Al enviar nuestro artículo anterior al WSI no podíamos imaginar que la situación política podría dar un vuelco tan radical en Venezuela. Se habían dado unas primeras declaraciones que mostraban un pequeño paso para la democracia y una consigna-programa que se ha convertido en toda una esperanza de, ¡por fin!, lograr la restitución del Estado de derecho: «Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres».
La Asamblea Nacional de mayoría opositora, la cual había sido ilegalmente despojada de todas sus competencias por el poder judicial controlado, ¡también ilegalmente!, por el chavismo, renovaba su directiva quedando su presidencia en un joven diputado (de 35 años): Juan Guaidó. Al llegar a término el gobierno del expresidente Nicolás Maduro el 10 de enero y juramentarse éste para un nuevo período, el Parlamento declara que dicho acto es inconstitucional, por lo que se está ante la usurpación del poder. De manera que siguiendo la misma Constitución asume el poder ejecutivo para llevar a cabo un proceso de transición hasta realizar elecciones realmente libres. Encargarse de la presidencia le correspondería al jefe del Poder legislativo, es por ello que Guaidó se juramentaría el 23 de enero en un acto público delante de los diputados y una inmensa multitud, hecho que recibió de inmediato el apoyo de los países más importantes de la comunidad internacional, empezando por la mayoría de sus vecinos de Iberoamérica y los Estados Unidos, y después se irían sumando los de la Unión Europea entre otros sumando 50 países hasta hoy. Desde este momento se inicia un camino inédito en la historia de Venezuela, donde en el mismo país existen dos «presidentes».
Siete puntos a tener en cuenta
¿La crónica que acabamos de redactar no basta para comprender lo que está pasando ni mucho menos lo que depara el futuro? Consideramos que una perspectiva historiográfica que identifique algunas coordenadas podría ofrecernos luces de lo que nos depara el futuro, aunque siempre conscientes de las sorpresas que nos puede dar la historia siguiendo aquella definición que le dio Benedetto Croce (1866-1952) como «hazaña de la libertad». Pero también dicho examen permite superar las groseras simplificaciones que hemos estado escuchando con horror en varios medios y personas, personas que por lo general jamás han pisado el suelo venezolano ni tratado a un nacional. Para los que quieran ampliar el conocimiento histórico venezolano les recomendamos a los autores: Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry, Germán Carrera Damas, Elías Pino Iturrieta, Manuel Caballero, Graciela Soriano, Inés Quintero, Tomás Straka (muy especialmente su texto del 2015: República fragmentada), entre otros.
Venezuela es un país con una larga tradición liberal y republicana que se inicia con el proceso de Independencia a principios del siglo XIX, la cual busca la igualdad de derechos (eliminación de la segregación étnica) que permita la movilidad social, y las libertades de comercio, autonomía regional (federalismo) y manumisión para los esclavos. En ella está la legitimidad constitucional que siempre ha sido importante en la justificación de las acciones políticas. La acción de la Asamblea Nacional que llevó a la juramentación de su presidente como encargado del Ejecutivo Nacional está enmarcado en estos «pilares» o «fundamentos» de nuestro Estado y valores. Ha habido una sistemática violación de los mismos por el régimen chavista-madurista y ante la mayor de todas que fue el ilegal establecimiento de una Constituyente para convertirse en un suprapoder (que llama a elecciones presidenciales sin garantía alguna) se tenía que actuar, lo cual se hizo (¡y lo hizo el único poder que posee legitimidad democrática!) cuando el período del anterior presidente (Maduro) finalizaba el 10 de enero pasado.
La democracia está íntimamente ligada con la anterior coordenada, pero aporta nuevos aspecto a la misma, surgiendo como proyecto en 1928, pero haciéndose dominante en nuestra mentalidad política y llegando al poder por primera vez en 1945, para después de una interrupción pretoriana (década militar desde 1948) consolidarse por 40 años desde 1958. El pueblo, aprendió que un Estado y una sociedad democrática no podrían hacerse realidad con la sola formalización de los principios legales y la realización elecciones frecuentes, sino que debía estar organizado en una pluralidad de partidos y grupos y las mayorías debían de disfrutar de un mínimo de bienestar. El problema fue que por otros factores que ya explicaremos entró en crisis y las mayorías eligieron a un dirigente que la destruiría a nivel estatal e intentaría también hacerlo socialmente. Pero muchos resistieron y a pesar de tantos errores en los últimos 20 años, esa fuerza que anhela vivir en libertad ha salido a las calles de nuevo y apoya a un líder que «no se proclama libertador», ni mesías, «ni la encarnación de un pueblo», ni el heredero de Bolívar, sino simplemente «un servidor público».
