La minería masiva de datos (data mining) es la suma de técnicas y tecnologías que permiten explorar grandes bases de datos, automática o semiautomáticamente, con el objetivo de encontrar patrones repetitivos que expliquen el comportamiento de estos datos, operaciones que quedaron desnudadas en este nuevo escándalo del Cambridgegate.

Cambridge Analytica (CA) es una empresa británica de análisis de datos digitales que trabajó para la campaña electoral de Donald Trump en 2016. Junto a Facebook, la mayor red social del mundo, son el vórtice de una tormenta político-mediática tras descubrirse una de las brechas de datos más grandes en la breve historia de internet. CA tuvo acceso no autorizado a información personal de 50 millones de usuarios de Facebook sólo en EEUU.

Quizás debamos hablar en pasado. Cambridge Analytica, la que protagonizó el escándalo por el uso de datos de millones de usuarios de Facebook, anunció el cese inmediato de todas las operaciones e inició su proceso de quiebra, pero simplemente cambia de piel y seguirá sus manipulaciones con otros nombres, amenazando la pureza de las elecciones en varios países, entre ellos Argentina, Brasil, Colombia y México.

La compañía británica culpó de su quiebra a las denuncias de manipulación política que inundaron los medios internacionales en los últimos, pero lo cierto (y que no dice) es que sus principales activos ya trabajan en una empresa con fines similares llamada Emerdata.

No es de extrañar que muchos medios del primer mundo se han hecho eco de la maniobra, aun cuando el británico Financial Times cita a exempleados que afirman que la empresa podría reinventarse con un nombre diferente, teniendo en cuenta que «Cambridge Analytica como marca es absolutamente tóxica (…) aunque, seguramente, SCL Group surgirá reencarnada o quizá disfrazada».

La entidad registradora pública de empresas y organizaciones del Reino Unido, Companies House, develó que existe una compañía llamada Emerdata Limited, «con sede en las mismas oficinas que SCL Elections y dirigida por la misma administración e inversores que Cambridge Analytica». Incluso se describe a sí misma como una organización de «procesamiento de datos, alojamiento y actividades relacionadas», una actividad similar a la que decía realizar la empresa

El 21 de marzo Business Insider destapó la existencia de Emerdata Limited, en cuyo consejo de administración aparecen una serie de nombres directamente vinculados con Cambridge Analytica y SCL Group. Alexander Taylor fue nombrado director de Emerdata el 28 de marzo en sustitución del dimitido Alexander Nix. Otro directivo de SCL Group, Julian Wheatland, aparece en los registros como directivo de Emerdata.

Nix, quien reconoció que trabajó en elecciones en países de todos los continentes, incluyendo Estados Unidos, Reino Unido, Argentina, Nigeria, Kenia y República Checa, dejó la compañía justo tras estallar el escándalo de los datos de Facebook (o lo hizo estallar) y a raíz de un vídeo grabado por la televisión británica con cámara oculta donde hizo toda clase de comentarios inapropiados como ofrecer grandes cantidades de dinero a un candidato y amenazarle con publicarlo, para intentar extorsionarlo.

Jennifer y Rebekah Mercer, hijas del millonario Robert Mercer —fundador y financiador de Cambridge Analytica, y financista de la campaña presidencial de Donald Trump— quienes detentaban cargos de responsabilidad en Cambridge Analytica, también aparecen como directivos de Emerdata desde el 16 de marzo, en pleno estallido público del escándalo.

Es más, según Business Insider, entre los responsables de Emerdata también aparece Johnson Chun Shun Ko, un ejecutivo chino de Frontier Services Group, la firma militar presidida por el prominente partidario de Trump Erik Prince, fundador de la contratista militar estadounidense Blackwater US, y hermano de la secretaria de educación de Estados Unidos, Betsy DeVos.

Emerdata se constituyó en agosto de 2017, pero ha registrado bastante actividad desde que el escándalo del uso ilegítimo de los datos de Facebook llegó a los titulares en marzo de este año, incluidos los ya mencionados nombramientos de directivos provenientes, precisamente, de Cambridge Analytica.

