Hace poco tiempo se hizo público que, en Europa, representantes del chavismo y su oposición política en Venezuela comenzaron un proceso de acercamiento con el auspicio del Gobierno noruego. Este paso incorpora un elemento nuevo a la dinámica política venezolana de los últimos meses, caracterizada por la confrontación permanente, ambientada en un retorica belicista; en la cual se han involucrado activamente terceros países. Esta semana se volvieron a reunir en función de esta dirección, lo que genera expectativas, no solo entre los vivimos en el país, sino entre aquellos que siguen de cerca nuestra realidad.
El acercamiento, el diálogo o la negociación entre actores políticos en Venezuela, como en cualquier otro escenario de confrontación es un proceso complejo, donde se mezcla la ciencia y el arte. Se estila hacerlo en un terreno, con facilitadores y la discreción que las partes convengan. En virtud de lo anterior primeramente es necesario interpelarse: ¿por qué se han hecho público los encuentros en Noruega?. Como en política toda acción es deliberada, estimo que las partes estuvieron de acuerdo en revelar los encuentros, aunque desde la vocería la oposición al chavismo las declaraciones se tornaron confusas, por no decir contradictorias en un primer momento.
Se puede sostener que una razón para esta acción ha sido calibrar la aceptación, el rechazo o la duda de esta iniciativa en varios planos: en la sociedad venezolana en general y en los apoyos a cada actor político, en la sociedad política y en ella los sujetos ubicados en cada bando del conflicto, en la comunidad internacional y los aliados de cada actor en disputa. Si se es observador, se constatará que las partes son prudentes sobre el tema.
En este momento es propicio formularse otras preguntas sobre un eventual proceso negociación entre los actores políticos en disputa, que en este contexto pueden ser incómodas, pero nos ayudaría a comprender el estado actual de cosas en esta dirección. En este artículo se abordan solo tres interrogantes claves: ¿quiénes negocian? ¿Qué se negocia? Y finalmente: ¿es un buen momento para negociar? Se advierte que ahondar en las repuestas, lleva irremediablemente a otras preguntas, que solo se podrán ir respondiendo en la medida que los acontecimientos se vayan dando.
En relación a la primera pregunta, ¿quiénes negocian?, encontramos por un lado al chavismo, que en este momento podemos caracterizarlo como un conjunto de actores políticos que organizativamente actúan de manera monolítica, gracias a que las disidencias han sido sistemáticamente purgadas, dejándolas en una condición de orfandad y la dirigencia tiene acceso a redes de privilegios en tiempos de crisis. El chavismo tiene un liderazgo reconocido por los grupos de interés que lo conforman y a pesar que existe una dinámica de confrontación en lo interno, no se observan cuestionamientos públicos significativos.
Este sector que asume el legado de Hugo Chávez tiene un hilo discursivo en gran medida coherente, aunque en los últimos tiempos se empiezan a evidenciar fracturas, fundamentalmente en lo relativo al ámbito económico. La base de apoyo del chavismo cuenta, a pesar de la crisis, con un bagaje simbólico y arreglos institucionales que generan lealtad a los fines del «proceso revolucionario». Finalmente el chavismo controla la orientación de las instituciones del Estado, entre las que se encuentran el poder judicial, electoral, moral y ejecutivo (donde se ubican la Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas), además de la Asamblea Nacional Constituyente.
Encontramos como contraparte en estos acercamientos, que pueden derivar en negociaciones a la oposición al chavismo, que podemos caracterizar como organizativamente fragmentada, dada la frenética sucesión de los grupos políticos en el liderazgo, gracias a los fracasos en la consecución de los objetivos planteados. Esta dinámica ha permitido una evolución de las tendencias moderadas a las radicales de este sector.
El liderazgo opositor hoy se encuentra esta devaluándose a lo interno y sistemáticamente es cuestionado tanto en el ámbito público, como privado. Los actores que adversan al chavismo esgrimen un discurso inestable en cuanto a futuro del país y se articula instrumentalmente para convocar en función de un aspecto: salir de Maduro. De cara a los apoyos en la población podemos decir su base dura está en la clase media, aunque la creciente crisis le está sumando rápidamente apoyos en los sectores populares; además que en estos se observan pocos referentes organizativos.
