Noviembre es sinónimo de Black Friday; el penúltimo viernes del mes, los productos muestran descuentos interesantes –del 20% hasta el 60% o incluso un poco más en algún producto determinado- para incentivar las compras y, de paso, iniciar –o no- la campaña de Navidad, tanto para los compradores como los establecimientos.
Se trata de descuentos, cierto es, que animan a comprar, pero: ¿realmente compramos porque es una oportunidad de obtener lo que se desea a un precio más económico o más bien compramos porque el precio es bueno aunque no lo necesitamos?
Si uno es previsor, puede aprovechar este día para comprar los primeros regalos de Navidad a mejor precio y de paso ahorrarse un dinerillo que siempre va bien; no se encontrará todo, primero, porque las ideas de regalo no están muy claras, las listas no están hechas o esos productos no entran en las ofertas, pero ser previsor siempre es positivo y puede significar un importante ahorro de tiempo, dolores de cabeza y, por qué no, dinero.
Sin embargo, en la mayor parte de las veces, las compras que se realizan este día no son necesarias y simplemente se adquiere el producto porque a uno le gusta y está bien de precio. Una compra compulsiva para un producto que se estrena, uno se lo pone al día siguiente por eso de que es nuevo, pero que en muchas ocasiones luego quedará olvidado en el fondo del armario.
En el otro lado se encuentran las empresas: las ofertas incluyen productos de temporadas, con descuentos más bajos pero que sirven de gancho para que la gente se sienta atraída, con productos de otras temporadas, que tienen un porcentaje más alto para darle salida y no quede estancado en la tienda.
Un día de tradición estadounidense importada a Europa que cada vez está más arraigada y con la que, cada vez más, las empresas preparan a nivel de marketing para sacar el máximo provecho de él. Es cierto que el precio de las ventas son menores –por los descuentos aplicados- pero en volumen y visibilidad salen ganando a medio y largo plazo.
Se acerca la fecha, bueno, aún quedan unos 20 días para que las empresas estudien y preparen sus ofertas, pero tú también puedes prepara el Black Friday… hazte una lista de productos que quieres comprar –incluyendo los regalos de navidad si se tiene claro- y el día señalado lánzate a la calle, mira y si encuentras lo que quieres, cómpralo a mejor precio, aunque será cierto que alguna compulsiva del momento también caerá.
¿Quién ganará, las compras racionales o las compulsivas?