Humanos rotos, de otro tiempo, olvidados. Lucharon o lo intentaron; fueron golpeados, despojados, silenciados. Al final, cedieron, se quebraron, se perdieron. Su cuerpo, su carne, su sangre se transformó en madera seca de árbol deshojado, fierro devastado o mecanismo desterrado, piedra rota de lápida sin flores ni nombre. Ánimas de cuentas pendientes vuelven a pedir sus nombres, a morder cuerdas, a liberar la Tierra, a contar sus historias olvidadas; a señalar las trampas escondidas, a pintar las puertas de colores…

Si, fueron divinos filósofos, emperadores, reyes o generales, líderes religiosos, científicos o artistas inspirados los que “iluminaron” los caminos de la Humanidad, más fueron sobre todo manos y corazones anónimos las que construyeron sus puentes y calzadas, soportaron los sacrificios y defendieron logros y la tierra cultivada con sus vidas.

Esta colección, “Los Olvidados”, surgió de forma imperceptible leyendo capítulos de Historia, imaginando vidas truncadas, sacrificadas, ofrecidas , sobre todo anónimas e infinitamente generosas, por hombres y mujeres corrientes y sin nombres conocido: guerreros valerosos que yacen en tumbas olvidadas, mujeres que practicaban su sabia medicina, muertas en hogueras fanáticas, estudiosos que eligieron “caminos errados del saber”, que contribuyeron a engrosar la perspectiva del conocimiento y la experiencia humana; mineros, obreros, a veces ancianos y hasta niños, que ocuparon las calles luchando por derechos que hoy disfrutamos todos sin preocuparnos siquiera de saber cuántas generaciones se sacrificaron para poder apenas nombrarlos.

Es un momento histórico, crepuscular, extraño, sin energía, volvemos nuestras cabezas buscando “líderes carismáticos” que nos saquen del fango, que piensen en el bien común, que le den un futuro a nuestros hijos.

No los encontramos. No dan la cara. Tampoco lo hacemos nosotros.

El Hombre tiene una marcada tendencia a no moverse ante el peligro, esperando a que las cosas vuelvan espontáneamente a dónde estaban. Eso nunca ocurre, la Historia, como la vida hace su camino.

Al final, el peligro se non viene encima, y surge en nosotros un instinto de pura supervivencia. Se unen fuerzas, mentes, energía y miedo. A veces, incluso, salta todo en pedazos y cuando se disipa la nube de polvo, todo ha cambiado. Las placas tectónicas de la Humanidad se rehacen en busca de una estructura más estable, tal vez más madura y todo se encamina hacia un posible futuro.

Una vez más los Olvidados regresarán al silencio. Nadie les reconocerá, volverán a dormirse, a descansar profundamente. Sin lápidas, sin nombres, sin palabras…

Seguramente hasta la próxima crecida…

Se arrimó al chico y le dijo: “Ten presente que las cosas que te metes en la cabeza quedan allí para siempre. Quizás deberías pensar en ello”.
“¿Algunas cosas las olvidas, no?”
“Si, olvidas las que quieres recordar y recuerdas las que quieres olvidar”.
“The road”. Cormac McCarthy.
No se puede ser un vagabundo y un artista y, al mismo tiempo, un ciudadano sólido, equilibrado y sano. ¡Si quieres escuchar los murmullos, aguanta también los aullidos!”.
“El caminante” Herman Hesse

La tragedia de ser ángel.
Estoy cansado, jefe. Cansado de estar siempre dando vueltas como un pajarillo bajo la lluvia. Cansado de no poder tener un amigo conmigo que me diga a dónde vamos, de dónde venimos y por qué. Estoy cansado de todo el mal que se hacen los hombres unos a otros. Cansado de todo el dolor que siento escuchando el mundo cada día. Es demasiado para mi. Es como tener continuamente trozos de vidrio clavados en mi cabeza ¿Entiendes eso?
La Milla Verde – La ejecución de John Coffey

