Recapitulemos, hasta ahora hemos efectuado una crítica desde el punto de vista de la ciencia jurídica a la institución de la reserva fraccionaria, luego explicamos cómo se plasma contable y económicamente tal institución en el sistema bancario y a su vez mostramos cómo los bancos expanden el crédito gracias a la misma; en mi último artículo formule la teoría del capital, instrumento analítico vital para la comprensión de lo que viene en este artículo.
Aquí explicaremos, finalmente, los efectos económicos de la expansión crediticia bancaria con base en el ejercicio de la reserva fraccionaria sobre la estructura productiva.
Tipo de interés
El tipo de interés es un precio de mercado, como cualquier otro, solo que esté específicamente representa la relación de valor entre los bienes presentes, disponibles hoy para el consumo, y los bienes futuros, disponibles para ser consumidos sólo en algún momento posterior más o menos lejano al hoy. A la luz de la categoría de la preferencia temporal1, o sea del hecho de que siempre preferimos, ceteris paribus, bienes presentes antes que bienes futuros, por ejemplo, 100 dólares valdrán hoy más para nosotros que dentro de un año. De ahí que cuando todo lo demás es constante, los bienes futuros sufran un descuento de valor cuando se los compara con los bienes presentes.
Hay muchas plasmaciones del tipo de interés pero la más fácil de percibir es la de los préstamos. Tradicionalmente, el tipo de interés de los préstamos se expresa como un porcentaje del dinero presente dado a modo de préstamo por el acreedor al deudor de tal forma que si el tipo de interés es de un 9% y presto 100 dólares, al caducar la deuda cobraré 109 dólares; y es precisamente ese 9% el precio de los bienes presentes en relación con los futuros; es el indicador de cuánto más vale el primer tipo de bien en relación con el segundo; es, en suma, el indicador del descuento de valor que sufren los bienes futuros con respecto a los presentes.
Entre las diversas plasmaciones tipo de interés que existen en una economía moderna, las dos más relevantes son: 1) Los beneficios económicos derivados de cada actividad productiva y 2) El tipo de interés prevaleciente en el mercado crediticio.
Conviene explicar por qué los beneficios de cada actividad productiva son una manifestación específica del tipo de interés. Los bienes de primer orden son bienes presentes, disponibles para el consumo hoy; los bienes de orden superior, en cambio, sirven para producir bienes de primer orden, y se transformarán en ellos cuando culminen los procesos de producción en los cuales están implicados, pero a día de hoy aún son bienes de consumo futuros y dado que su valor se deriva solamente del hecho de que sirven para la producción de bienes de primer orden, al final terminan siendo bienes futuros.
Los beneficios que se derivan de cada actividad productiva son la diferencia entre el precio de las ventas, de los bienes de orden inferior, y el precio de los costes, de los bienes de orden superior. Los costes son la suma de todos los precios de los bienes de orden superior implicados en el proceso productivo, es fácil comprender por qué existe un diferencial de precios positivo entre los bienes de consumo y el de aquellos de orden más elevado que los producen, pues el bien de consumo es un bien disponible ya, mientras el bien de capital solo en el futuro madurará en la forma de algún bien de consumo2.
El rol del tipo de interés y los efectos de alterarlo artificialmente
El tipo de interés, señal cataláctica, resulta vital como elemento de cálculo económico para todo empresario, pues le indica cual es la preferencia temporal de los consumidores que demandan los bienes de consumo que planea producir. Le indica cuánto tiempo estarán dispuestos a esperar los consumidores para poder consumir y por lo tanto la duración temporal del periodo de producción que están dispuestos a tolerar. El tipo de interés le permite al empresario percatarse de que proyecto de inversión es rentable y cuál no a la luz de las valoraciones subjetivas de los consumidores. Le aconseja embarcarse en determinado proyecto de inversión y no en otro.
