El mes pasado, el 22 de agosto la junta de los 200 CEO de las empresas más poderosas de Estados Unidos, la llamada Business Roundtable, tras una reunión anual llamaron a redefinir la responsabilidad social de las empresas. Después de años de limitarla a la generación de utilidades para sus inversionistas dicen extender el contenido de la definición tanto que el mismo Muhammad Yunus, se sentiría orgulloso. Ahora, según los CEO, deberán buscar generar beneficios para todos los miembros de la comunidad.
Existen, tradicionalmente, dos escuelas sobre la responsabilidad empresarial. La primera la podemos llamar minimalista. En septiembre de 1970 el economista Milton Friedman en un artículo de opinión en el NY Times, The Social Responsibility of Business Is to Increase Its Profits. Friedman defiende una visión donde maximizar bajo todas las circunstancias las utilidades de la empresa es la única responsabilidad de las empresas. El único límite a esta maximización sería pagar impuestos y respetar la ley. Todo aquello que se saliera de ese objetivo era una distracción que debía ser evitada.
Según Milton las empresas, buscando maximizar sus utilidades en un contexto de competencia y libertad, la sociedad generaría mayores beneficios y bienestar para todos. Entre otros argumentos para sustentar su opinión, Friedman usa la teoría de la agencia: entre el principal (inversionista) y el agente (directivo) existe desalineación de intereses y una desproporción en la información (en favor del agente).
La segunda escuela de responsabilidad social, que llamaremos maximalista, que exige que las empresas se preocupen por todos los involucrados en su actividad empresarial; clientes, proveedores, comunidad, medio ambiente. Las empresas deben buscar activamente beneficiar a su sociedad y resarcir los daños causados. Es un modo de pensar que ha tenido dos grandes momentos; entre 1920 y 1930 hasta final de la Segunda Guerra mundial donde las empresas como Ford o General Electric trabajaron activamente en las mejoras en la vida de sus trabajadores, clientes y proveedores. El mejor ejemplo es Ford pagando el doble del mercado a sus trabajadores: era un trato sencillo buen pago y seguridad a cambio de trabajador productivo.
La segunda etapa la estamos viviendo, y podemos marcar su inicio con la propuesta del economista Muhammad Yunus, y la fundación del banco Grameen (1983) en Bangladesh. Frente a los problemas no resueltos por el sistema empresarial y los nuevos problemas, la nueva etapa de la responsabilidad social maximalista pide una mayor participación de las empresas y la búsqueda desde el sector privado y productivo de nuevas soluciones y que la generación de utilidades no sea el único ni principal objetivo de las empresas.
Ambas escuelas sostienen que generan mayores beneficios económicos para las empresas y la sociedad. La minimalista afirma que la búsqueda exclusiva de las utilidades genera que los directivos se enfoquen en lo más importante, utilicen de modo más eficiente sus recursos y que en un ambiente de competencia las empresas con mejores prácticas y estrategias prevalecerán. Por el otro lado, la escuela maximalista defiende que al cuidar a sus empleados, proveedores y sociedad las empresas se desarrollan en un contexto más favorable para su actividad y se entran empleados más comprometidos, proveedores más fuertes y clientes leales; doing good by doing well.
¿Cuál es la solución?
Entender la finalidad de las empresas y un contexto de libertad para clientes e inversionistas.
Las empresas existen para cumplir tres finalidades. En primer lugar la empresa es un fenómeno social, surgen de la misma para servirla. Las sociedades tienen necesidades, amplias y diversas, y las empresas surgen para intentar satisfacerlas. El primer objetivo de las empresas es servir a sus clientes con los productos y servicios. Henry Fayol, fundador de la Administración Funcional, llamó función operativa aquello que hace la empresa, y esa es su primer finalidad y objetivo.
La segunda finalidad de toda empresa es generar suficientes utilidades. Decimos suficientes pues no todas las empresas buscan siempre maximizar sus utilidades. La cantidad de ganancia que una empresa intenta alcanzar es una decisión de sus dueños, influido por diversos factores, el mercado, las tasas de interés y sus propios requisitos. Unas empresas sí buscan siempre maximizar utilidades otras no.
Sin embargo toda empresa buscará siempre generar ganancias. Esto lo logran, en general de dos modos, uno es ingresando más dinero del que gasta. Desde un punto de vista comercial, se hacen ganancias logrando que el valor percibido por el cliente con el producto o servicio es superior al precio del mismo. De este modo la utilidad económica está ligada a que tan útil evalúa la sociedad y el mercado tu función operativa al satisfacer sus necesidades.
La tercera finalidad es lograr mantenerse en el tiempo. Las empresas y mercados guardan la misma relación que las especies vivas y los ecosistemas. Empresas y especies están en una lucha y competencia constante para no extinguirse, adaptarse a los cambios y sobrevivir a la selección natural o del mercado. De nada sirve hoy hacer ganancias sin poder hacerlo mañana.
La principal diferencia entre empresas y especies; las empresas deben hacer todo esto de modo consciente, tomando decisiones.
Las primeras tres decisiones que se hacen en una empresa debe hacer son: producto y servicio, clientes a quienes servir y el modo de entregar su valor. El contenido de esas respuestas y su ejecución se vuelven la estrategia con que la empresa compite en el mercado y busca alcanzar sus finalidades.
El supuesto dilema entre la escuela minimalista y maximalista de responsabilidad social se resuelve en esas decisiones que los directores de empresa deben tomar. Que cada empresa deberá elegir qué escuela de responsabilidad social seguirán, alineando su oferta, modelo de negocio y operación. Y será la libertad de los consumidores y los inversionistas quien premie, con su dinero a las empresas que prefieran. Let’s put our money where our mouth is.
Salida vuelve a ser la libertad.