Merrick y el dolor.
La madre de John Merrick, el Hombre Elefante, murió cuando éste tenía diez años y el padre echó al chico a la calle. Merrick intentó ganarse la vida como pudo y se contrató a los 12 años en una fábrica de cigarros, pero tuvo que dejar el puesto poco después porque ya no podía mover el brazo deforme. Terminó siendo exhibido en una barraca de atracciones de feria. Allí se lo encontró el doctor Treves; el médico relató en sus memorias que el feriante lo trataba como a un perro: “¡Levántate!”, le ordenaba, y Merrick se alzaba dificultosamente, dejaba caer la manta que le tapaba la cabeza y se mostraba desnudo hasta la cintura. La gente gritaba, horrorizada. “Era el espécimen humano más repugnante que nunca he visto”, dijo Treves. El médico se lo llevó al hospital y le hizo un reconocimiento. No habló con John en todo el rato que duró la primera visita: Treves pensaba que el Hombre Elefante era subnormal. Y el pobre Merrick estaba tan acostumbrado a que lo consideraran un pedazo de carne sin sentimientos ni razón que no hizo nada por sacar al médico de su error. “Si, al principio creí que era un idiota, una convicción sin duda alimentada por la esperanza de que lo fuera” confesó el médico: “Fue luego, al descubrir que poseía una gran inteligencia, una aguda sensibilidad y una imaginación romántica, cuando comprendí la espantosa tragedia de su vida”.
“Merrick y el Dolor” de Rosa Montero

La luz en los ojos.
El corazón tiene razones que la razón no entiende.
Blaise Pascal

La Reina perdida
El mundo al revés. Aves que nadan, peces que vuelan. Ciudades suspendidas de un hilo de oro. Nubes por debajo del agua. Prados de algas y crustáceos que pacen tranquilos.Políticos que dicen la verdad. Ejércitos que no luchan y que podan con sus armas bellísimos jardines imperiales. Manicomios divertidos, conciertos en cementerios públicos pintados de rosa, cárceles que sirven de invernadero a las plantas que tienen frío. Aire demasiado puro para ser respirado, lluvia que no moja, nieve cálida que acaricia cuerpos desnudos. Jóvenes sabios y expertos. Viejos con cara de niño que ríen con cada arruga que les nace cada día, para acabar sus días en una orgía de carcajadas contagiosas.
La Reina, respetada, querida. Madre, Tierra, vientre fértil de todos.Estudiosos de todas las partes del mundo buscan afanosos su reino perdido. Sabiduría ancestral. Origen de vida. Fuente primaria.
Su Luz alumbrará este mar de tinieblas…

La renuncia.
Me acostumbré a vivir en mitad del océano, sin ver nunca la tierra firme, comiendo algas, peces pequeños, bebiendo ya siempre agua salada de mar. Sin esperar nada más que un continuo volar sobre olas infinitas, sin esperar ya un continente de roca firme y segura.
Pasé de ser naufrago perdido a ser gaviota gigante, solitaria, nómada, libre y melancólica.

El recuerdo y el silencio.
Cuando alguien muy querido se nos muere, una parte de esa persona queda en nosotros para siempre.
Nacemos pequeños, puros, completos, vitales, inocentes. Como de goma y oro. La vida poco a poco nos va mordiendo, pero también nos va regando. Crecemos, pero también cedemos. Sufrimos pequeñas amputaciones, que nosotros mismos debemos sanar y recuperar.
Cambiamos energía y frescor limpio por experiencia y sabiduría. Velocidad por intensidad ¡Nos nutrimos tanto de todo aquello que pasa al lado de nuestras vidas! ¡Creemos que controlamos el juego! Al final nos oxidamos. Poco a poco nuestras verdades inmutables van mutando. Una detrás de otra. Nuestros seres queridos, nuestros lugares de infancia, los árboles que nos protegían, todos van quedando atrás.
Subimos la montaña, sabiendo que cuando lleguemos a la cima estaremos solos. En nuestra mochila habitan jardines hechos de recuerdos, medallas, huesos, besos, abrazos; tantos cómo hayamos plantado, regado, cuidado. Nuestra piel es ya de madera ajada, de bronce, de hierro frágil…
Una parte nuestra quedará aquí, para siempre, con nuestros seres queridos…

El poder
La selección de los peores. Una pirámide de mediocridad e ignorancia.
La sombra que teme la luz y compra la penumbra. El tuerto que se rodea de ciegos y destierra a todo aquel que tiene dos ojos en la cara.
Miembros amputados, prestados, sin huesos, sin sangre, sin vida. Un moderno Frankenstein; doctor y paciente al mismo tiempo. Un ser deforme que apenas se tiene en pie. Arrastra viscoso el frío tacto de su piel, su mirada inerte, su alma ya extinguida.