La modernización fue una meta que desde 1930 e incluso un poco antes significó el desarrollo de la infraestructura del país y todos los servicios de electricidad, comunicaciones, agua, sanidad y salud; que en pocas palabras era asumir el logro de las condiciones de vida de las clases medias de los Estados Unidos; y dar el salto a las libertades. Esto se vería impulsado por el petróleo que describiremos a continuación, pero fue la democracia la que se propuso que llegara a todos, especialmente a los más pobres. Hasta que fue incapaz de conservar el alto nivel de vida logrado en los setenta y empezó una crisis que hizo que la gente desconfiara de la misma, y retornara el mesianismo que en los últimos 20 años hizo que se perdieran buena parte de todo lo construido.
Desde 1914 (aunque con mayor énfasis desde 1936) Venezuela no se puede explicar sin el petróleo. El mismo significó un cambio radical en lo que se refiere a nuestros ingresos logrando un rápido bienestar y crecimiento económico (desde 1958) permitiendo que Venezuela tuviera la más voluminosa clase media de Iberoamérica en los setenta, trajo consigo también un pernicioso populismo que llevó a la desvalorización del trabajo y a ver el Estado como el que está obligado a proveernos de bienes. Cuando cayeron los precios del petróleo a partir de los ochenta y se mostraron las consecuencias entrópicas del modelo, las clases medias empezaron a empobrecerse y los pobres a crecer y dejar de disfrutar buena parte del apoyo asistencialista estatal. En esta crisis el proceso modernizador empezaría a paralizarse o deteriorarse y la democracia perdería su apoyo popular renaciendo con fuerza los dos elementos siguientes del punto 5 y 6. El rentismo ayudó a la consolidación del chavismo al gozar de una gran cantidad de recursos que le permitió ganar muchos seguidores, pero por su modelo estatista entre otras causas ha reducido la capacidad productiva de la economía y al mismo tiempo que la cantidad de barriles ha disminuido en más de un 50% al igual que la economía en general al mismo tiempo que sufre mayor hiperinflación del mundo.
El personalismo político, el culto por el hombre fuerte que por medio de la violencia se impone a los demás, el irrespeto a la ley y a las instituciones por parte del poder desnudo y sin control es una realidad que se ha mostrado de manera recurrente en nuestra historia. Se desarrolla desde el siglo XIX dominado por los caudillos y en el siglo XX donde los militares ejercieron un control pretoriano del poder. Pero poco a poco se irá debilitando con la democracia, la tradición cívica, las instituciones y la modernización. A pesar de ello nunca desaparecerá del todo y reaparece con cada crisis, siendo la última la de la democracia y el rentismo petrolero en los noventa. Hugo Chávez (quien surge en política por un acto personalista y violento: un intento de golpe de Estado el 4 de febrero de 1992) y cada uno de los dirigentes chavistas aprovecharán esta situación y serán su mejor expresión en las dos últimas décadas. El fenómeno se ha fortalecido a medida que pierden popularidad, haciéndose cada vez más violento e insoportable. Ya son más de 300 los asesinatos en protesta especialmente en los últimos cinco años, miles de detenidos, más de 900 presos políticos, por no hablar de las torturas y exiliados junto a las prácticas de censura a los medios. La última semana con gran horror observamos que en las protestas han sido encarcelados niños y más de 40 asesinados.
Las Fuerzas Armadas nacen como institución desde 1910 asumiendo un claro rol pretoriano (influencia de la alta oficialidad o el ejército en la política nacional) bajo los argumentos de que es el heredero del Ejército Libertador que logró la Independencia y la nación por lo cual tiene el derecho de seguirla construyendo. La democracia, la tradición liberal y la modernización han sido elementos que han reducido su influencia pero al entrar en crisis han hecho que este rol se fortalezca de nuevo. Su papel en los últimos 20 años ha sido protagónico e incluso ha asumido la «ideología» chavista. A pesar de todo esto no dejamos de confiar en la condición institucional de los militares y en la siembra que los factores democráticos han tenido en ellos.
Estados Unidos e Iberoamérica han jugado un papel fundamental en Venezuela desde 1903 e incluso desde el proceso de Independencia. A diferencia del resto de nuestros «hermanos» de Hispanoamérica e incluso buena parte del mundo, nosotros no padecemos de la «enfermedad antiyanqui». Al contrario, hemos asumido muchos de sus modelos y costumbres. La prédica chavista «antimperialista» generada en sus orígenes comunistas e importada de Cuba no ha logrado ser asumida por las mayorías, en especial porque nunca ha sido auténtica. La primera potencia del mundo se convirtió en nuestro principal cliente comercial y el mayor inversionista extranjero desde hace cien años cuando pasamos a ser una economía petrolera. A pesar de los intentos de cambiar esta realidad en las dos últimas décadas, logrando nuevos aliados como Rusia y China entre otros, no ha logrado que EEUU siga siendo nuestro principal comprador (el único que paga en verdad) y abastecedor de diversas mercancías en especial alimentos. Nuestros vecinos también son clientes y en los tiempos de prosperidad venezolana nos enviaron gran cantidad de su gente y ahora reciben a los que huyen del desastre chavista. Este último factor es una variable fundamental a la hora de comprender la presión de estos países para que haya una transición que detenga dicho flujo poblacional.
