Una de las obras más importante sobre las ideas políticas de Platón es su libro titulado República (Πολιτεία en griego).
Platón describe en la República un tipo de gobierno basado en la justicia existente en un Estado gobernado por filósofos, defendido por guerreros y mantenido por trabajadores. Preconiza que un Estado ideal constaría de tres clases:
Reyes-filósofos: Ejercerían el poder político al servicio de la justicia y de la sabiduría.
Soldados: Defenderían al Estado como un medio de adquirir honor.
Población civil: Proveería las necesidades materiales de la sociedad.
Un gran fragmento de la República está consagrado a mostrar y describir en detalle la rigurosa preparación intelectual de los gobernantes del futuro.
El gobierno del Estado actúa para hacer valer la virtud, y en consecuencia, la felicidad verdadera de los ciudadanos individuales, teniendo como resultado una vida pública pacífica y productiva.
Al criticar las doctrinas del ateísmo y el materialismo, Platón reafirmó su posición idealista y declaró su creencia en el gobierno moral del universo y la inmortalidad del alma.
Los planteamientos centrales se sintetizan en los siguientes aspectos:
La justicia es el fundamento de la ciudad Estado.
El Estado y las leyes acerca de la concepción de Dios es monoteísta, opuesto, a la concepción politeísta de la teoría aristocrática del período heroico u homérico.
Desde el punto de vista de la clasificación de los gobiernos elabora la teoría y caracterización de los gobiernos aristocrático, democrático y oligárquico, con sus respectivas desviaciones: timocracia, demagogia y tiranía.
Platón es un crítico de la demagogia y del falso moralismo de los demagogos incluyendo a los sofistas.
El fin de la moral y la política es el bien, o la virtud. La democracia en su anarquía es una feria de constituciones.
En el plano de la antropología filosófica, sociedad, hombre y virtud es una triada que habita en un espacio cerrado en sí mismo reproduce la figura triangular piramidal de jefes, guerreros, trabajadores; razón, corazón y vientre, con sus respectivas virtudes, sabiduría, valor y templanza.
Se observa en Platón su concepción política:
El Platón ético–político de la República, en la que la ley está implícita en la ética, y ésta ha llevado a algunos autores a sustentar la negación del derecho y la ley en la concepción platónica del Estado y la sociedad. Sin embargo, esta posición no niega la normatividad, por el contrario le infunde a ella una fundamentación ética en tanto el bien es la primicia del comportamiento de la sociedad.
La República da cuenta del Platón que coloca la virtud, por encima de todo ordenamiento positivo del Estado, en tanto la polis se construiría en consonancia con un modelo de vida que debería ser el resultado obvio del sistema educativo. La teoría del Estado de Platón parte del concepto de que el bien tiene que ser conocido mediante el estudio metódico, la teoría interpreta la sociedad alrededor de esta idea.
La justicia para Platón tiene una naturaleza y un origen eminentemente social, surge en el momento preciso en el que:
Los hombres cometieron y sufrieron la justicia alternativamente; experimentaron ambas cosas, y habiéndose dañado por mucho tiempo los unos a los otros, no pudiendo los más débiles evitar los ataques de los más fuertes ni atacarlos a la vez, creyeron que era un interés común impedir que hiciese y que se recibiese daño alguno.
De aquí nacieron las leyes y las comunicaciones. Se llamó justo y legítimo lo que fue ordenado por la ley... y se ha llegado a amar la justicia, no porque sea un bien en sí misma, sino en razón de la imposibilidad que nos coloca de dañar a los demás.
(República)
Para Platón los justos, al llegar a su edad madura, después del proceso de perfeccionamiento de sus virtudes a través de la educación, la razón, la fortaleza y la prudencia eran merecedores de todas las dignidades del Estado, por el contrario los hombres malos a pesar de haber pretendido ocultar sus faltas al fin de su carrera, serán objeto del ridículo y el oprobio, juguetes de los extranjeros y los ciudadanos, serán azotados, sometidos al tormento y quemados con hierros candentes en la otra vida. En este sentido:
El comportamiento justo o injusto asumido por los gobernantes en la dirección del Estado, estaría sometida a los premios o castigos metafísicos en la medida y proporción de las bondades inherentes a la vida terrenal.
(República)
Ni los ineducados y apartados de la verdad son jamás aptos para gobernar una ciudad, ni tampoco aquellos a los que se permite seguir estudiando hasta el fin; los unos, porque no tienen en la vida ningún objetivo particular, apuntando al cual deberían obrar en todo cuanto hiciesen durante su vida pública y privada, y los otros, porque, teniéndose por transportados en vida a las islas de los bienaventurados, no consentirán en actuar.