La primera vez que estuve en el Corral de Comedias de Almagro debía de tener quince años y puedo recordar perfectamente la sensación de transportarme en el tiempo, siglos atrás, a la España de Lope, Cervantes y Calderón, pendenciera y de clases. Al pisar el zaguán empedrado ya me parecía escuchar el tumulto del público, los estudiantes en la buhardilla, las mujeres en la cazuela, el olor de la aloja.
Se trababa de una de esas excursiones cuyo objetivo es acercar la cultura a los escolares, hacer que estos descubran los clásicos de un modo atractivo. Para algunos de nosotros, púberes inconscientes, esos viajes nos cautivaron de tal manera que ya nunca quisimos separarnos de la literatura.
El Corral de Comedias de Almagro es el único que continúa activo tal y como era cuatrocientos años atrás. Fue construido en 1628 y en él tuvieron lugar múltiples comedias, hasta que en el siglo XVIII, con la llegada de gobiernos ilustrados, comenzaron a prohibirse las representaciones en estos locales (movidos por las malas condiciones higiénicas, los desórdenes del público y el riesgo de incendios, pero también por la aparición de nuevos espacios en los que la acústica era mejor). Los corrales cierran y desaparecen.
El de Almagro será una posada hasta 1950, año en el que, tras el hallazgo de unos documentos en el desarrollo de unas obras, se conoce que anteriormente en aquel lugar había habido un corral de comedias. Se inician las labores de recuperación y aparece, prácticamente intacta, la zona del escenario, por lo que se decide continuar con estos trabajos, pese a que se encontraba muy parcelado y en manos de distintos dueños. Habían encontrado el mejor de los testimonios de una de las épocas más espléndidas de nuestro teatro.
En 1972, con la intención de tender un puente entre los escenarios y la academia, pero también para crear mayor cercanía con el mundo clásico y terminar con el rechazo de la crítica progresista, tuvieron lugar las Jornadas de Teatro Clásico Español, a la vez que en el Corral de Comedias se representaban sendas obras de Lope de Rueda y Lope de Vega.
Dichas jornadas, unidas a las representaciones, que no hicieron sino apoyar el contenido de las mismas, tuvieron tal éxito que al año siguiente se celebra la primera edición del Festival de Teatro Clásico de Almagro. Hoy reconocido su prestigio a nivel internacional.
El festival en cuestión está dedicado al teatro de los siglos XVI y XVII, el barroco español de los Siglos de Oro, aunque su necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos ha favorecido que también tengan cabida otras formas escénicas más contemporáneas.
En sus inicios, las obras son representadas en el Corral de Comedias, el espacio más significativo de la época, pero desde 1980 las representaciones se abren a otra serie de espacios, como plazas, claustros u hospitales. Su prestigio hoy es reconocido a nivel internacional. Ha creado premios que reconocen el talento y la dedicación al mundo del teatro, y se ha formado la Compañía Nacional de Teatro Clásico, inspirada por el festival para seguir regulando la puesta en escena de los autores de los Siglos de Oro, trabajando juntos por los clásicos.
Desde hace cuatro décadas, cada mes de julio, Almagro nos convoca, durante veinticinco días, a un encuentro con los clásicos. Nos invita al barroco, a caminar por sus calles plagadas de cultura y versos, a encontrar la inspiración donde antes la hallaron otros. A disfrutar del teatro en estado puro.
Este año la cita es ineludible: del 5 al 29 de julio, ¡nos vemos en Almagro!