La oposición al chavismo ha demostrado en los últimos meses que no logra definir los cursos de acción política, ya que se ha subordinado a la política exterior del gobierno de los Estados Unidos de América (EUA).
Una vez caracterizadas las partes, surgen nuevas interrogantes: ¿con quién negocia el chavismo? ¿Con su oposición en Venezuela o con el Gobierno de los EUA? ¿Existe una oposición unificada en Venezuela que participa en el proceso? Conviene aportar como parte de la respuesta, que cada parte participará con sus apoyos globales, en consecuencia el chavismo vera influenciado su desempeño por su estrecha relación con la dupla sino-rusa. Asimismo es inevitable que el proceso de diálogo o negociación sea afectado por un contexto donde EUA, Rusia y China libran sus propias confrontaciones en varias dimensiones. Finalmente, un proceso de dialogo o negociación supone un desafío adicional, la suma orgánica de una parte significativa de los grupos de interés en oposición al chavismo, lo que en principio no es poca cosa.
Cuando nos preguntamos ¿qué se negocia?, la primera imagen que se nos viene a la mente es un choque de trenes, puesto que discursivamente los actores en disputa abordan temas comunes, pero con significados y acciones diferentes. A continuación veamos algunos de los temas y sus orientaciones en ellos.
El chavismo continúa con un asunto pendiente: el económico. No ha logrado un nuevo entramado económico coherente con su enfoque político. Hoy se plantea emular algunos rasgos del modelo económico implementado en China, en el cual el Estado se asume como comunista, con una economía donde prevalecen los rasgos capitalistas. En este marco se encuentra el Plan de Recuperación Económica de agosto de 2017 y la creación de una «burguesía bolivariana».
La oposición propone abordar el aspecto económico en marco del capitalismo imperante, con el apoyo de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. La recuperación del tejido económico pasa por fomentar las inversiones privadas nacionales o foráneas, fundamentalmente norteamericanas; para lo cual se requiere generar los incentivos necesarios y las seguridades a corto, mediano y largo plazo.
En términos políticos ambos actores abordan el tema de la democracia, obviamente con orientaciones diferentes. El chavismo promueve discursivamente la participación activa y protagónica del pueblo, aunque en los últimos años no está siendo vinculante, por lo cual se convierte en instrumental. En la oposición se sigue promoviendo un esquema retrogrado de entender la democracia, restringiéndola a lo representativo.
En lo social la oposición sostiene la incorporación de las personas en el aparato productivo y que su bienestar esté ligado al esfuerzo individual, con un Estado mínimo. Desde el chavismo se promueve un Estado de Bienestar que permita la redistribución justa de la riqueza, fundamentalmente de la renta petrolera.
Después de un recorrido sucinto y raudo sobre las orientaciones en los temas, solo podemos estimar que el camino que queda para las partes es el pragmático, en el cual es posible trabajar en función de al menos tres cosas: control político (institucional, legislativo y judicial), control de la renta petrolera y la ampliación de inversionistas en la explotación de materias primas. Tomar esta vía, nos deja otros interrogantes: ¿cuál proyecto de país tendríamos? ¿Es sostenible un acuerdo con una orientación política bífida? ¿Hasta dónde está dispuesto a sacrificar el chavismo?
¿Es momento para negociar? Es iluso asumir que se va a procesos de negociación en condiciones de igualdad, ya que se requiere una correlación de fuerzas para sentar al contrario y pretender contar con acuerdos favorables. Hoy las partes trabajan activamente para contar con la correlación de fuerzas determinante a su favor, así que podemos estar en el inicio de un largo proceso.
Estimo que el Gobierno de los EUA, con la oposición venezolana como operador político continuará precarizando aún más la posición del chavismo, para lograr la ventaja conveniente en el momento de la formulación de los acuerdos. Mientras el chavismo promoverá las negociaciones en este momento, con el objeto de capitalizar su fortaleza, por eso será el primero en presentarse.