El Cambridgegate

El escándalo se destapó cuando The Observer y The New York Times citaron a antiguos empleados, asociados y documentos de Cambridge Analytica para demostrar que la firma recopiló información privada de los perfiles de Facebook de decenas de millones de usuarios sin su permiso.

Supuestamente obtuvo estos datos de Aleksandr Kogan, un psicólogo de la Universidad de Cambridge que creó una aplicación llamada thisisyourdigitallife en 2014, quien luego compartió los datos con CA, lo cual le permitió desarrollar un ‘software’ para ayudar a influir en las elecciones

Y desde allí, la tormenta fue in crescendo, tras las declaraciones del director ejecutivo de la empresa, Alexander James Ashburner Nix, frente a cámaras ocultas de la televisión británica, lo que generó urticaria y mucho nerviosismo en varios Gobiernos de la región (Argentina, Brasil, Colombia y México) que también habrían utilizado esos algoritmos.

Esta historia comenzó con el uso de los datos filtrados para manipular a los votantes e influir en el resultado de las elecciones presidenciales de EEUU de 2016, cundo Donald Trump se alzó con el triunfo. Y continuó al utilizar sistemas similares para apoyar la campaña por el brexit, la de Mariano Rajoy en las elecciones españolas, la de Peña Nieto en las mexicanas, ¿la de Santos en Colombia y Macri en Argentina?

Curiosamente, son todos ellos países con Gobiernos de derecha, autoritarios, represivos. En Colombia, el temblor llegó cuando la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) ordenó el bloqueo de la app Pig.pi (aplicación de los hermanos estadounidenses Joel e Isaac Phillips), administrada por la sociedad Farrow Colombia SAS, puente de conexión con Cambridge Analytica, mientras surgía el nombre del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, asesorado por esa empresa durante su última campaña a la Alcaldía capitalina.

El diario colombiano La República informó que Pig.gi llegó a Colombia el 4 de noviembre de 2016, y recibió capital de Socialatom Ventures, compañía de la que es socio Andrés Barreto, un mimado joven empresario colombiano y uno de los fundadores de Grooveshark, Pulso Social, Onswipe, que está vinculado a Farrow Colombia SAS, en alianza con Cambridge Analytica, «el cerebro atrás de la elección de Trump».

En Argentina, la alianza Cambiemos (gobernante, de derecha) viene desarrollando un uso polémico de toda esta ingeniería social puesta al servicio de las victorias electorales de lo que un sector del periodismo denominó «nueva derecha democrática». El 19 de marzo último, el presidente Mauricio Macri creó, por un decreto de necesidad y urgencia, la «Unidad de Opinión Pública».

Un día después, Amnistía internacional publicó un informe donde demostraba, con datos concretos, la existencia de una cybertropa (que operaba con bots y mostraba comportamientos no humanos similares en diferentes cuentas de Twitter), que ataca a opositores o periodistas que plantean algún nivel de disidencia con el Gobierno de Macri.

Mientras, el periodista argentino Santiago O´Donnell reveló que Macri era uno de los clientes principales de Messina Group, una firma que facilita servicios análogos a los de CA, al igual que Barack Obama, Enrique Peña Nieto, Theresa May, Matteo Renzi, Sigmar Gabriel, Mariano Rajoy y David Cameron. Alexander Nix había mencionado a Argentina como otro de los clientes de CA, junto a Kenia, la India, Estados Unidos y China.

Para la agencia Paco Urondo, la Unidad de Opinión Pública es un Cambridge Analytica hecho por, para y desde el gobierno de Macri, que montó una ingeniería de análisis y de minería masiva de datos de usuarios de redes sociales desde el Estado para condicionar emociones, pensamientos, elecciones y acciones con la información que cada uno de nosotros vuelca todos los días en internet.

Cuando (casi) todo sale a la luz

La controversia dio un giro cuando un documental de Channel 4 News reveló las tácticas sucias de CA en procesos electorales en diferentes países. Los ejecutivos de la compañía fueron grabados alegando que podrían también usar las llamadas ‘trampas de miel’ (uso de relaciones sexuales o románticas para desacreditar a rivales), sobornos, espías y noticias falsas (fake news) para ayudar a determinados candidatos a ganar elecciones en cualquier país del mundo.

