Para un país de la dimensión de Portugal, reivindicar el reconocimiento de logros históricos no es tarea fácil. Dos siglos y medio antes del célebre viaje del capitán inglés James Cook, que marca el descubrimiento oficial de Australia en 1770, navegantes portugueses ya habían explorado gran parte de las costas de la inmensa isla de Oceanía.
Sin embargo, pocos en el mundo lo saben
El 21 de agosto de 1770, el capitán James Cook reivindica el territorio de la actual Australia para la corona británica bajo el nombre de Nueva Gales del Sur. Su viaje es sólo la primera de una serie de expediciones exploratorias en los mares del Sur en busca de un mítico continente.
Pero Australia ya había sido visitada antes por dos misiones de exploración portuguesas, en 1522 y en 1525, y una holandesa, en 1606.
Dos siglos y medio antes de Cook y anticipándose a los holandeses en 85 años, el capitán portugués Cristóvão de Mendonça navegó con tres naves en aguas australianas y de la vecina Nova Zelanda, diseñando pormenorizados mapas de sus costas y desembarcado en varias ensenadas de ambas ex colonias británicas.
Por orden del rey Don Manuel I, Cristovão de Mendonça zarpó en 1522 al mando de una flotilla de la guarnición de Malaca, plaza fuerte lusitana ubicada en la actual Malasia, en busca de la Isla del Oro, procediendo a diseñar su cartografía, designándola como Terra Java y más tarde Australia, asevera el autor.
Tres años más tarde, en 1525 el gobernador de las Islas de las Especias (Molucas, hoy parte de Indonesia), Antonio de Brito, envía al capitán Gomes de Sequeira a cubrir una ruta similar para revisar las fronteras de los territorios de España y de Portugal contemplados en el Tratado de Tordesillas (1492).
La navegación se extendió hasta las Islas Carolinas, un archipiélago del Océano Pacífico occidental localizado al noreste de Nueva Guinea, que entonces los portugueses bautizaron como Islas de Sequeira.
Más allá de Capricornio
Estas son las principales «herejías» contenidas en las bien documentadas 391 páginas del libro Más allá de Capricornio del anglo-australiano Peter Trickett, reportero de investigación especializado en temas científicos e históricos, cuya edición en portugués fue lanzada en Lisboa en 2010.
Sus artículos son publicados regularmente en periódicos y revistas de Australia, Gran Bretaña y Nueva Zelanda. Entre sus pergaminos, se cuentan el de investigador de la Universidad de Canberra y alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores y Comercio, responsable por la elaboración de programas de ayuda externa.
Al sostener que fueron en realidad los portugueses los primeros en llegar a Australia en 1522, Trickett provocó un evidente malestar en los círculos académicos australianos, británicos y holandeses, reacios a revisar lo que hasta ahora fue la verdad oficial pese a un sinnúmero de pruebas cartográficas y arqueológicas presentadas por el autor.
Un reconocimiento de este carácter, significaría también aceptar desmentir diversas tesis de doctorado y de máster de académicos, en especial australianos, ingleses y holandeses.
En su libro, el autor menciona unos de 150 topónimos aborígenes australianos «de claro origen portugués». Entre los elementos con 500 años de antigüedad, han sido encontrados potes de cerámica de estilo lusitano del siglo XVI, instrumentos de pesca y cañones de retrocarga, una tecnología de artillería solo conocida por los portugueses en esa época.
«Jave la Grande» en los mapas Dieppe
Para sostener sus teorías, Trickett no estuvo siempre solo. Contó con la «complicidad» anticipada en tres décadas, del abogado e historiador de Melbourne, Kenneth McIntyre. Y mucho antes, el primer escritor en presentar mapas como prueba del descubrimiento portugués de Australia fue Alexander Dalrymple en 1786, solo 16 años después de la llegada de Cook.
Desde entonces, varios otros escritores han contribuido al debate sobre la masa de tierra Jave La Grande que aparece en los mapas de Dieppe.
En efecto, el desarrollo de la teoría de Trickett de la llegada de los portugueses a Australia debe mucho al libro de 1977 de McIntyre, The secret discovery of Australia: Portuguese ventures 200 years before Captain Cook, (El descubrimiento secreto de Australia: Aventuras portuguesas 200 años antes del capitán Cook), reimpreso en una edición abreviada en 1982 y nuevamente en 1987, cuando se incluyó en las listas de lectura de historia escolar, que influyó en una generación de profesores de historia en las escuelas australianas
McIntyre hace hinapié en que Harleian Mappemonde (1536), refuerza la creencia del descubrimiento portugués de Australia, porque el continente llamado Jave La Grande, aparece en una serie de mapas del siglo XVI, la escuela de mapas Dieppe, que representa a Australia.
El abogado e historiador de Melbourne describió los mapas de Dieppe como «la evidencia del descubrimiento portugués de Australia oriental». Estas cartas
«prueban que los portugueses descubrieron Australia, y esto arroja una luz intensa y feroz sobre nuestros misterios, como el barco Mahogany».
