— Entonces, ¿qué desea, Capitán y Alguacil-en-Jefe?
— Dinero, naturalmente…(«El Güegüense», estrofas 60-62)
Así estila El Güegüense sus socarronerías y burlas para enfrentar y socavar la autoridad del Español Conquistador de los siglos XVI y XVII. El Güegüense o Macho Ratón es una obra satírico-dramática considerada una de las expresiones artísticas más distintivas de la época colonial y como la máxima expresión del folklore nicaragüense. Es considerada la primera o una de las primeras obras teatrales de América—transmitida de generación a generación por vía oral hasta el siglo XIX cuando finalmente fue transcrito en papel por el alemán Carlos Hernán Berendt. En 1883, Daniel G. Brinton la publicó en Filadelfia, EEUU, bajo el título The Güegüense, a comedy ballet in the Náhuatl-Spanish dialect of Nicaragua. Unos 120 años más tarde, en 2005 la UNESCO proclamó a la obra como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
De autores no conocidos, se les datan su texto y música a los alrededores del siglo XVI. El Güegüense se presentaba abiertamente como teatro callejero, en directa rebeldía ante las autoridades coloniales españolas civiles y militares. Fue escrita en el español de Castilla y el idioma náhuatl, autóctono del norte de la región centroamericana. La obra combina teatro, música, acrobacia y danza. Incluye hasta hoy día el uso de máscaras que caracterizan a cada personaje de esta obra presentada en forma de baile. Estas máscaras y representaciones de sus distintos personajes en madera y otros materiales han llegado a formar parte del patrimonio artesanal nicaragüense.
Todavía se presenta esta obra en toda Nicaragua. Es especialmente celebrada tradicionalmente a lo largo de los tres meses de las fiestas patronales—comenzando en octubre con las fiestas patronales de San Gerónimo—de la ciudad de Masaya, departamento de Masaya, y las fiestas patronales de San Sebastián del 17 al 27 de enero en el pueblo de Diriamba, departamento de Carazo, lugar originario de la obra.
En esta obra bailada de catorce segmentos, las máscaras antes mencionadas representan al Gobernador como un hombre recio de tez blanca y de cabellos rubios quien luce ropas elegantes y un sombrero alto cubierto de flores, cintas coloridas y plumas de pavo real. Usualmente, al Güegüense o Macho Ratón se le representa con la cabeza de una mula negra y el cuerpo de un hombre—un centauro al revés, es como lo describía el gran poeta nicaragüense Pablo Antonio Cuadra. La cabeza del Güegüense es decorada con trenzas, flores de tela y cintas de distintos colores. Su ropa es sencilla, siendo un blusón blanco de manga larga, pantalones azules, y un chaleco bordado, además de unas tiras de tela colorida colgadas de los brazos. Por supuesto, se le representa a la hija del gobernador como una muchacha guapa de facciones europeas.
La palabra Güegüense en la lengua náhuatl significa hombre de mayor edad o con sabiduría. También se ha traducido del náhuatl para significar gran pícaro burlón. Este personaje principal de la obra, el Güegüense, aparenta cooperación y espíritu comprensivo, evadiendo una confrontación directa del Estado monárquico todo poderoso de la época. Pero desde un comienzo, la obra deja en claro de qué lado deben de estar los espectadores: el nombre del Gobernador español, Tastuanes, se traduce del náhuatl en jefe o gobernador y del tlatoani, el que habla; y la hija del Gobernador, Suche Malinche, cuyo nombre es traducido del náhuatl a significar Malinche (la flor Delonix regia var. flavida) florido.
Vale la pena mencionar que el náhuatl se impuso como lingua franca sobre todos los idiomas indígenas habladas en lo que ahora es Nicaragua—llegó con tribus invasoras venidas del norte. Así que primero se vio la nahuatlización de los habitantes antes de la castellanización que se vivió con el arribo de los españoles. Estos dos idiomas se mezclaron tanto que se creó un sistema de comunicación oral que llegaba a ser ininteligible en ambos idiomas. Sobre este tema, Daniel G. Brinton, en su obra ya mencionada, dice:
Esta jerigonza era la lengua corriente de los mestizos y hasta esta fecha (1833) es la lengua de los muleros que continúan su escaso comercio en la región montañosa del interior. Muchos de sus elementos son gramaticalmente incorrectos, y otros cayeron hace tiempo en desuso en el idioma castizo. Esta entremezclada con palabras y frases enteras tomadas del Azteca, pero con tales mutilaciones que escasamente se reconocen o no se conocen del todo. En cuanto a la construcción gramatical, ésta se tornó cada vez más libre, hasta el punto de desaparecer en algunas frases todo elemento de inflexión, para dejar una simple yuxtaposición de raíces verbales y nominales cuya inter-relación debe ser adivinada por lo que sigue o por lo que antecede.
Brinton agrega que «hasta fecha reciente en las remotas haciendas de la Provincia de Masaya, y entre los descendientes de los Mangues, podrá el viajero escuchar en esa jerga combinada, las oraciones de acción de gracias que se rezan antes de las comidas y otras fórmulas cortas de la Iglesia».
