Una vez más los políticos no entienden lo que en las urnas le ha pedido la ciudadanía. Una vez más…
Los españoles han votado y el resultado es que si PSOE y Podemos se ponen de acuerdo, hay un Gobierno; a gritos de «con Rivera No» y «sí se puede», han dejado claro cuál eran sus intenciones. ¿Cuándo va a empezar la responsabilidad de los líderes por su incapacidad de negociar?
Sabemos que tras el intento fallido de investidura el 25 de julio, Pedro Sánchez tiene solo una oportunidad para alcanzar acuerdo con Podemos antes del 23 de septiembre. De lo contrario, el domingo 10 de noviembre España volvería a sacar sus urnas y papeletas.
Pero ¿qué le pasa a la izquierda que nunca se pone de acuerdo, que siempre está fragmentada bajo logos y lemas, que muta de piel cambiando siglas en un juego caleidoscópico del mapa político?
Tenemos, a un lado, a Podemos, que se ve a sí mismo como más puro, más de izquierda, pero afectado por una amarga pelea interna con nombres y apellidos. Un Podemos para el que, considerando los pocos años que tiene de vida, a lo mejor unos tres ministerios hubiera sido ya una conquista.
Por otro lado, el PSOE, que se elude de cualquier responsabilidad y cree que puede seguir solo.
La historia una vez más demuestra que la izquierda está condenada a la fragmentación y a dividirse, cuando la derecha, más pragmática, tiene muy pocas dificultades para lograr alianzas.
Las causas de este intento fallido de un Gobierno han sido muchas.
En primer lugar, la poca experiencia política en España de un Gobierno de coalición, donde en otros países es algo no solo normal, sino de deber: si yo te doy mis votos, mi confianza para formar un Gobierno, lo mínimo es que las competencias, los ministerios o consejerías sean de los partidos de coalición, además si se supone que estos dos partidos han llegado a un programa conjunto fruto de esta unión política. Todo esto por un sistema de partidos nuevo que se creó después de la muerte del bipartidismo y que todavía sigue inestable y poco consolidado.
El tiempo no ha jugado tampoco a favor de la negociación, negociar con una espada de Damocles sobre la cabeza no lleva a buenos resultados, se hizo todo con poco tiempo, acelerando incluso los tiempos cuando no había nada claro.
Otro hecho, a mi parecer el mas grave, es que esta negociación se convirtió en un espectáculo mediático hecho de ataques, reproches, entregas a los medios de documentos, cuando la negociación tiene que ser privada hasta el resultado final.
O sea que, con poco tiempo, poca cultura de pactos, poca empatía, poco se ha podido hacer. Si encima los líderes políticos solo piensan que a base de carisma y palabra basta con gobernar y no saben negociar, crear un clima empático de proyectos comunes, no se podrá nunca lograr nada.
Basta ya de egoísmo: negóciese seriamente de una vez. Que la izquierda entienda que negociar no significa ceder, sino construir o confluir y no van a perder ningunas de las partes sus identidades o ideologías. Pues si comparten los mismos principios, ¿por qué no formar un programa sobre estos y dejar de un lado las diferencias?
¿No son la izquierda?