En el poliedro de expresiones del arte actual y sobre todo del arte joven, Stephanie Williams parece asimilar una labor de palimpsesto: es quien cava entre las estratificaciones de un acontecer que en ocasiones pareciera perder visibilidad, pero que ella lo trae al presente al observar la sociedad con sus historias, crónicas, relatos, costumbres, arquitectura, entre otros insumos. Así, desde ese estrado del arte, poder valorar su construcción conceptual: Cuadra Cero (primera parte del año 2018), muestra en la cual remover el letargo de contemplar aquellas vicisitudes de lo remoto, perceptibles al subir y bajar los espacios del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), motivados a ejercitar la mirada ante dicha penumbra del tiempo.
Daniel Soto, curador de Cuadra Cero, comentó:
«Bajo esta mirada, Cuadra Cero manifiesta que, desde ese “locus construido por el Estado”- el Palacio Nacional-, se gestaron una serie de discursos oficiales que ayudaron a concebir parte del nacionalismo patriarcal costarricense que aun hoy se mantiene vigente. La propuesta expositiva de Stephanie Williams escarba en la arqueología documental y crea un falso archivo histórico, cargado de ironía, cuestionamientos y solapamientos del poder».
(Soto, Daniel. 2018 MADC, brochure de la muestra).
En tanto manifestación conceptual, las intervenciones de Williams no son del todo desconocidas, ya en 2014 sorprendió con aquel segmento de un friso en Entre Concreto, en las salas de TEORéTica, curada por Inti Guerrero. Expuso un modelo en tierra, como la materia irreductible y por ende ataviada de la identidad de la gran casa donde habitamos todos, el planeta. En aquella oportunidad comenté:
«Extraño sensiblemente repasar el significado de la poética pieza de Stephanie Williams (Costa Rica, 1987) hecha de tierra y pasto, modelada como un detalle del muro remanente de un edificio emblemático de nuestra San José, otro signo que se mueve por su calles y avenidas entre el asfalto o el concreto, y un tracto más de esta materia dura con que fue hecha, la innombrable Ciudad».
(Luis Quirós en Experimenta)
Apreciamos, además, propuestas suyas en Lo escrito, escrito está, 2016, curada por Lola Malavasi para Teorética; y en Conclusiones actuales sobre el Arte Originario, 2016-2017, en la sala de exposiciones temporales del Museo de Jade y Cultura Precolombina, curada por Rolando Castellón y quien escribe.
Para la Décima Bienal de Arte Centroamericano 2016, la artista instaló en Casa del Comandante del Museo Nacional -antiguo cuartel de Bellavista-, un inventario documental con fotografías, cartas y decretos que intimaban su intervención con sesgos de lo político. En esa oportunidad agregué:
«El proyecto consiste en una instalación que rememora el salón principal del antiguo Palacio Nacional, donde se ocurrieron promulgaciones definitorias para la identidad de nuestra República, hasta el año 1958 cuando se procedió a su demolición. La artista comenta que su intervención constituye tres ejes temáticos: I. Archivos y construcciones vinculados con la importancia del contexto geo-político y de la ubicación estratégica de la Cuadra 0 dentro de la ciudad de San José; II. Vinculaciones con características ornamentales y estructurares de la edificación; y III. La demolición, destrucción y fracaso en el intento de mantener viva dicha memoria».
(Luis Quirós en Experimenta)
Otra de las propuestas suyas se refiere a la siguiente frase: «Y todavía afirma que aquella es tierra firme», con letras modeladas precisamente en tierra, instalación titulada Los cimientos también son fragmentos (2015), expuesta en Lado V en TEORéTica, curada por Jaime Izaguirre; la cual replicó en MAYINCA Tiestos de una Cultura (2015), en los antiguos calabozos del Cuartel de Bellavista, hoy Museo Nacional.
Con los mencionados insumos de Cuadra Cero en el MADC -Salas II, III y IV-, la artista nos hace sentir en el inmueble mismo del Palacio Nacional, donde otrora erguía el Pabellón y se firmaban los oficios que hoy son un estamento cívico, ante lo cual se advierte ese escozor de la memoria al mirar hacia aquellos elementos elevados en el espacio de la sala III, con pátina terrosa y musgos del tiempo, pero que también portan la idea de lo sacro y de altar.
Comenta de nuevo el curador Soto:
«En 1855 se inauguró, gracias aquel encargo del presidente Juan Rafael Mora Porras, el Palacio Nacional. Situado en la manzana cero (la primera que se traza para marcar el orden urbano) entre la Avenida Central y la calle 2, sería el centro de los tres poderes de la recién fundada República (31 de agosto de 1848), la cual promulgaba ser libre, soberana e independiente».
(Soto, D. 2018)
El acto de instalar esa memoria para atraer sobre sí otras estratificaciones del acontecer, vincula la nueva versión Cuadra O (2018) al suelo centroamericano en tiempos de crisis y acoso filibustero (que no cesa pues hoy detentan otras caretas como las del mercado globalizado). Estimula a tomar conciencia pues, como se dijo, desde ese constructo oficial se firmó la orden de ataque para la Campaña Nacional de 1856, y se hicieron sentir otras instancias del poder -tensiones Norte Sur muy primarias en aquellos remotos espacios de la historia de esta geografía vista como patio trasero (backyard) de los Estados Unidos, y de las cuales hoy somos harto conscientes.
No es trivial que uno experimente o quisiera ahondar más en esa memoria de la pequeña capital San José, apenas destetada de los procesos colonizadores, y en esos años cincuenta del siglo trasanterior alertada por Cornelius Vanderbilt, quien filtró informes al presidente Mora de las intenciones de William Walker respecto a la región, y que llamó Destino Manifiesto. Desde ahí, desde ese predio del corazón capitalino, se fraguó la defensa de la Patria, pues en el fondo, tras aquella bandera de barras y estrellas, se trazaba la línea de imponer esclavitud a sus habitantes.
Trama de reminiscencias
Ventilar lo histórico y político a través del visor artístico, es fundamental, y la muestra de Williams es el momento preciso para hacerlo, en tanto empodera y empuja a retejer la complejidad de dicho tramado. En la entrevista que la nicaragüense Cecilia Nuín a Virginia Pérez-Ratton y Tamara Díaz-Bringas, las curadoras desnudaron aquellas amenazas del “Destino Manifiesto”, pretexto para la penetración de Walker a nuestras patrias vecinas, tema abordado como uno de los ejes de investigación de la gran muestra Estrecho Dudoso, 2006, en Noticias del Filibustero:
«En el Destino Manifiesto se considera que hay gente que no tiene la capacidad para auto manejarse. Y eso era lo que creía Walker, y tuvo que venir a arreglar las cosas. Entonces, hubo una campaña militar que salió de Costa Rica y culminó con la derrota de Walker, el posterior exilio, y finalmente fue fusilado en Honduras en 1857. La campaña de 1856 se llevó a cabo en un momento duro en la historia centroamericana, durante una epidemia del cólera, con ejércitos poco estructurados y matizada por una serie de intereses de Cornelius Vanderbilt, y la ruta del Tránsito».
(Nuín, C. Fatalísima No.13. 2018. Entrevista a TD-B y VP-R)
Saltan algunas interrogantes al respecto y si bien parecieran salirse del contexto de Cuadra Cero (2018) en el MADC, concuerdan con el interés de conectar el pasado con el presente, táctica aguzada en la muestra de 2006. Refiero a estos aspectos pues desde tiempos inmemoriales, un paso en el ajedrez político incide en otros puntos de la geografía regional: Aquella firma emergida del Palacio Nacional para contraatacar a Walker en la Hacienda Santa Rosa, Guanacaste, repercutió más allá de nuestras fronteras, en Rivas, Nicaragua, donde los filibusteros fueron reducidos por los conciudadanos alzados en armas, y perfiló al «Héroe de la Patria» Juan Santamaría. Pero también marcó el flujo de la historia del vecino país: la «Batalla de San Jacinto», un 14 de setiembre de 1856, finca del mismo nombre localizada a unos 42 kilómetros al norte de Managua, cuando los nicas confinaron a los mercenarios obligándolos a huir a Honduras donde Walker fue fusilado en 1957. Pero, ¿a qué se refería Pérez-Ratton con la ruta de Tránsito?, o ¿el filibusterismo actual?, y, ¿quién era aquel dueño de ferrocarriles y navieras tan involucrado en la política exterior local, quien alertó al presidente Mora Porras en su despacho del Palacio Nacional en 1856?
Para la primera interrogante, en la mencionada entrevista publicada en La Fatalísima No.13, respecto al título de la muestra de 2006, Tamara acotó:
«El título salió del mal entendido de los españoles buscando la ruta hacia las Indias y estudios que hicieron sobre Centroamérica como un estrecho dudoso y que nunca lo encontraron. Luego está lo del canal inter-oceánico que ha estado pesando en la historia de Centroamérica».
Para la segunda interrogación acudo a la entrevista a Joaquín Rodríguez del Paso para su proyecto Súper Moderno, 2014-2015, en todas las salas del MADC, que publiqué en uno de mis blogs:
«...esa confrontación revela el rol del multimillonario Cornelius Vanderbilt, dueño de los grandes ferrocarriles en Estados Unidos y otras empresas dedicadas al transporte marítimo, quien adversa a Walker, y decide poner en aviso a nuestro presidente de entonces de la amenaza y penetración filibustera».
(Quirós, Joaquín Rodríguez del Paso. Súper Moderno. Experimenta Magazine, 2016.)
Puntos de inflexión
Con el presente acercamiento al trabajo de Stephanie Williams, al caminar reflexivo por esos espacios del museo, no dejé de advertir orgullo por tener una historia que compartir a las nuevas generaciones, saberes cívicos de todo ciudadano, que hoy en día están en el tapete de la producción cultural crítica, pero para la gran mayoría de la población no vislumbra ningún derrotero, triste, sí, en tanto se acomodan a las intensiones de los nuevos filibusteros: los estrategas del mercado. Lo expuesto me desafiaba a evocar, a extender los focos del pensamiento hacia toda la región -como en ese momento miraba cada pieza de ese encadenamiento (ajedrez) de la memoria de la patria y terruño centroamericano-, sufrida por embates hegemónicos durísimos -como el episodio que en estos mismos días aqueja a nuestras hermanas y hermanos nicaragüenses con un baño de sangre innecesario y despiadado-, pero aún así mantienen erguidas y ondeando sus banderas.
En conclusión
Conscientes de esa garra perversa de los estrategas del mercado -me sirve de colofón a estas aproximaciones a la historia centroamericana-, que impele a entrar en las contiendas a algunos corruptos poniéndose trajes de políticos, y les dan alas, pero de un momento a otro se las cortan. Ocurre aún en el istmo centroamericano. Orquestan campañas ideadas por las tácticas del marketing, para mantener en vilo nuestras patrias con agudas contingencias. Adversidad que evoca aquel «da y quita» a que refería Carlos Luis Fallas -Calufa- al hablar de Mamita Yunai (1941) -y que ya fue tratado en anteriores artículos en esta plataforma cultural-, hablo de la compañía norteamericana encabezada por Minor Keith la cual ponía y quitaba gobernantes a sus intensiones antojadizas.
Tener presente el filibusterismo actual implica conciencia acerca de los malabares de la corrupción: Ayer tanto como hoy. Insumos para que Stephanie Williams pusiera señuelos y capturara la conciencia ante tales problemáticas, utilizando signos muy sutiles de toda aquella fragilidad y quebrazón evocada como telón fondo en las salas expositivas del museo de la antigua FANAL. Y, aunque lo instalado solo era un “escenario irónico” -como lo calificara el curador y la misma artista-, instiga a la perenne discordia, a reelaborar las tácticas del partido, clarificar quiénes decimos ser y cuáles fueron los eventos machacados por tales gestas; lo cual hoy solo está en los registros del arte y en los apuntes que esta artista anote en sus protocolos de investigación para mantenernos en la jugada, avistando hacia esos signos del tiempo y la memoria política de Costa Rica y América Central.
Pies de fotos: Stephannie Williams. Cuadra 0 2018. Fotos de A, Artavia cortesía del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.