Esto incluso con independencia del grado de productividad que los proyectos o procesos de producción puedan tener; pues, ciertamente, y tal y como vimos en el artículo anterior, los procesos indirectos de producción son más productivos que los directos, y los relativamente más indirectos lo son más que los menos indirectos pero los agentes económicos a la hora de valorar los bienes y las utilidades que estos proporcionan no solo ponderan la magnitud de tal satisfacción sino además el momento en el cual esta se va a producir. De tal forma que, a pesar de haber muchos proyectos de inversión muy productivos, ciertamente, las personas no estarán dispuestas a esperar todo el lapso de tiempo tan prolongado que tales procesos demandan. Por lo tanto, no sería conveniente para los empresarios comenzar tales procesos de producción; preferible es emprender otros de más corta duración. Una extensión del proceso productivo tal es totalmente inconveniente.
El tipo de interés, tiene, como uno de sus determinantes, al ahorro de la población, que determina el que podríamos llamar “fondo nacional de subsistencia”, que hace alusión a toda la cantidad de bienes presentes disponibles de una sociedad durante el lapso de tiempo que vayan a durar los procesos de producción que se emprendan para mantener a la población trabajadora durante los mismos3 que de hecho juega un papel vital en todo esto, pues, como vimos con la explicación Robinsoniana de la teoría del capital4, sin ahorro, abstención de consumo, es imposible crear bienes de capital y emprender procesos indirectos de producción, así como también mantener el stock de bienes de capital existente.
Ahora, conforme mayor sea la magnitud del fondo nacional de subsistencia, más podrá prolongarse el periodo de producción en el tiempo, pues: durante un mayor lapso temporal podrá ser mantenida la población trabajadora. A la inversa: cuanto más bajo sea el fondo nacional de subsistencia una menor duración temporal tendrá el proceso de producción. Por eso decimos: “Existe un relación directa entre la magnitud del fondo nacional de subsistencia y la duración del periodo de producción”.
A partir de esto, afirmamos que conforme el ahorro de la población es más alto y, por lo tanto, un menor porcentaje del ingreso corriente se aboca al consumo, menor será el tipo de interés, pues: mayor será la oferta de bienes presentes en el mercado crediticio; y a la inversa, conforme más bajo es el nivel de ahorro de la población más elevado será el tipo de interés, pues menor será la oferta de bienes presentes en el mercado crediticio. Un nivel de ahorro alto indica una baja preferencia temporal de la población, lo cual posibilita emprender procesos de producción de más larga duración, pues más dispuestas están las personas a posponer el consumo en el presente para efectuarlo en el futuro, dada la mayor calidad y/o cantidad de este último.
Hay muchos proyectos de inversión que sólo pueden ser rentables cuando se produce un aumento del ahorro de la población lo cual implica una disminución sistemática de la preferencia temporal del público e implica que estarán dispuestos a esperar más tiempo a que los procesos productivos maduren en la forma de bienes de consumo de mejor calidad y/o cantidad que los que ahora pueden obtenerse. Esta disminución de la tasa de interés con cargo a un aumento del ahorro voluntario del público5 previo es una señal cataláctica que indica a los empresarios que se lancen a efectuar proyectos de inversión más largos y productivos. Por lo tanto vemos como el tipo de interés cumple la función de coordinar íntertemporalmente las acciones de consumidores y empresarios, haciendo que los empresarios obren según lo que valoran realmente los consumidores.
Ahora imaginemos que el tipo de interés es alterado artificialmente por una intervención de los bancos, que crean medios fiduciarios de la nada en base al ejercicio de la banca con reserva fraccionaria, de tal manera que disminuye por debajo del nivel que naturalmente hubiese alcanzado. Pero esta disminución no es producto de un aumento previo del ahorro de la población y por lo tanto de sus deseo de posponer su consumo en el tiempo sino más bien del actuar, ilícito (jurídicamente hablando) y unilateral/arbitrario de los bancos que no se corresponde con las valoraciones subjetivas de las personas referidas al tiempo y que, por lo tanto, tiene la consecuencia de descoordinar a los consumidores y empresarios.
