En mi recorrido por Europa como DJ de tango, me encuentro muchas veces con amantes del tango que me preguntan acerca de las letras de los mismos. Con cierto grado de frustración me dicen, «la verdad es que no entiendo nada de lo que el cantante canta». Muchas veces estas personas hablan un español muy bueno, pero claro, los tangos tienen un condimento único, tienen la gran influencia de un vocabulario porteño: el lunfardo.
En ese movimiento portuario que tenía Buenos Aires a finales del siglo XIX y principios del XX, ingresaron en pocos años a la ciudad más de un millón y medio de inmigrantes. Estos se instalaron hacinados en conventillos y con la necesidad de comunicarse, los inmigrantes empiezan a utilizar de alguna manera palabras de su propio idioma. Los conventillos eran grandes casas a las cuales nosotros llamamos chorizo. Esto se debe a que las habitaciones están una al lado de la otra, así como los chorizos están uno al lado del otro, atados por un hilo y son todos iguales, pareciera que esa hilera no tuviera fin.
Así, en esas casas chorizos vivía el proletariado porteño, mezclado con los inmigrantes. Las habitaciones en fila como chorizos, eran todas iguales, no tenían ventanas, solo tenían altas puertas dobles, las cuales se abrían hacia un patio central común. En cada habitación vivía una familia entera, padres, hijos, algún familiar, muchas veces también los abuelos. Al no tener suficiente espacio en esas habitaciones, la gente pasaba los días y noches cálidas de Buenos Aires en sus patios. Allí la gente socializaba y es allí donde el lunfardo se creaba. La gente necesitaba comunicarse de alguna forma y había representado en esos patios, casi todas las nacionalidades europeas, con sus diferentes idiomas. El patio era el lugar donde los niños jugaban y también era el lugar donde se bailaba tango. Con los años se fue creando un vocabulario propio de Buenos Aires.
Como los italianos fueron el grupo inmigratorio más grande, obviamente tiene una gran influencia en el lunfardo. Existen también palabras de origen francés, portugués, polaco, judío, africano, y otras más. El vocabulario lunfardo consta de aproximadamente 6.000 palabras, pero se trata de un número dinámico: algunos surgen y otros caen en desuso. La Academia Porteña del Lunfardo estima que aparecen unas 70 palabras nuevas por año. Unas de esas tantas palabras utilizadas en Buenos Aires era lombardo, sinónimo de «ladrón», esta palabra le dio nombre a todo ese vocabulario completo, pero derivo en una nueva palabra y fue «lunfardo». Los lombardos eran considerados ladrones, ya que por su actividad de prestamistas y usureros en el siglo XVIII, no eran muy bien vistos socialmente. Así como el tango nació en los suburbios, en las orillas de la ciudad, de la misma manera nació el lunfardo, por ende nacieron y se desarrollaron juntos, interactuando.
Inmigrantes, idiomas, fusión, hacinamiento, necesidad, nostalgia, tristeza, segregación, parecieran ser sinónimos comunes para el desarrollo del Tango y el Lunfardo. Los porteños utilizamos el lunfardo constantemente y al punto tal que muchas veces cuando yo hablo con personas de habla hispana, pero no argentinos, necesito pensar si las palabras que uso provienen de mi lunfardo o del español. Palabras como pibe (chico) guita (dinero) "en cana" (encarcelado) laburo (trabajo) y muchísimas más, las utilizamos constantemente en nuestro vocabulario. Podría citar miles de tangos donde se utiliza el lunfardo, un ejemplo de ellos es este tango que interpreta Juan D’arienzo dice así :
«Disculpame, “cuatro ´e copas”, se me fue un poco la mano.
Pero este “fato”, che hermano, yo te lo voy a arreglar,
Si vos, como Juan Mondiola, sos de un barrio de vivachos.
Y no hay derecho muchacho, que te cachen... escuchá:
Los domingos por la tarde enfilá pa´ la perrera
Que entre esa mersa burrera yo sé que te avivarás,
Después, rajá a la milonga y aunque no te queden mangos
Te bailás tus buenos tangos y después... no hace falta más».
