Una de las noticias más sorprendentes de las adoptadas por el Gobierno en relación con la situación de crisis sanitaria actual ha sido la de prohibir realizar publicidad con respecto al juego, lo que muchos han considerado como un asunto «menor» en una pandemia como la actual.
La idea es que como los ciudadanos pasan mucho tiempo confinados en sus casas, el juego por ordenador no «enganche» a dichos usuarios, lo que los puede llevar no sólo a la adicción, sino también a la ruina económica en caso de que las apuestas sean de contenido monetario.
Si bien en estos momentos de confinamiento domiciliario es difícil «controlar» el uso o abuso de dispositivos como el smartphone por los más jóvenes, esta medida va encaminada a que estos practiquen un ocio «saludable», tratando de prevenir caer en ningún tipo de adicción relacionada con el juego, todo ello en prevención de las consecuencias económicas negativas que ello puede traer consigo, además esta adicción puede tener una incidencia importante en cuanto al estado de ánimo se refiere, pudiendo conducir a sufrir depresión mayor, e incluso en los casos más extremos, a quitarse la vida.
Estas medidas legislativas van encaminadas no sólo a prevenir la adicción tecnológica, ya que a través de esta se estaría fomentando la ludopatía, es decir la adicción al juego, sabiendo que cuanto más pronto se inicie uno en esta adicción más difícil será posteriormente desengancharse, es decir, para evitar que una vez pasado el confinamiento, no haya un nuevo adicto comportamental que seguirá jugando el resto de su vida, de ahí la importancia de adoptar esta medida para la prevención de los aspectos negativos sobre la salud física y mental de estos potenciales jugadores.
Con respecto a los mecanismos neuronales involucrados en la adicción comportamental, desde la Universidad de Lieja (Bélgica) junto con la Universidad de Ginebra (Suiza) se ha llevado a cabo una investigación cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Plos ONE.
Los autores de este estudio se han centrado en una única característica, la persistencia, definida como la habilidad de mantener la motivación interna en ausencia de recompensa externa inmediata como componente fundamental de la adicción comportamental.
En el estudio participaron 35 adultos, con una edad media de 22 años. Entre las características que debían de tener para poder participar estaban las de no sufrir depresión evaluado mediante Beck Depression Inventory, ansiedad evaluado mediante Beck Anxiety Inventory, y tener unos niveles de alexitimia normales evaluados mediante el Bermond-Vorst Alexithymia Questionnaire; ya que con anterioridad se ha observado que la presencia de cualquiera de estos tres factores va a variar en sobremanera los resultados en las pruebas de persistencia.
Los participantes se separaron en dos grupos según su mayor o menor nivel de tolerancia a la frustración y se les registró la actividad cerebral mediante resonancia magnética funcional mientras realizaban una tarea en la que debían de ver una serie de imágenes en la pantalla del ordenador e indicar cuán intenso era la emoción que le generaba.
Los resultados informan de una actividad cerebral diferente en función de que los estímulos presentados fueran positivos, negativos o neutros al compararlos entre participantes con baja persistencia frente a los de alta persistencia.
Así los de baja persistencia, que mostrarían un patrón más próximo al esperable a una persona vulnerable a las adicciones, muestran una menor actividad en las amígdalas y el hipocampo a la hora de percibir los estímulos positivos y neutros; y unas diferencias significativas en las amígdalas, y la corteza izquierda orbitofrontal a la hora de analizar los estímulos negativos.
Esto quiere decir, que las personas con baja persistencia ven y sienten de forma diferente a los que tienen alta persistencia, precisamente en ello puede estar el origen de las adicciones en esta percepción diferencial de la realidad.
Es decir, a pesar de todos estar expuestos a esta posible adicción comportamental al juego a través de los medios tecnológicos, existen características de la personalidad que van a «facilitar» o no que el individuo quede enganchado al mismo.
A pesar de lo anterior las campañas de prevención como en este caso, buscan que su impacto sea el mayor posible de ahí las prohibiciones implementadas, las cuales serán útiles para algunos, pero innecesarias para otros, ya que no son tan vulnerables en función de las características de personalidad comentadas.