Los empresarios, percatándose de la disminución en el nivel del tipo de interés, pasan a efectuar nuevos procesos de producción, más largos que los anteriores pero sin que los consumidores estén dispuestos a esperar todo el lapso de tiempo que demandan tales proyectos de inversión; puesto que su relación consumo/ahorro no ha cambiado, sigue siendo idéntica, lo único que cambio fue la oferta monetaria, al alza, gracias a la creación ex nihilo de los bancos de medios fiduciarios. Al no haber disminuido la preferencia temporal de las personas y aumentado el ahorro, pero si haber bajado el tipo de interés, este se disocia de las valoraciones subjetivas de los demandantes de bienes de consumo, dejando de representar lo que ellos realmente valoran.
Pero los empresarios sí consideran que el tipo de interés es un reflejo de lo que valoran las personas, por lo tanto, cometiendo un error empresarial gravísimo, basándose en un cálculo económico falaz con componentes del mismo como el tipo de interés artificialmente rebajando a niveles irreales, emprenden procesos de producción no queridos por los consumidores, malgastando así los escasos recursos de la sociedad, dedicándolos a fabricar bienes que los consumidores no valoran. Extendiendo indebidamente la duración temporal del periodo de producción según la magnitud del fondo nacional de subsistencia, pequeña, para los ambiciosos planes empresariales.
Y este es el principal efecto de la práctica bancaria del depósito irregular de dinero con reserva fraccionaria cuando el dinero de nueva creación, medios fiduciarios, es inyectado en el mercado crediticio6.
Pero pronto el mercado da lugar a un proceso de reajuste de la estructura productiva, dado que la situación creada por los bancos se torna insostenible más pronto o más tarde, haciendo que la misma pase a estar lo más de acuerdo posible con las valoraciones subjetivas de los consumidores, achatándola, tanto vertical como longitudinalmente, disminuyendo el número de etapas de que se compone así como los bienes de capital que algunas tuvieron a su disposición durante la época de expansión crediticia. Tal proceso de reajuste sucede cuando se verifican estos acontecimientos en la vida económica:
La subida del precio que hay que pagar por los factores originarios de producción.
Posterior subida en el precio de los bienes de consumo.
Gran aumento relativo en los beneficios contables de las empresas de las etapas más próximas al consumo final.
«Efecto Ricardo».
Incremento de los tipos de interés de los créditos a un nivel, incluso superior, al que tenían antes del comienzo de la expansión crediticia.
La aparición de pérdidas contables en las empresas de las etapas relativamente más alejadas del consumo: el inevitable advenimiento de la crisis7.
No es tarea de este trabajo analizar estos fenómenos, quizá eso quede para más adelante, solo quería dejarlos asentados para dar por finalizada esta serie de artículos.
Notas
1 Para una fundamentación de la misma véase: Ludwig Von Mides, La acción Humana, cuarta parte, capítulo 18, subtítulo 2.
2 Para una comprensión más profunda de la esencia del proceso productivo y de la paulatina transformación por etapas de los bienes futuros a bienes cada vez más presentes véase: Eugen Von Bhöm-Bawerk, La teoría positiva del capital; Libro cuarto, capítulo 2, subtítulo 2.
3 Término empleado por Böhm-Bawerk.
4 Véase mi último artículo: La teoría del capital y el caso de Robinson Crusoe.
5 Para un abordaje más profundo y esquemático del tema véase: Jesús Huerta de Soto, Dinero, crédito bancario y ciclos económicos, Capítulo 5.
6 Ciertamente lo que hicimos fue suponer que todo el dinero de nueva creación por los bancos era introducido en el mercado crediticio y que, por lo tanto, el resto de mercados eran afectados por estos medios de pago adicionales sólo a posteriori de haber afectado al mercado crediticio.
7 Véase para un abordaje en profundidad de esta temática a Huerta de Soto en la obra antes citada de este autor también en el capítulo 5.