Cambridge Analytica cuenta con divisiones políticas y de mercadeo, y oficinas en Nueva York, Washington, Londres, Brasil y Malasia. La empresa fue financiada por el partidario de Trump y multimillonario Robert Mercer. El ex asesor de seguridad de Trump, Steve Bannon fue miembro de su junta directiva.

Esta controversia puso de relieve que Facebook no salvaguardó los datos privados de los usuarios, tal como lo admitió ante el Congreso estadounidense el dueño de la red, Mark Zuckerberg . El exanalista estadounidense de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU. (NSA) Edward Snowden aseguró que Zuckerberg hizo su fortuna con la venta de datos íntimos de millones de usuarios:

«Las empresas que hacen dinero recopilando y vendiendo registros detallados de vidas privadas alguna vez fueron descritas como compañías de vigilancia. Su cambio de nombre a redes sociales es el engaño más exitoso desde que el Departamento de Guerra se convirtió en el Departamento de Defensa», señaló.

Alex Taylor , otro directivo de CA dijo en uno de los videos de la televisión británica:

«Podemos mostrarle al electorado lo que quiere ver, en el momento justo, en el lugar indicado. Mientras más información puedas conocer y más datos obtengas, mejor podrás manipularlo».

«Podrás saber quién es la oposición, sus secretos, sus tácticas…», agregó Mark Turnbul, otro de los directivos.

Autoquiebra

Cambridge Analytica anunció también que en breve anunciará una bancarrota para su central en Londres y sus filiales en Estados Unidos. Todo esto pareciera un puesta en escena para hacer creer que muerta la empresa se terminó el mal. Pero es obvio que seguirán, con otro nombre las mismas manipulaciones.

En marzo pasado, Christopher Wylie, uno de sus fundadores, denunció que esa consultora había utilizado de manera ilegal la información de 50 millones de usuarios en Facebook.

Recién cuando el escándalo tomó dimensión global, Facebook reconoció que la consultora británica había accedido (¿o comprado?) a la información personal de al menos 87 millones de usuarios y la había utilizado para crear perfiles de votantes.

Wylie desnudó ante la Cámara de los Comunes británica la mecánica interna de la consultora, y denunció puntualmente la manipulación que realizó la empresa durante la campaña por la salida de Reino Unido de la Unión Europea a favor del Brexit, que incidieron en el resultado del referéndum de la UE.

AggregateIQ (AIQ), una empresa canadiense, trabajó con Cambridge Analytica durante la campaña a favor del brexit y desarrolló un software denominado Ripon que utilizaba algoritmos de datos de Facebook para apuntar a ciertos perfiles ideológicos más abiertos al discurso anti UE, explicó Wylie. AIQ desempeñó un “papel muy significativo” en la victoria del brexit en el Reino Unido, dijo.

Esta denuncia desató todo tipo de versiones y rumores en Estados Unidos, en donde Cambridge Analytica trabajó en la campaña presidencial de Donald Trump. El vínculo entre la consultora y el presidente republicano no es sólo laboral. Uno de los dueños de la compañía es el multimillonario estadounidense Robert Mercer, uno de los impulsores de la llamada derecha alternativa norteamericana, el movimiento de extrema derecha que apoyó desde el inicio al magnate inmobiliario.

Pero Cambridge Analytica no fue la única que recibió golpes por este escándalo. Facebook tuvo una caída abrupta en la bolsa estadounidense y una disminución igual de fuerte en su número de usuarios.

Facebook, una de las señaladas por las autoridades fiscales americana y europeas por disfrutar de las ventajas impositivas que confieren las regulaciones mercantiles y tributarias a los domicilios sociales y fiscales y el principal agente empresarial involucrado en los cambios de tendencia en las urnas británicas y estadounidenses en 2016, gestiona más de 300 millones de gigabytes en información personal de sus usuarios.

