John Stuart Mill fue un intelectual, economista y filósofo británico nacido en Londres el 20 de mayo de 1806. Es considerado como un representante tardío de la escuela económica clásica inglesa y teórico del utilitarismo fundado por su padrino Jeremías Bentham.
Agnóstico, liberal y demócrata con preocupaciones sociales, representa una época en la que el capitalismo y el liberalismo clásico están bajo ataque de los diferentes tipos de socialismos.
Recibe una educación dirigida exclusivamente por su padre, quien era el también economista y filósofo escocés y británico, James Mill. En ese proceso educativo su padre se guía por los principios del Emilio del ginebrino Juan Jacobo Rousseau.
A los trece años su padre lo introduce en la economía política tomando como base la obra de los economistas clásicos Adam Smith y David Ricardo, éste último amigo de la familia Mill.
A los 20 años sufre una crisis mental que narra y explica en su Autobiografía y que le llevó a estudiar con mucho interés las ideas del romanticismo y del socialismo.
En 1823 ingresa a la Oficina de Exámenes de la India, donde llegó a ser director. Desde 1824 difunde las ideas liberales en la línea de su padre en The Westminster Review.
En 1848 publica su obra principal que titula Principios de Economía Política. Allí expresa su idea de una evolución del capitalismo hacia el estancamiento debido a la tendencia irreversible hacia la reducción de los beneficios. Tesis de la que se valdría Carlos Marx para anunciar la crisis del capitalismo.
También Stuart Mill favorece medidas para la distribución más justa de la renta tales como la limitación de la herencia, la cooperación obrera y la promoción de la pequeña propiedad campesina.
En 1851 se casa con Harriet Taylor quien le inspira ideas feministas. En 1859 publica su libro Sobre la libertad que dedica a estudiar la libertad social o civil, «es decir, la naturaleza y los límites del poder que puede ejercer legítimamente la sociedad sobre el individuo».
El objeto del ensayo es afirmar un sencillo principio:
«> que la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás».
Según Stuart Mill el rasgo más importante de la historia es la lucha entre libertad y autoridad.
Es muy interesante su concepto de libertad: el individuo es libre de hacer cuanto desee mientras no dañe al prójimo. Y agrega: Todo aquello que sofoca la individualidad, sea cual sea el nombre que se le dé, es despotismo. Y siempre dice sobre el individuo lo siguiente: El valor de una nación no es otra cosa que el valor de los individuos que la componen. Y también: Cada persona es racional para tomar decisiones acerca de su propio bien y elegir asimismo la religión que le plazca. Es célebre su frase sobre genio y libertad:
«el genio sólo puede respirar libremente en una atmósfera de libertad».
También se refiere a la soberanía individual:
«La única parte de la conducta de una persona por la cual ésta es dócil a la sociedad es aquélla que concierne a los demás. En la parte que sólo atañe a uno mismo, su independencia es, por derecho, absoluta. Sobre sí mismo, su propio cuerpo y mente, el individuo es soberano».
Dicho de otra manera, el individuo es soberano en lo que atañe a sí mismo, pero tal soberanía individual está limitada por la soberanía que también tienen los demás.
La gran preocupación del autor es la defensa de la soberanía individual frente a un mundo en el que la sociedad va aumentando sus poderes sobre el individuo, no sólo por la fuerza de la opinión, sino también por la legislación. Es decir que para Stuart Mill en su tiempo la ley o la legislación está minando la soberanía de los individuos.
En el libro hace una acalorada defensa de las libertades de pensamiento, opinión, expresión y asociación; así como un elogio de la tolerancia.
Se opuso a la intervención del Gobierno en la economía por considerar que nadie está más cualificado para dirigir un negocio o determinar cómo ha de ser dirigido, que aquéllos que están personalmente interesados en él. En este punto se coloca en la senda de los fisiócratas, Adam Smith y David Ricardo.
Pero estuvo de acuerdo con la intervención del gobierno para promover la educación y la legislación laboral, porque así se protegía a los más débiles y oprimidos de la sociedad. Aquí se nota una ambivalencia en el pensamiento del autor porque por un lado está preocupado por la legislación que restringe la libertad del individuo, pero también promueve la legislación y medidas que aumentan esas restricciones.
