Las oportunidades definen nuestra vida, incluso las que se nos van.
(Frase de la película «El curioso caso Benjamin Button»)
En Estados Unidos el presidente se elige para un periodo de cuatro años, y desde 1951, con la introducción de la Enmienda 22 en la Constitución, no puede ejercer más de dos mandatos. El calendario de las elecciones se definió poco después de la Independencia de EEUU y se ha mantenido hasta la actualidad: la elección presidencial se realiza el primer martes después del primer lunes del mes de noviembre. El 6 de enero, el Congreso recibe los votos electorales de los estados, los recuenta y certifica. El 20 de enero se celebra la ceremonia de investidura. El presidente jura el cargo en las escaleras del Capitolio ante el Presidente del Tribunal Supremo e inicia oficialmente su mandato.
El proceso para elegir al presidente comienza con las primarias de cada partido y en cada estado durante los seis primeros meses del año electoral. Es un sistema de nominación que fomenta la competitividad entre aspirantes. Con el resultado de las primarias se elige al candidato nominado a la presidencia del país, que participará en la elección de noviembre frente al nominado del partido contrario. Este año, Estados Unidos decidirá en las urnas quién será el nuevo presidente el día 3 de noviembre.
En esta carrera a lo loco de las primarias demócratas, es donde nos encontramos a nuestro respetado anciano, Bernie Sanders, que tras ganar el caucus de Nevada se ha puesto a la delantera de los otros candidatos. Es cierto que el resultado deja ver la enorme fragmentación que vive el Partido Demócrata, y asoma el talón de Aquiles que ya vivimos en 2016 con Hillary Clinton frente a Trump, pero la abrumadora victoria de Sanders en Nevada ha vuelto a llenar de esperanza a los miles de seguidores que apoyan fielmente al candidato, que a sus 78 años lleva varias décadas defendiendo la ideología socialdemócrata que busca la revolución en las bases capitalistas de Estados Unidos.
Sanders asegura que el futuro será un reflejo de la diversidad racial y generacional del país. Nacido en 1941 en Brooklyn, este dinosaurio de la política estadounidense tendrá 79 años en noviembre cuando se dispute la reelección de Trump. Si consigue la nominación demócrata, y tras pasar por encima del exalcalde de Nueva York y multimillonario, Michael Bloomberg.
Bernie Sanders, fue elegido en tres ocasiones alcalde de Burligton y congresista por Vermont entre 1991 y 2007. Se unió al Partido Demócrata en 2015 para presentarse a las primarias, donde cayó ante Hillary Clinton. Desde entonces despertó un movimiento populista de izquierdas con un programa que hace saltar los ojos a sus colegas moderados demócratas, sin mencionar el dolor de cabeza que supone para los republicanos. Sistema público y gratuito de salud universal, universidad gratuita, cancelación de la deuda estudiantil, protección frente a los despidos, expansión de la seguridad social, atención infantil gratuita, aumento de la presión fiscal en las rentas altas y transformación de la economía.
Los resultados del caucus demuestran que Sanders ganó el 51% del voto hispano, y eso es muy buena señal para el senador, ya que las siguientes plazas a torear son Texas y California, con poblaciones hispanas importantes. También se llevó la mayoría de los votos de personas entre 18 y 27 años, no solo mantiene el apoyo incondicional de los jóvenes, le siguen aquellos que quieren un presidente que haga reformas en la Seguridad Social, en combatir el cambio climático y romper con la desigualdad de ingresos.
Los millennials y la generación Z se han encontrado un país donde estudiar en la universidad les condena a deudas que pueden alargarse durante décadas, con gastos de sanidad desorbitados y con un mercado laboral con salarios bajos. Por todo, el senador es la esperanza del cambio para los jóvenes. Claro que la felicidad va por barrios, el liderazgo demócrata vive lo contrario, la rigidez ideológica de Sanders es una garantía para que Trump se gane a la clase media, que es donde se deciden las elecciones. Los compañeros de partido pierden la esperanza con Sanders de llegar a la Casa Blanca.
Ante el empuje del venerable anciano, los rivales han empezado a presionar para que dé más información sobre su estado de salud. Sufrió un ataque al corazón el pasado octubre, lo que ahora se utiliza como arma política. Pero solo por dar un dato, Sanders de momento da tres o cuatro mítines al día y ha creado su propio mito, ir contra las élites empresariales y financieras como monstruos que oprimen las familias trabajadoras de Estados Unidos. Para la derecha estadounidense, tan rociada de perfume como la nuestra, representa un peligro cuasi comunista. Enfrentarse a una sanidad que cobra mil quinientos dólares por una gripe atenta contra el negocio de las aseguradoras en EEUU.
Saber si Sanders será el elegido capaz de derrotar a Donald Trump el 3 de noviembre es un ejercicio de adivinación, pero creo que Sanders comete un grave error, lo digo por recordar a Reagan, Clinton y Obama… ¿será verdad que las elecciones las ganan aquellos que saben conquistar votantes fuera de su territorio ideológico?