En El Güegüense el uso de la expresión burlesca, del doble juego de palabras o expresiones nos dan otros ejemplos del dominio del náhuatl y del castellano. Este doble juego de palabras se utiliza en desafío a tal autoridad y socavándola al mismo tiempo: el Güegüense habla de redes de platos cuando el Gobernador y el Alguacil se referían a reales de plata; preso se convierte en prisa y la palabra provisión se convierte en provincia real y provincial. Otro ejemplo sería:
Alguacil: ¡Ah, Güegüense, ya estamos en el paraje!
Güegüense: Ya estamos con coraje.
Alguacil: En el paraje.
Güegüense: En el obraje.
Alguacil: En el paraje.
Güegüense: En el paraje…(El Güegüense, estrofas 46-51)
Tal es el caso de la cita inicial, por la cual al lograr que el Alguacil reconozca que lo que busca es enriquecerse, denuncia la corrupción y explotación de la población indígena que realizaba la omnipresente autoridad española. En este caso, el Güegüense, conminado a comparecer ante la máxima autoridad española—el Gobernador Tastuanes—es instruido que debe comportarse como corresponde ante dicho personaje. El Güegüense se burla del lenguaje y los protocolos de la vida palacial, preguntándole al Alguacil: ¿Debo yo obtener un libro en romance para aprender cómo debo presentar mis súplicas?. Para enseñarle el protocolo pertinente, el Alguacil notificador le extrae una «contribución» por los servicios más elementales. Ya en la presencia del Gobernador mismo, lo saluda diciendo ruego a Dios que confunda al señor Gobernador Tastuanes, equivocándose intencionalmente en el saludo. Satiriza los constantes impuestos que lo dejan con nada, declarando: ¡Ya lo ven, muchachos, lo que hemos trabajado para otro hambriento! Más tarde, se refleja la siguiente situación de intercambio mercantilista entre el Güegüense y el Gobernador Tastuanes:
Güegüense:
Por Dios, señor Gobernador Tastuanes. Dejémonos de tonterías.
Comportémonos como amigos y vayamos directamente al negocio
sobre estas vestiduras. Antes que nada, aquí tenemos un cofre de
oro, un cofre de plata, ropa de España, ropa de contrabando,
calzones de plumas, medias de seda, zapatos de oro, gorros de
castor, espuelas con amarres de oro y plata; todo lo cual deberá
satisfacer al Gobernador Tastuanes.(Estrofa 125)
Ante tal oferta que pretende demostrar las capacidades económicas del indio, el Gobernador le contesta:
Si es de mi gusto o no, no puedo decirlo pues no entiendo todo el palabrerío que sale de tu boca. Sería mejor si tus hijos declaran ante esta Corte Real si es cierto o no lo de tus riquezas y de tan abundantes tesoros.
(Estrofa 126)
En su obra El Nicaragüense, el poeta y figura literaria nicaragüense Pablo Antonio Cuadra dice lo siguiente en relación a la obra:
… aparte de los valores propios de la obra literaria teatral, «El Güegüense» es una inapreciable radiografía del encuentro de la cultura española y de las culturas indias en Nicaragua y del inicio de su mestizaje. Ante actitudes o posturas superficiales—que tratan de crear una polémica política simplista y anacrónica entre indigenismos e hispanismo—lo que cabe, no es mantener viva la dialéctica conflictiva del odio o del resentimiento, sino la dialéctica de amor, que estudia el mestizaje, adquiere sus formidables lecciones y prosigue su proceso creador hacia una síntesis fecunda y vital de las dos herencias.
Dada su riqueza de expresión, El Güegüense nos da una clara visión de la realidad político-social emanada de la Conquista Española y a los testimonios de la resistencia de la cultura indígena frente a las imposiciones culturales del Conquistador. El idioma español se impone sobre todo a otro idioma autóctono y, acompañado de la ofensiva de la Iglesia católica, la Conquista desplazaba—incluso con acciones violentas—las creencias religiosas ancestrales.
Pero en el caso del Güegüense, el hombre indígena con su astucia ante los comentarios del Gobernador Tastuanes y el Alguacil, termina la obra dándole a los espectadores más humor y al menos un poco de esperanza. Pero no solo evita los castigos de las autoridades españolas. Tras «conseguirle» al Gobernador dos barriles de vino español, el Güegüense logra casar a su hijo mayor con una de las hijas del Gobernador.
Según Pablo Antonio Cuadra:
«El Güegüense» tiene la virtud de haber creado el primer personaje de teatro en Hispanoamérica, y ese personaje, es ya desde entonces un extraordinario compendio de las más acusadas características de ese hombre que nuestros pueblos vecinos apellidan «El Nica».
Con esta reflexión, don Pablo Antonio ilustra que los rasgos del Güegüense todavía persisten en la sociedad nicaragüense.
Video de El Güegüense, bailado por el Ballet Folclórico Nicaragüense; presentación en el Teatro Nacional Rubén Darío, 2011: