Los médicos han ido descubriendo una enfermedad rarísima que no se había detectado hasta ahora. El Síndrome de Capgras es un síndrome raro que provoca que un paciente se convenza de que sus parientes o amigos más cercanos, generalmente padres, esposos, hermanos o hijos, son impostores. En 1995, nos cuenta la BBC, Alan Davies y su esposa, Christine, una pareja galesa, sufrió un accidente automovilístico. Tras el incidente, Alan se convenció, por una serie de vívidos flashbacks o reviviscencias que su esposa de 31 años no había sobrevivido el accidente. Alan decidió que Christine, quien había sufrido un traumatismo cervical, era una doble que personificaba a su esposa «muerta».
El Síndrome de Capgras se cree que puede ser causado por un daño en la conexión entre las áreas del cerebro encargadas del reconocimiento facial y su respuesta emocional. Quien padece el síndrome puede reconocer los rostros de sus seres queridos pero no sienten la reacción emocional que normalmente se asociaría con la experiencia de verlos y de estar cerca de ellos. Hay pacientes que incluso pueden hablar con su familiar por teléfono y reconocerlo, pero cuando lo ve, cree que es un impostor. Otras personas pueden estar convencidas de que la lora de la casa en en realidad un pato. La psiquiatra y autora Carol W. Berman también ha escrito sobre el tema. En un artículo para el portal HuffPost, Berman relata el caso de una de sus pacientes, Janet, una mujer de mediana edad que un día llegó a su casa y encontró un hombre extraño en su armario con la asistente. Llamó a la seguridad porque estaba convencida que no podía ser su esposo Bill.
En Estados Unidos, la enfermedad se ha difundido de manera estrepitosa. La mitad de los norteamericanos está convencida de que Donald Trump es un impostor y que quien vive en la Casa Blanca es Kim Jong-un. Los abruptos de personalidad, los cambios de un día para el otro, el mal humor, los sobornos a prostitutas, las alianzas en contra de Europa Occidental, el desprecio a los tratados internacionales y muchas matracas financieras, los tienen convencidos. Muchos psiquiatras han iniciado tratamientos con Nancy Pelosi, Elizabeth Warren, los funcionarios de CNN, del New York Times, del Washington Post para convencerlos de que Kim Jong-un no puede ser Trump ya que él considera una gran comediante a Rosie O'donnell, no se pierde nunca las apariciones de Whoopi Goldberg, tiene un botón nuclear del tamaño de un dedo y está haciendo milagros con la economía del país.
Aparentemente, los políticos demócratas, que están disturbados porque no tienen ya cómo combatir a Kim Joung-un y ya la gente está harta de ellos y de la colusión rusa, han llegado a aceptar que se trata de dos presidentes distintos y fueron dados de alta. Sin embargo, después, regresaron al hospital. Los médicos les preguntaron por qué habían vuelto si ya sabían que Kim Joung-un no es Trump. Pelosi, por ejemplo, aceptó que ella sabía la diferencia, ¿pero lo sabía Trump? Preguntó ella.
Alena Zupancic, psicoanalista eslovena, nos relata cómo han encontrado los mismos tropiezos en su país. Uno de sus pacientes creía que era un grano de maíz y temía que la gallina se lo iba a comer. Después de mucho tratamiento, ella lo convenció de que él no era un grano de maíz y lo dejó, creyéndolo curado, irse para la casa. Pero semanas después regresó. «¿Pero usted ya sabe que no es un grano de maíz, ¿entonces para qué regresa?», le preguntó ella. «Sí, yo sé que no soy un grano de maíz, ¿pero acaso la gallina lo sabe?», respondió su paciente.