¿ Cómo podría un extranjero entender estas letras? Es un código de palabras solo para entendidos. Para interpretar a grandes rasgos lo que dice este tango con algunas expresiones, por ejemplo «cuatro ´e copas» en la jerga de los juegos de naipe, esa carta no tiene ningún valor, por ende, la persona de la cual habla, no tiene ningún valor. Además modifica la preposición de como ’e. Este fato habla de una cosa turbia, un negociado. Que te cachen, que se burlen de vos. «Los domingos por la tarde enfilá pa´ la perrera, / Que entre esa mersa burrera yo sé que te avivarás» en esta frase le recomienda que se vaya para el hipódromo de Palermo, que entre ese grupo de conocidos y habitues, le van a abrir los ojos, y le van a ayudar. Después «rajá a la milonga y aunque no te queden mangos/ Te bailás tus buenos tangos y después... no hace falta más» te vas a la milonga y aunque no tengas dinero, porque posiblemente vas a perder todo tu dinero en las carreras, anda a bailar que no hace falta nada más.
El lunfardo también era muy popular en esos tiempos entre los reclusos, era un vocabulario carcelero y se inventaban constantemente palabras para utilizar a modo de código y para que la policía no entendiera. Difícil de entender es el tango El nene del Abasto, este es un personaje que estaba en la cárcel, pero aun así, tomaba trabajos para hacer, los cuales no eran muy honestos. Lo llamaban también el «Pesao» (el que tiene mucho poder, o pesado)
«Quien precise mi trabajo
le hago un precio acomodao,
soy El Nene del Abasto
pa’más datos El Pesao.Si alguno lo pone en duda
lo que este coso comenta,
Moreno quince cincuenta,
que le pasen mi tosán.
Por apretar el gatillo
en una bronca fulera,
diez pepinos en Las Heras
me hizo morfar un fiscal».
«Lo que este coso comenta«, lo que este tipo comenta. «Moreno 15, 50»* es la dirección del Departamento de Policía de Buenos Aires, donde aparentemente se encontraba encarcelado. Tosán = «santo». Bronca fulera = «problema serio». «Diez pepinos en Las Heras me hizo morfar un fiscal», o sea, diez anos de cárcel le hizo cumplir un fiscal.
Y si pensábamos que el lunfardo es muy difícil de comprender, les cuento que se complica mucho más, cuando aun hablando en lunfardo, alteramos el orden de las silabas de las palabras, desde atrás hacia adelante. Como ya dijimos antes «no tengo un mango» significa no tengo un peso, más difícil de comprender es cuando decimos «no tengo un sope», esta *mina (mujer) también decimos, esta nami, el pibe sería, el bepi,, y está en cana (prisión) está en naca.
¿Te parece complicado? Aún tenemos algunas cositas más para hacer el lunfardo tan especial y rico. La y se pronuncia sh, la doble l se pronuncia sh, entonces la palabra yo suena como sho y la palabra pollo suena posho. Mi nombre es difícil de comprender cuando lo digo con acento porteño, se escucha como Guishermo y playa decimos plasha. Entonces ya, ye, yi, yo, yu y lla, lle, lli, llo, llu, diríamos sha, she, shi, sho, shu.
Este chamuyo lunfardo... qué difícil es. Chamuyar significa hablar o conversar. Aunque sugiere mucho más que eso, supone una media voz propicia para la confidencia, para la declaración amorosa, para las palabras tiernas, se chamuya con la vieja (madre), con la mina, o con un gomia (amigo pero al revés). Tango y lunfardo fueron rechazados por la alta sociedad y por la iglesia católica en esos tiempos de principio de siglo.
En este Buenos Aires del 1900 nació uno de los más reconocidos escritores argentinos, hijos de inmigrantes, como la mayoría de los porteños, su padre era alemán, su madre italiana. Lector de Nietzsche y de escritores rusos muy famosos y considerado el introductor de la novela moderna en Argentina. Su nombre era Roberto Arlt, el cual expreso su opinión en un diario del año 1929 y dijo :
«Como quieren que les escriba ? Yo tengo esta debilidad: la de creer que el idioma de nuestras calles, el idioma que conversamos usted y yo en el café, en la oficina, en nuestro trato íntimo, es el verdadero. ¿Que yo hablando de cosas elevadas no debía emplear estos términos? ¿Y por qué no, compañero? Si yo no soy ningún académico. Yo soy un hombre de la calle, de barrio, como usted y como tantos que andan por ahí».