Tan característico de España como los toros y las sevillanas es la novela picaresca, que se inicia con el Lazarillo y continúa con otra serie de obras que heredarán la tradición y la llevarán fuera de nuestras fronteras.
Surge en los períodos renacentista y barroco (siglos XVI y XVII, conocidos como los Siglos de Oro de la literatura española). Se trata de un subgénero novelístico escrito en prosa, sin precedentes en la literatura, que será fundamental en la historia de la novela.
Las guerras de la época están provocando un enorme empobrecimiento en todas las regiones de la península, y a las ciudades no dejan de llegar gentes sin trabajo que se ven conducidas al robo. El hambre y la miseria son los protagonistas del momento.
Mientras que la literatura expone personajes idealizados que poco o nada tienen que ver con la realidad que se vive, la novela picaresca propone un punto de vista en el que se citan los estratos más bajos de la sociedad y la hipocresía de la que se sirven los otros. Ridiculiza la literatura idealista.
El nacimiento de la novela picaresca es el punto de inicio de la moderna novela realista europea. El realismo y el antihéroe serán los elementos más característicos: es una novela de búsqueda, de educación pero en sentido paródico, ya que el héroe, más que un crecimiento espiritual, lo que experimenta es un proceso sistemático de degradación hasta alcanzar la vida adulta, que es cuando reflexiona y decide relatar sus aventuras con la intención de que les sirva a otros de escarmiento.
Escrito a modo de confesión, presumiblemente el pícaro cuenta su historia de vida, por lo que los elementos serán biográficos y autobiográficos. Está escrita en primera persona, de modo que autor y protagonista son la misma persona. Este, a su vez, se define como un trotamundos sin ambiciones y con tendencia al hurto, cuya máxima en la vida es servir a otros para así sobrevivir.
Procura hacer un retrato exhaustivo de las experiencias más significativas de las distintas etapas de la vida, así señala las duras condiciones que le acompañaron en su más tierna infancia, que sin duda dejarán huella significativa en su vida. Luego, en algún momento, tendrá lugar un acontecimiento que haga que pierda la inocencia de la niñez y le enfrente al mundo hostil en el solo puede resistir con el engaño y el fraude.
Como resumen, podemos esbozar las principales características que cumple toda novela picaresca:
- Relato biográfico del protagonista.
- Orígenes deshonrosos, personaje con defectos y limitaciones.
- Servicio a distintos amos para sobrevivir en el mundo.
- Crítica social, sobre todo de algunas capas sociales, como los nobles y los clérigos.
- Intención moralizante que quiere servir de ejemplo para no imitar.
- Estructura abierta en la que intervienen personajes en distintos puntos geográficos.
- Búsqueda del ascenso social y de alcanzar la honra que nunca tuvo.
- Ingenio que permitirá al pícaro superar las adversidades.
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades es publicada en 1554. Desconocemos quién fue su autor (aunque se especula con varios nombres), lo cual pudo ocultarse bien por los orígenes del mismo (podría ser un noble), bien por miedo a la Inquisición. Se han encontrado cuatro ediciones: en Burgos, Amberes, Alcalá de Henares y, el último, emparedado en un desván de la localidad extremeña de Barcarrota; la aparición de estos ejemplares conduce a pensar (hipotéticamente) que existió una versión anterior, de la que derivarían estas.
El Lazarillo bien merece el título de obra maestra por la originalidad, valor humano, literatura y cultura, trascendencia, lenguaje (sencillo y coloquial, expresivo e irónico). Se encuentran al mismo nivel los refranes castizos y las citas cultas. Gran parte de los personajes y del material recogido son de origen folclórico y tradicional.
Lázaro es un personaje redondo, que aprende de las duras lecciones que le da la vida para evolucionar desde la ingenuidad inicial hasta el más absoluto cinismo que le acompaña en su vida adulta.
Se adivina en la obra la influencia de El asno de oro, de Apuleyo, novela costumbrista de aventuras con la que tiene en común el hambre como motor de la acción, el servicio a varios amos y el retrato sarcástico de la sociedad.
Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, e Historia de la vida del Buscón, de Quevedo, llevan el género a su pleno desarrollo, constituyendo así estas tres obras la columna vertebral de lo que es la novela picaresca. Sin el Lazarillo no se habrían escrito las posteriores novelas picarescas ni tampoco el Quijote, que bebe directamente de sus palabras.
A modo de curiosidad y también de conclusión, se puede señalar que los cuatro personajes representantes de la literatura española son marginales, anómalos y heterodoxos, crean una imagen de España muy peculiar. Estos son: una prostituta (la Celestina), un canalla (el Lazarillo), un chulo (Don Juan) y un loco (el Quijote). Francisco Rico explicaba en Oxford la anécdota del Lazarillo en la que hace saltar al ciego en los portales de Salamanca, y nadie se reía. Un hecho curioso y muy representativo tanto de la literatura como del espíritu españoles.
Y es que esta es la España de panderetas y castañuelas, de seres excepcionales con un carácter estupendo y malicioso forjado con el paso de los tiempos, de su historia, de su cultura, el bagaje colectivo de una nación que nos ha hecho diferentes.