La pandemia del coronavirus nos ha pillado a todos a medio camino de la transformación digital. Y hemos tenido que acelerar el paso para prepararnos de una vez por todas para el mundo que viene. Un mundo que pasa de ser físico, a ser virtual.
El trabajo, las relaciones comerciales, los viajes, la formación y las reuniones… Ya nada será igual a nivel profesional. Y aquella empresa que se quede atrás en la transformación tecnológica, tiene pocas posibilidades de sobrevivir.
Piensen en un hotel o restaurante, en un comercio, en una empresa B2B con una red comercial ‘a puerta fría’ tradicional, o en una multinacional con sedes a nivel internacional. La tecnología se hace más necesaria que nunca, para tres aspectos fundamentales; la relación con el cliente/comprador; la relación con los proveedores; y los procesos internos de trabajo.
Todo esto no es nuevo, pero creíamos equivocadamente que estábamos en el camino de la digitalización, y además bien encaminados. La crisis del coronavirus nos ha enseñado que no. Nada más lejos de la realidad.
Algunos datos que ha revelado la pandemia
Uno de los mayores problemas a los que se ha enfrentado la empresa y los empleados en esta crisis es la necesidad de realizar teletrabajo. El confinamiento al que nos hemos visto sometidos ha obligado a las empresas que no tenían esta metodología implantada, a adaptarse casi sin tiempo de reacción. Las empresas tecnológicas no han tenido mayores complicaciones, puesto que ya estaban muy digitalizadas, así como las grandes compañías -en su mayoría-. Pero la mediana y pequeña empresa ha entrado en pánico.
Un estudio elaborado por la empresa de recursos humanos Randstad en España, y publicado al inicio del Estado de alarma (marzo de 2020), indica que solo el 23% de la población puede realizar teletrabajo. Y de ese porcentaje, un 50% corresponde a técnicos y profesionales científicos. Otro 20% son contables, administrativos y otros empleados de oficina. En los perfiles de dirección y gerencia la cifra no alcanza el 18%. Ese mismo análisis destaca que casi el 70% de los empleados españoles preferiría teletrabajar, pero no puede porque su empresa no lo permite. Así que la Covid-19 y el confinamiento nos ha cogido a todos sin los recursos ni las herramientas necesarias para seguir con la actividad laboral desde casa.
Pero la digitalización de las empresas no se basa solo en el trabajo en remoto. Va mucho más allá y tiene que ver con la inversión y la implantación de la tecnología en el seno de la compañía. En este sentido, el III Estudio sobre el estado de Digitalización de las Empresas y Administraciones Públicas españolas del Observatorio Vodafone de la Empresa, que se publicó a finales de 2019, revelaba en gran medida que la digitalización seguía siendo una cuenta pendiente. Aunque la gran mayoría de empresas coinciden en el beneficio que obtienen al digitalizarse en campos como la eficiencia en los procesos, la reducción de gastos y el ahorro de tiempo, la digitalización parece ser preocupación únicamente de grandes compañías. En el segmento de las microempresas, un 32% reconoce estar en el nivel básico de transformación tecnológica.
El coste de implantación de las nuevas tecnologías es la principal barrera que las empresas ven a la hora de digitalizarse. La falta de cualificación de los empleados para usar estas herramientas es otra de las razones. El estudio sobre el estado de Digitalización de las Empresas y Administraciones Públicas revela también que la inversión en tecnología estaba estancada desde 2017, especialmente entre los profesionales y las pequeñas empresas. Solo la pyme y la gran empresa ha experimentado un crecimiento en los planes de digitalización, pero los presupuestos para dichos planes son más bajos.
Los servicios tecnológicos más importantes para las empresas españolas siguen siendo los relacionados con la seguridad y la conectividad. Tecnologías como el Big data, IoT (Internet de las cosas), soportes de IT, Machine Learning, Inteligencia Artificial, Blockchain, el 3D, el 5G, y la realidad virtual, solo están en el vocabulario de las grandes empresas.
Pero el futuro ya está aquí, aunque se nos haya venido encima por sorpresa. Todas las empresas, en la medida de sus necesidades, están abocadas a emprender el camino de la digitalización para dar respuesta a un nuevo mundo, un nuevo tipo de consumidor y una nueva realidad profesional.