que sin duda sigue moviendo los hilos de la economía de norte a sur del país, sobre todo porque la mayor parte de ellos tiene alrededor de 50 años. Aunque parezca contradictorio en este momento son ellos los más libres para sus tráficos ilícitos, justamente porque la mayoría del país está enclaustrado.
Sábado 9 de mayo
Una excelente noticia: Silvia Romano quedó en libertad según posteó hoy en la tarde el primer ministro Giuseppe Conte. La joven de 24 años, que trabajaba como cooperante para la onlus (organización sin ánimo de lucro) Africa Milele, había sido raptada en noviembre del año 2018 en Kenia, en Chakama, un pueblito a 80 kilómetros de Malindi. En estos momentos se encuentra en una estructura de las Naciones Unidas, en Mogadiscio y mañana regresará a Italia en un vuelo especial.
Según la policía italiana la joven, considerada por sus captores «rehén político», estuvo siempre prisionera en Somalia, en poder de hombres vinculados al grupo integrista musulmán Al-Shabaab, la organización somalí afiliada a Al Qaeda. Aunque nada ha trascendido aún, es probable que Italia haya pagado algún tipo de rescate por la joven, como ha sucedido en otros ocasiones similares.
Por una noticia positiva que involucra a una mujer, siempre en tema femenino desde Chile llega otra, mucho menos positiva: la designación de Macarena Santelices del partido oficialista de extrema derecha UDI (Unión Democrática Independiente), como ministra de la Mujer. Y no solo porque es sobrina nieta de Pinochet, sino por sus poco afortunadas (por no calificarlas derechamente de torpes) declaraciones apoyando y defendiendo la dictadura de su tío abuelo, aunque después cuando se dio cuenta que era como demasiado, dijo rechazar la violación de los Derechos Humanos, rescatando sí el modelo económico implementado por la dictadura.
Pero esa no fue su única torpeza, ya que mientras era alcaldesa de Olmué, un pueblito cerca de Santiago, rechazó en forma tajante la llegada de inmigrantes. Además, es totalmente contraria el plebiscito constitucional, que la mayoría de los chileno propicia para tratar de redactar una constitución con más equidad, ya que la desigualdad es una de las lacras de Chile, como quedó demostrado en el estallido social de octubre pasado.
Pocos minutos despuás de haber sido anunciada su designación, numerosos grupos feministas rechazaron el nombramiento señalando su nula experiencia en los problemas contingentes de la mujer e incluso las funcionarias de su propio ministerio protestaron por su nombramiento, aludiendo las mismas razones de los grupos feministas.
Se recordaba que incluso en algún momento hasta le tiró las orejas al presidente chileno, Sebastián Piñera, acusado en su opinión de ser «demasiado blando», respecto del estallido social ya mencionado. Estas críticas enfurecieron a Renovación Nacional (RN), el partido del presidente que, con escaso savoir fare de coalición, calificaron su nombramiento como «simple cuoteo político», ya que según RN, la señora en cuestión no tiene las competencias necesarias para este cargo, opinión que coincide totalmente con la de las feministas.
Hoy en el mercado retrocedí en el tiempo casi medio siglo. Apenas entro, la señora que vende artículos de limpieza me hace unas señas y me dice que «pase después». Terminada la compra de frutas y verduras le obedezco. Me dice que vaya hasta una puertecita lateral y me entrega un paquete muy bien envuelto, del que no se veía el contenido, aunque se adivinaba una botella. Le pregunto en voz alta de qué se trata, me hace un guiño cómplice y me dice: «se lo guardé».
Solamente ahí caí en la cuenta que todo ese misterio se debía a que le había llegado el alcohol para limpiar y, como soy buena clienta me había guardado una botella. Claro que la pagué el doble del precio pre-Covid-19, pero confieso que no me atreví a polemizar. Por el misterio que encerraba mi encargo me acordé del boicot de la derecha y el consiguiente desabastecimiento en el Chile pre- golpe y de mi casera del barrio que, compadecida de mi, fumadora impenitente, me vendía dos cajetillas de cigarrillos en vez de una que era lo habitual.
Domingo 10 de mayo
Con pandemia o sin pandemia, hay un aspecto de Italia y sus habitantes que no cambia: el discreto (y a veces ni siquiera tan discreto) encanto de la polémica. Ahora alimentada por las primeras declaraciones de la joven Silvia Romano, que aterrizó hoy a mediodía en Roma vestida con los trajes típicos de las mujeres somalíes, y que inmediatamente después de su rescate habría afirmado haberse convertido al islamismo. ¿Por qué lo dijo? ¿Por qué lo hizo? ¿Sería una opción tomada libremente?, son los comentarios más amables, mientras desde las redes sociales los misóginos xenófobos desde ayer ya se desencadenaban contra ella. Mucha razón tenía el gran semiólogo Umberto Eco al afirmar que las redes «le dieron el derecho a la palabra a legiones de imbéciles».
Pero, por supuesto, que Italia es mucho más que eso y sería reduccionista e injusto denostarla por unos cuantos de estos sujetos. En realidad la mayoría de los habitantes de este país espera con resignación el desconfinamiento, «sin prisas, pero sin pausas», como les contaba en diarios anteriores. Los datos de contagios y fallecimientos de esta semana indican que el periodo crítico ha ido quedando atrás, aunque las autoridades sanitarias señalan que «aún estamos en emergencia», aunque ya es posible empezar a ver el final de esta dramática y zigzagueante galería.