El misterio de la carabela hundida
La carabela, presuntamente de origen portugués, naufragó en 1522. Desde entonces, se han descubierto cartas portuguesas muy antiguas que muestran la costa sur de Australia hasta Armstrong Bay, a seis kilómetros al oeste de Warrnambool. Los mapas muestran el viaje portugués a Australia en 1522.
Algunos historiadores sostienen que la embarcación de principios del siglo XVI, hacía parte de la flotilla de Cristovão de Mendonça.
El viaje habría sido mantenido en secreto en la época, ya que esta exploración violaría lo establecido en el Tratado de Tordesillas, por el cual la región (y sus riquezas) estaría en los dominios de España.
La cartografía de Dieppe, un grupo de mapas del mundo francés del siglo XVI, que representan una gran masa de tierra entre Indonesia y la Antártida. Etiquetada como Java la Grande, esta masa terrestre lleva nombres portugueses, franceses y luso-gálicos, y algunos investigadores sostienen que corresponde a las costas del noroeste y el este de Australia.
Resistencia de altas instancias académicas
Sin embargo, hasta hoy altos círculos de historiadores tradicionales de Australia, Gran Bretaña y de Holanda, se resisten a reconocer estas evidencias. Aceptarlas sería impugnar diversas tesis de máster y de doctorado de académicos de los tres países.
La teoría del descubrimiento portugués de Australia afirma que navegantes portugueses fueron los primeros europeos en divisar Australia entre 1521 y 1524, mucho antes de la llegada del navegante holandés Willem Janszoon en 1606 a bordo del Duyfken, que generalmente es considerado el primer descubridor europeo.
Asimismo, existe el Atlas Vallard, un conjunto de 15 mapas del mundo hecho en 1547 que comprende quince mapas marítimos y se atribuye a Nicolas Vallard pero una duda persiste hasta nuestros días sobre su autor, ya que contiene una información que era conocida solo por cartógrafos y navegantes portugueses y la mayoría de los nombres de lugares en los mapas son portugueses y no franceses.
Los historiadores coinciden en aceptar que el atlas es basado en cartas marítimas portuguesas que describen los accidentes geográficos con 120 nombres lusos y Nicolas Vallard quizás fue el primer propietario
Desde que Afonso de Albuquerque llegó a Malaca (actual territorio de Malasia) a principios del siglo XVI (1511), esta ciudad se convirtió en una base estratégica para la expansión portuguesa en Asia del Sur. Es impensable que Portugal conocedor de las rutas archipiélago de Java no se encontró con un enorme continente que estaba allí mismo al lado…
La presencia de colonias portuguesas en el sudeste asiático desde principios del siglo XVI, aproximadamente a 650 kilómetros de la costa australiana, hace poco creíble que no hubiesen navegado hasta Terra Java. En 1512, los portugueses fueron los primeros europeos en llegar a la actual Indonesia, buscar dominar las fuentes de especias valiosas y fundar misiones jesuitas.
Pero en la segunda mitad del siglo XVI, sus intereses en Asia Oriental comienzan a moverse a Japón, Macao y China. El azúcar de Brasil y el comercio de esclavos en el Atlántico, a su vez, contribuyen también a desviar la atención de Indonesia, donde finalmente en el siglo XVII, son desplazados por los holandeses, conservando solo Timor Oriental.
«El público en general va a tener un gran interés», garantizó Trickett en declaraciones a la prensa portuguesa, pero a renglón seguido reconoció que “lo mismo no ocurre en el medio académico, que sostienen que no es posible y no puede ser verdadera, pese a las pruebas presentadas”.
En las páginas iniciales de su obra, aclara que
«soy un anglo-australiano, nacido no muy lejos de Yorkshire, el condado natal del capitán Cook, por lo que no puedo ser acusado de ningún preconcepto antibritánico».
«James Cook fue un gran navegante y comandante de hombres y nada puede reducir su reputación, pero no es de mucho valor cerrar los ojos a acontecimientos demostrables, siendo un hecho crucial el que marineros portugueses fueron los primeros en cartografiar Australia»,
apunta el investigador.
A pesar de las pruebas arqueológicas y mapas del siglo XVI que existen en la sede de Canberra de la Librería Nacional de Australia, «la presencia portuguesa en las costas australianas sigue siendo negada por los círculos académicos ortodoxos», deplora Trickett en la obra.
Entre los documentos consultados, el autor destaca
«la Colección Braga, adquirida en 1966 por la biblioteca y que consiste en unos 6.000 libros, imágenes y otros documentos laboriosamente reunidos por José María de Braga, un empresario, profesor y estudioso del entonces enclave portugués de Macao»,
en la costa de China.
Además de la Colección Braga, que menciona Australia y Nueva Zelanda, el investigador destaca «el trabajo exhaustivo en tres volúmenes, de Manuel de Faria e Sousa, ‘Asia Portuguesa’, un relato pormenorizado y minucioso del vasto imperio ultramarino portugués, hasta la fecha de la muerte de su autor, en 1649».
Esta obra es «una crónica empastada en cuero, con grabaciones en oro, publicada en Lisboa entre 1674 y 1703, es decir, casi un siglo antes de que el capitán Cook avistase la costa australiana por primera vez», enfatiza Trickett.