Les pido disculpas por lo largo de la explicación de estas 7 coordenadas pero son ellas las que permiten la comprensión de lo que hoy se vive en Venezuela. Y lo que se vive es un conflicto entre dos tradiciones y factores: la liberal-democrática-modernizadora versus la personalista-autoritaria-pretoriana «catalizada» por el rentismo petrolero; pero incluso se podría examinar al régimen de Maduro en cada una de las coordenadas y ver como en todas ellas ha entrado en una grave crisis. En este sentido la oposición ha logrado ir afectando cada una de ellas y asumiendo poco a poco su control salvo el factor pretoriano (militar). La crisis venezolana, como hemos explicado, responde fundamentalmente a problemas internos. Pero en este nuevo ciclo lo internacional se le ha sumado con gran peso a la fuerte crisis que vive el chavismo haciendo su recuperación un imposible.
Tres posibles escenarios
A partir del lunes 28 de enero la situación ha recibido un vuelco importante con las sanciones de Estados Unidos, dentro de pocas semanas, cuando se empiecen a padecer sus consecuencias ,tendrá que darse una definición. Nunca antes los demócratas habíamos tenido en estos 20 años de dominio del personalismo político tantas posibilidades de lograr la transición a la democracia; es por ello que debemos ser sensatos, firmes y no bajar la guardia por creer que ya se logró la meta. La democracia nos espera pero hay que cuidar su renacimiento. A pesar de esta clara inminencia del cambio, los tiempos para su logro pueden variar y de allí surgen los diferentes escenarios posibles en los siguientes meses.
Primer escenario: refortalecimiento del régimen
Maduro se mantiene en el poder: la apuesta del chavismo-ejército (Alto Mando) es que pase el tiempo y que el agravamiento de la crisis por las sanciones permita un refortalecimiento como ocurrió con el famoso dakazo (saqueos semicontrolados por las fuerzas represivas) y lograr por la propaganda que la culpa recaiga en la oposición. De manera que se pueda convencer a la comunidad internacional de volver a mesas de diálogos que lo salven como en el pasado. Consideramos que es altamente improbable, porque ya no hay casi recursos para un saqueo controlado, en los dos últimos años el rechazo al gobierno no ha parado de crecer y la oposición hasta ahora mantiene la esperanza. Para que se logre dependerá de que Maduro obtenga grandes e importantes apoyos internacionales que por ahora no se ven. El uso de la represión sería un grave error que permitiría los otros escenarios. Que no ocurra este escenario dependerá especialmente de la capacidad de Juan Guaidó y la Asamblea Nacional para conservar la cohesión de las mayorías en torno a su plan y la posibilidad de ofrecer al Ejército un papel importante en la postransición.
Segundo escenario: el ejército se planta
En un segundo escenario, el ejército retira su apoyo a Maduro: ante la crisis por falta de comida las protestas se incrementarán a tal grado que las fuerzas represivas no lograrán controlarlas o no querrán hacerlo, de manera que la renuncia de Maduro sería negociada. Se podría entonces iniciar un gobierno de Guaidó con cierto tutelaje militar con tendencias a conflictos internos que generen una alta inestabilidad. Dependerá de la presión internacional y las destrezas en las conversaciones entre Guaidó y el Ejército, tal como dijimos. Lamentablemente el paso del tiempo que explicamos en el anterior escenario llevará a la oposición a ofrecer más al Ejército.
Tercer escenario: intervención extranjera
Si nada cambia en varios meses, la crisis económica y humanitaria se agravará generando una mayor oleada de emigración, que el resto de los países de Iberoamérica (en especial Colombia y el resto de los países andinos junto a Brasil) no podrán soportar y buscarán una solución aunque signifique algo más radical. Acá se abre la caja de Pandora, cuesta saber qué ocurrirá. No creo que Maduro logre apoyos pero temo por los grupos irregulares que tiene cerca. Considero que los mismos buscarán resguardarse para conservar sus recursos para la postransición pero no sabemos cuál será su reacción. Lo que sí parece irreversible es el retorno de la popularidad chavista en lo inmediato (uno o tres años). Si la oposición logra una rápida recuperación el chavismo puede desaparecer de la historia tal como ocurrió con anteriores clases políticas en la historia de Venezuela.