Respecto a la libertad de opinión, Mill va hasta el extremo:
*«Silenciar una opinión es robar a la humanidad porque, si esa opinión es verdadera, se roba a la humanidad una verdad, y si no lo es, se roba a la verdad la mayor fuerza que hubiese obtenido gracias al choque y la colisión con el error».
Y agrega: La variedad de opiniones siempre es buena porque o trae una nueva verdad u obliga a la verdad a competir y hacerse más profunda y convincente.
También propone Stuart Mill una idea que luego retomará Robert Nozick con el nombre de progreso moral: cada época va descubriendo las injusticias de la anterior. Así la Antigüedad convivió con la esclavitud, que más tarde resultaría inaceptable. El progreso moral consiste en una creciente conciencia de la dignidad de la naturaleza humana.
Por ello el autor avizora un porvenir en donde la enfermedad y la pobreza pueden ser eliminadas porque resultarían sencillamente intolerables.
Sobre el mismo tema escribe:
«Las épocas no son más infalibles que los individuos, toda época ha sostenido opiniones que las épocas posteriores han demostrado ser no sólo falsas; sino absurdas; y es tan cierto que muchas opiniones ahora generalizadas serán rechazadas por las épocas futuras, como que muchas que lo estuvieron en otro tiempo están rechazadas por el presente».
En 1865 John Stuart Mill es electo como miembro de la Cámara de los Comunes inglesa en representación del partido liberal y allí promueve proyectos a favor de los más pobres, así como la educación obligatoria, la igualdad de derechos para las mujeres y el control de la natalidad, todas ideas consideradas radicales en su época.
Critica la esclavitud y toma partido en ese tema durante la Guerra de Secesión en los Estados Unidos y se constituye en uno de los pioneros en la lucha por la educación de la mujer y la liberación femenina. Dice que la opresión de la mujer impide el progreso de la humanidad.
Políticamente favorece la forma democrática de gobierno y defiende y promueve sin éxito el sufragio femenino. De modo que se define como un liberal demócrata y profundamente preocupado por la cuestión social: incluso defiende la libertad sindical y el cooperativismo. Confía y favorece el sistema capitalista, pero le encuentra limitaciones y deficiencias. En cuanto a sus ideas democráticas es importante su obra Consideraciones sobre el gobierno representativo, publicado en 1860. Y en cuanto al feminismo su mejor texto es El sometimiento de la mujer, de 1869. Es muy importante también su Autobiografía publicada en 1873.
Algunos lo han considerado el último de los economistas clásicos y otros como el fundador del liberalismo social. Muestra una actitud muy abierta hacia las corrientes de pensamiento socialista hasta el punto de que hoy se le considera un punto intermedio entre el liberalismo y el socialismo fabiano inglés.
Su defensa del individuo, de la soberanía individual, de las libertades fundamentales y de la tolerancia; así como su tesis de no intervención del gobierno en la economía son propias de la tradición liberal clásica. Incluso las ideas a favor de la educación, contra la esclavitud y a favor de los derechos de las mujeres caben dentro del liberalismo clásico. Pero ya sus ideas a favor de la propiedad pública de los recursos naturales, distribución más justa de la renta y su inclinación por la legislación laboral, la libertad sindical y el cooperativismo, tienen un tono de liberalismo social que llega a aproximarse a la socialdemocracia.
Recibe la influencia de John Locke y David Hume y escribe trabajos sobre lógica y metodología científica, y se inscribe en el empirismo y el positivismo. Considera que el conocimiento tenía su origen y su límite en la experiencia observable.
Defiende también el utilitarismo promovido por Jeremías Bentham y su padre, especialmente el principio de mayor felicidad según el cual uno debe actuar siempre con el fin de producir la mayor felicidad para el mayor número de personas, dentro de lo razonable.
A partir de 1869 se retira a su villa de Aviñón y sigue colaborando con diversos periódicos hasta su muerte el 8 de mayo de 1873.
Como ha escrito Isaiah Berlin, el ensayo sobre la libertad de John Stuart Mill es: «La exposición más clara, simple, persuasiva y conmovedora de aquellos que desean una sociedad abierta y tolerante» (Berlin, Isaiah. 1970. John Stuart Mill y los fines de la vida, citado en John Stuart Mill, Sobre la libertad, Alianza, Madrid, España, pág. 43).