Inclusive las menciones sobre navegantes lusitanos en Australia existían mucho antes, en un estudio publicado en Roma en 1585 “sobre las proezas de Portugal en Asia, escrito en latín por el jesuita italiano Giovani Pietro Maffei”, expresa en otro pasaje de su libro.
Trickett cita
«innumerables crónicas portuguesas, que incluyen la globalidad del imperio ultramarino de ese país, que se extendía de África Occidental a Brasil y de Mozambique a India, al Golfo Pérsico, al sudeste asiático, a China a las Islas Molucas (Indonesia), donde los viajes a Australia eran solo una parte ínfima del todo».
«En los círculos académicos ortodoxos, defender el descubrimiento de Australia por los portugueses es algo cercano a la herejía”, porque la historiografía oficial nacional, así como la británica y holandesa, “el tema ni siquiera es merecedor de una discusión seria», acusa el investigador.
Añade que «los descubrimientos cruciales, apoyados por una investigación científica rigurosa, que confirman la presencia marítima portuguesa en las costas de Australia en el siglo XVI, por regla general han sido ignoradas o denegridas por la mayoría de los historiadores y arqueólogos australianos».
Una cultura de negación
«Pese a que la Librería Nacional posee en sus archivos la copia de un mapa de origen portugués de inicios del siglo XVI, catalogado como el primer mapa de Australia, los académicos “continúan insistiendo de forma obstinada en sus publicaciones, que fue solo en el siglo XVII, cuando los holandeses entraron en escena, que se dio inicio al primer mapa de Australia», explica.
«Básicamente, se trata de una cultura de negación», al igual que desconocer «la presencia portuguesa de varios siglos en las islas que hoy son conocidas como Indonesia», donde la influencia europea «es vista en términos de los imperios coloniales holandés y británico, siendo que los portugueses, en caso de ser mencionados, por regla general reciben el estatuto de breve nota histórica».
Trickett afirma que «la naturaleza humana rechaza haberse equivocado o que cometió un error, más aun cuando se trata de académicos, con tesis y trabajos teóricos publicados». Aceptar el equívoco, sería desmentir diversas tésis de doctorado de académicos australianos, ingleses y holandeses
Poco después del libro de Trickett el escritor portugués João Lopes Marques publicó Terra Java una novela de ficción con gran éxito de ventas.
«Para mi novela, fue determinante la muy bien documentada contribución de Trickett para aclarar este misterio histórico» respondió a una consulta sobre la relación entre ambos libros.
«Igualmente fascinante es la especulación sobre la mención a los lusitanos en las tradiciones orales y rupestres aborígenes en la región de Broome (Australia Occidental), donde los primeros portugueses habrían desembarcado en 1522», acotó el escritor, que aclaró que desde 2005, sigue este tema.
Lopes Marques visitó varios lugares donde
«hice algunas interpretaciones sobre el tema de la llegada de los portugueses a Australia, una teoría antigua, porque además de ‘Más allá de Capricornio’, existen dos libros obligatorios sobre este tema: ‘El descubrimiento portugués de Australia’ (1977), de Kenneth McIntyre y el censurado ‘El descubrimiento de Australia’ de George Collinridge publicado por primera vez en 1895».
La novela Terra Java es sobre todo una interpretación personal de Lopes Marques de lo que define como «la multisecular y casi siempre secreta seducción de los portugueses por Australia», explicó el autor
El libro de Trickett contiene, «tesis fascinantes, tanto para portugueses como para australianos y para quien busca alguna verdad histórica, o por lo menos, para el desguace de las falsificaciones históricas», concluyó.
Oro y plata, escasos en Australia
La interrogante que surge es: ¿por qué Portugal, con su inmenso poderío naval en el siglo XVI no reclamó soberanía sobre la entonces Terra Java?
La respuesta surgió hace ya un lustro en un simposio en la Universidad de Coímbra: además de la incerteza sobre los límites del Tratado de Tordesillas, que en caso de error de trazado de la línea podría haberse traducido en un conflicto entre los dos reinos ibéricos, Australia simplemente no le interesó a los portugueses.
La costa índica de Australia es inhóspita y hace 500 años era poco atractiva desde el punto de vista comercial. El escaso oro que había no justificaba la inversión de enviar a la región una gran flota, explicó Jorge Semedo de Matos, profesor de la Escuela Naval.
Paralelamente, aquella región era de difícil navegación. Las rutas marítimas se hacían siempre al gusto de los monzones y de los vientos de la región, especialmente de los vientos alisios.
«Así, se percibe por qué Australia no forma parte de las rutas tradicionales. Había muchas dificultades en la navegación del archipiélago de Java a Australia y viceversa, porque se entraba en un camino marítimo que no era vulgar»,
explicó Semedo de Matos.
Fundamentalmente interesados en encontrar oro y plata, en el comercio del especias como el clavo, la nuez moscada y la macis, tres plantas autóctonas de las Molucas muy apreciadas en Europa, sedas, alfombras, cerámica y tapicería oriental, el portugués caminó por Australia, pero Australia no le interesó para nada.