Europa
Bosque profundo, árbol, piedra, dolmen, magia, piel.
Aldea, pueblo, ciudad, cultura.
Vieja estatua perdida, mármol. Luz, sombra, águila, león, caballo.
Vejez, enfermedad.
Dientes cansados de oscuridad, cuando se perdieron los caminos, la antorcha desapareció
Hierro, sangre, cruz, espada, peste, grito.
Frio que se desvanece. Terciopelo, seda, hilo de oro. Barco, vela, viento, brújula, horizontes inexplorados. Rey, vasallo, pueblo, dinero, ruido de cañones, barricadas, puño, vapor, carbón, comercio.
Fuego, pólvora, sangre, vejez, sabiduría, ciencia, fuego, sangre, muerte, locura irracional.
Renuncia, mirada cansada, anciano, cuna, esperanza.

Ser generoso.
Dos monos dentro de una jaula. Fuera hay una madera plana y larga. Encima hay comida para ellos. De los extremos de la madera hay atadas dos cuerdas. Tirando de las cuerdas los dos monos en paralelo pueden acercar la madera con la comida. Lo hacen, pero al tenerla a su alcance, el macho dominante hace valer su jerarquía y come sólo él. Al día siguiente se presenta la misma situación. Esta vez el mono no-dominante, hambriento y sabiendo que otra vez no comerá, no ayuda a acercar la comida y el mono dominante tampoco come. Lógicamente, con un comportamiento “humano”, el espécimen dominante tiraría de la cuerda y cedería una parte de la comida. El espécimen no-dominante ayudaría en el proceso sabiendo que no le faltaría una gratificación en beneficio de los dos. Ser generoso, humanitario, y justo es más inteligente y ventajoso que no serlo.
¿Tan difícil es comprender este “complicado” concepto?

El Dio Tierra
Un mundo viejo, viejísimo. Él estaba ya allí. Cuando la luna llena se creó. Carne de la carne de esta Tierra. Con ella comenzaron las mareas. Al bajar las aguas nació la vida, entre las rocas húmedas. Miles de seres: diminutos, pequeños, medianos, grandes, enormes, blandos, duros como la roca, llenos de dientes, de antenas y de cuernos. Alfombras de colores, finas hierbas, helechos majestuosos, bosques profundos. Naturaleza viva, roca ardiente, fuego, tierra y aire. Procesos encadenados: el fuerte se comía al débil, el pequeño se escondía mejor en el desastre, el más elástico se adaptaba fácilmente, viajaba más lejos, sobrevivía. Todo esto lo vio Él, y todavía verá muchas más cosas. Las cosas van y vienen. Su mirada nos sigue desde el interior de la montaña, desde lo alto de las nubes, desde el fondo del mar. Es el alma serena de la Tierra. Es el dueño del Tiempo.

Sin corazón, sin ojos.
Hay personas que son afectivas y otras que son anafectivas.
Las primeras aman, las segundas desean.
Las primeras plantan bosques, las segundas compran muchas plantas.
Las primeras tienen muchos amigos, las segundas son poderosas.
Las primeras cocinan, las segundas sólo comen.
Las primeras vuelan, las segundas tienen chofer.
Las primeras escuchan, las segundas sólo oyen.
Las primeras tienen corazón, las segundas no tienen ojos.

El Miedo
Por su propia seguridad, permanezcan asustados.
El Roto, humorista gráfico. El País.

El Imbecil
Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia.
Oscar Wilde

Reír y llorar
Recuerda que el día en que naciste todos reían y tu llorabas; vive de tal manera que cuando mueras, todos lloren y tu rías.
Proverbio persa

El amor
El amor es así, como el fuego; suelen ver antes el humo los que están fuera que las llamas los que están dentro.
Jacinto Benavente

Dioses y hombres.
“Dios es el silencio del Universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”.
José Saramago

Texto de José Molina