El líder de la derecha realizó 200 comicios electorales, jugándose el todo por todo. Provocó, actuó con arrogancia, amenazó al gobierno, prometió venganza y al final perdió las elecciones en una derrota que lo compromete personalmente. Su lenguaje ya no da los mismos resultados, su modo de ser no llama tanto la atención, sus palabras y repetidas frases suenan vacías y su punto débil es la banalidad y también la falta de humor.
Uno de los motivos detrás de su derrota, además de la saturación, fue la participación de miles de jóvenes, que demostraron que era un león de cartón. Lo siguieron por todas las ciudades en un número que iba creciendo, afirmando que él, que grita y ataca, pocas veces o casi nunca tiene razón. En esta tierra de duro trabajo, de espíritu práctico e incluyente, donde lo que cuenta son los resultados, las palabras sólo tienen sentido si connotan responsabilidad, esfuerzo y acción. Aquí no cuenta el alarde ni la provocación. Uno de los gestos, que seguramente perjudicó a Salvini, fue haber llamado por el citófono de casa a un joven de 17 años para acusarlo sin pruebas de vender drogas, mientras todo era filmado por la televisión y con la presencia de varios periodistas. Una vejación, un abuso, que demostró que el respeto de los derechos civiles y personales para la derecha extrema sólo vale para ellos y que para los demás es una falsa ilusión.
La participación en las elecciones fue del 67,7%, duplicando la de las últimas elecciones regionales del 2014, que fueron ganadas por el mismo candidato, Stefano Bonaccini, que ahora se asegura una segunda presidencia. Bonaccini ha gobernado bien, la región es conocida por sus servicios y eficiencia a nivel de salud, educación y administración pública. La actividad económica crece, aumentan las exportaciones y baja la desocupación. El tejido social comprende relaciones estrechas entre la ciudadanía y la industria y en pocas palabras esta región sabe crear y distribuir riqueza y futuro, sin negar los problemas sociales de una minoría, que son afrontados solidariamente. Salvini, por su lado, ha usado el método del miedo, de la amenaza e insulto. Ha dado una dimensión nacional a la elección regional y su candidata, durante toda la campaña electoral, ha tenido un papel secundario y sus pocas declaraciones han demostrado su falta de preparación y conocimientos. Esto ha fortalecido la posición de Bonaccini, sobre todo, cuando ha usado un tono moderado y realista.
El Movimiento 5 Estrellas (en italiano Movimento 5 Stelle, M5S), ha obtenido un resultado desastroso y no ha superado el 5% de los votos, dejando manifiesto su fracaso como proyecto político. Muchos de sus antiguos electores convergieron hacia el centro izquierda, votando por el Partido Democrático. Las estimaciones hablan de unos 300.000. Otro dato interesante es que alrededor del 15% de los electores de derecha en la región votaron por Bonaccini, el candidato de la izquierda y esto tiene que hacer pensar a los estrategas políticos, ya que demuestra que la competencia y preparación hacen una diferencia real.
Estas elecciones han demostrado también las contradicciones de siempre entre las grandes ciudades y las áreas rurales, entre la juventud y los ancianos y entre la gente con o sin educación. La ignorancia, marginalización social y el miedo son factores que dan espacio al populismo. Pero esta vez, en esta región, ha ganado la propuesta más cualificada y progresista, obteniendo el 51,4% de los votos contra el 43,6 de la derecha. Una diferencia que nadie se esperaba y que seguramente representa una clara y rotunda ruptura con la demagogia vacía y la manipulación, con el soberanismo nacionalista y la intolerancia. Con el ridículo y ya gastado slogan de Italy first en un país que vive de exportaciones y que ni siquiera conoció la autarquía durante el Imperio romano. La derecha deberá redefinir sus posiciones ahora que se ha demostrado que la mejor arma en contra de un bufón sin preparación es el humor y la ironía.
Es verdad, lo he dicho, Salvini se jugó el todo por el todo, recorrió la región de este a oeste, de norte a sur. Uso todos sus métodos y recursos y sin embargo perdió. Pero esta derrota es más que una derrota electoral en una región, se reimpone el bipolarismo y la capacidad de resolver los problemas, en vez de hablar y sólo hablar sin sentido ni razón. Los grandes dilemas son los de siempre: ambiente, salud, educación, infraestructura, trabajo, desigualdad e innovación en un contexto europeo, que muestre futuro, posibilidades y bienestar a una nueva y activa generación.