La noche del 20 de agosto de 1968, los tanques del Pacto de Varsovia - liderados por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) - invadieron Checoslovaquia para destruir las reformas democráticas conocidas como la Primavera de Praga. En la izquierda venezolana tuvo un importante impacto, gracias a la obra Checoeslovaquia. El socialismo como problema (1969), de un joven comunista y exguerrillero llamado Teodoro Petkoff. La izquierda mundial de tendencia comunista sufriría una división que daría nacimiento al llamado eurocomunismo, el cual rechazaba el modelo soviético. La resistencia pacífica del pueblo checoslovaco, en especial los ciudadanos de Praga, inspirarían la lucha en dicho país en las dos décadas siguientes para lograr finalmente la transición a la libertad. Mijaíl Gorbachov (1931) afirmaría en 1987 que su glasnost y perestroika tenían una gran deuda con las reformas del 68. Entonces, ¿en qué consistió el llamado «socialismo con rostro humano» que llevó a cabo una fracción del Partido Comunista Checoslovaco a partir de enero de ese año y bajo la conducción de Alexander Dubček (1921-1999)? A continuación les ofrecemos la respuesta.
El comunismo o socialismo real se instaló en Checoslovaquia después de la Segunda Guerra Mundial debido a dos razones fundamentales: el haber quedado bajo la esfera de influencia soviética por el avance de los tanques rusos en la guerra con la Alemania del Tercer Reich; y el poseer el Partido Comunista más influyente de Europa Oriental (para una mejor explicación de esta etapa leer mi artículo: ¿Cómo llegó el comunismo?, publicado en El Nacional el 11 de julio de 2018). Dicho régimen estableció un sistema totalitario que asesinó a miles de personas, en juicios donde obligaban a los acusados – bajo torturas y amenazas de dar igual trato a sus familiares – de declararse como espías o terroristas para luego fusilarlos. Y la transformación de la economía de libre mercado a un sistema de planificación centralizada generó la caída de la producción, escasez, colas, hambrunas y la destrucción del país más industrializado del bloque comunista después de la Unión Soviética.
A la muerte de Iosif Stalin en 1953 y con el proceso de desestalinización (denuncia del terror y los falsos juicios, liberación de los presos políticos y reivindicación de los condenados y asesinados) que se desarrolló tres años después, Checoslovaquia tuvo que ser obligada a ello debido a la ortodoxia de la cúpula del Partido, de modo que fue una reivindicación a medias de las víctimas. Aunque la realidad es que existía una lucha interna, según Teodoro Petkoff, entre dicho sector conservador (burócratas estalinistas) y los reformadores (intelectuales, obreros y técnicos). El agravamiento de la crisis económica y política permitiría que los segundos - liderados por Dubček -desplazaran a los primeros el 5 de enero de 1968. Desde ese momento comenzaría la llamada Primavera de Praga: un proceso de cambios que se vio acompañado de la libre participación política de la gente. Tal movilización y debate de ideas exigió gradualmente la transformación del sistema del totalitarismo a la democracia.
Teodoro Petkoff consideró que dichos cambios no pretendían la eliminación del socialismo sino su depuración de las «deformaciones soviéticas». Su tesis era que este modelo no era único y mucho menos que era autoritario, sino que su esencia era la democracia pero sin restituir la propiedad privada ni abandonar la alianza con la URSS. La experiencia de la Primavera demostrará que cuando la gente comenzó tanto a luchar por los derechos humanos básicos (vida, libertad, seguridad y propiedad privada) como por dejar de ser satélite de los rusos, estos últimos denunciarían las claras intenciones de los checoslovacos de retornar al capitalismo. Y esto no lo iban a permitir, de manera que comenzaron a preparar la Operación Danubio, que consistía en la ocupación militar para derrocar el Gobierno y frenar los cambios.
Las reformas del «socialismo con rostro humano» en lo económico fueron:
«descentralizar el plan, asegurar la autonomía de la gestión de las empresas, imponer los índices de beneficio por encima de otros índices, el reconocimiento de la acción de la ley del valor y la modificación del mecanismo de establecimiento de los precios a través del juego de la oferta y la demanda del mercado socialista»
(Petkoff, 40).
Y en lo político el Estado permitió la creación de organizaciones distintas a las comunistas, estableciendo así el derecho a la libertad de organización eliminando el monopolio del partido; la libertad de expresión e información superando la censura, y la libertad de creación artística; y el sistema policial represivo deja de funcionar con lo que no prohibía las manifestaciones pacíficas (pp. 76-80). La sociedad checoslovaca que se había encerrado en sus casas y hecho silencio por el terror totalitario, ahora salía a las calles generando una explosión de participación y libre discusión de su destino como sociedad: ¡era una primavera de ideas y sueños!
Los ortodoxos comunistas empezaron a ser criticados, por lo que – en palabras del escritor Milán Kundera en su versión novelada de los hechos, La insoportable levedad del ser (1984) – éstos iban diariamente a quejarse a la embajada rusa y a pedir la intervención. La misma se inició con amenazas en julio y al no lograr detener las reformas se llevó a cabo al mes siguiente. Las autoridades checoslovacas pidieron a la población no resistir al invasor, pero la gente salió a las calles y en su mayoría de forma pacífica (se atravesaban a los tanques y quitaban los nombres de las calles para confundirlos), pero hubo casi 100 muertos de los manifestantes y un solo soldado del lado de los invasores.
Los conservadores volvieron protegidos por las tropas del Pacto de Varsovia y vino un período de «normalización» donde todas las organizaciones que nacieron en la Primavera fueron disueltas y perseguidas, al igual que todo aquel que había participado con algún texto, firma o incluso aparecido en las fotografías que se tomaron de las protestas. Todos ellos fueron sacados de sus trabajos, tal como le pasa al personaje de la novela de Kundera, que siendo un médico se le prohíbe ejercer su profesión y tendrá que limpiar ventanas; al igual que le pasó a más 100 historiadores que fueron expulsados de las universidades. Se tendría que esperar 20 años para que ocurriera un nuevo levantamiento, y ahora sí sería el definitivo.