Estos datos equivalen a que cada uno de ellos tuviera archivados 126 e-books en sus cuentas, y un arsenal de perfiles que le permite disponer de una de las plataformas on line más importante del mundo, indispensable para beneficiarse de modelos de negocio que amplían consumidores y diversifican mercados al calor del incremento productivo de los robots y la automatización industrial.

Todo esto acontece apenas dos decenios después de que Sergey Brin y Larry Page registraran el dominio google.com y once de que Steve Jobs presentara en sociedad, en San Francisco, el primer iPhone. Mientras, Facebook sigue creando perfiles de usuarios y los algoritmos que usara Cambridge Analytica siguen a disposición de quien los quiera (o pueda) pagar.

La neutralidad de la Red

La transformación de los medios de comunicación en factores de poder fue acompañada de una metodología para elaborar una realidad ficcional como herramienta de manipulación y construcción de un discurso hegemónico cuyo objetivo es el control social. La integración vertical de proveedores de servicios de comunicación con compañías que producen contenidos trabajan para que éstos –sólo los de ellos- lleguen directamente a los dispositivos móviles.

El Big Data permite a la información interpretarse a sí misma (por medio de algoritmos), lo que va convirtiendo lo que nos queda de democracia en una dictadura de la información manejada y manipulada por las grandes corporaciones, al servicio de los poderosos. Hoy los temas de vigilancia, manipulación, transparencia y gobernanza de Internet cobra vital significado. Por eso la lucha por la neutralidad de la red. Todo indica que Facebook dejó escapar los datos de al menos 50 millones de perfiles durante la campaña presidencial de Donald Trump, para convertirse en corresponsable de la propagación de fake news o contenido falso durante este (y otros) proceso electoral, para lograr cambiar la forma de pensar de la ciudadanía. Formato que Trump espera repetir en las elecciones parlamentarias.

Christopher Wylie trabajó directamente en la construcción de herramientas que le permitió a CA comprar (y tener acceso a) datos que de otra forma no podrían haber extraído desde Facebook. «Sabríamos a qué tipos de mensajes sería susceptible una persona y dónde iría a consumir este contenido», explicó Wylie, agregando que «también sabíamos cuántas veces debíamos enviarle ese contenido, para lograr que cambiase su forma de ver el tema».

De acuerdo a The Guardian, en 2014 Bannon era el jefe de Christopher Wylie; mientras que Mercer era uno de los inversionistas de Cambridge Analytica. «De alguna forma terminé siendo el canadiense vegano y gay que creó la herramienta de guerra psicológica de Steve Bannon», relata el ex funcionario de la firma británica.

Coincidentemente, Bannon también fue uno de los creadores del sitio de noticias de ultraderecha Breitbart (del que es copropietario Robert Leroy Mercer, CEO de Renaissance Technologies, un fondo de alto riesgo que usa algoritmos para influir en los mercados financieros, y que le ha hecho multimillonario), utilizado por Cambridge Analytica al momento de «bombardear con contenido» a los usuarios.

El polaco Michal Kosinski, profesor de la Universidad de Cambridge, descubrió seis años atrás que con analizar 68 me gusta de un usuario de Facebook podía deducir el color de la piel, su inteligencia, religión, adhesión política, orientación sexual, si consumía alcohol o tabaco. «La vida privada ha desaparecido: Con toda la información que se va dejando en Internet y otros sistemas (bancarios, celulares, tarjetas de crédito, sistemas de clientes, gubernamentales, etcétera), intentar protegerla es una batalla perdida», señaló.

Nuestros correos electrónicos son cartas que viajan expuestas al cartero, nuestros foros son un semillero de confesiones jugosas, pero una serie de señales sencillas nos han inducido a creer que nos movemos en espacios lacrados. Es una ilusión poderosa, semejante a la naturalidad con que 500 años después de saber que la tierra gira sobre su eje, repetimos que el sol sale en las mañanas y se oculta en la noche, dijo Kosinski a la revista online Capital

Su juicio, no basta estar el línea para dejar huellas también lo que hacemos offline deja huellas, como las compras con tarjeta, nuestros movimientos mientras estamos con el celular en el bolsillo (o la cartera): nuestros celulares son un vasto cuestionario que está siendo rellenado constantemente, consciente o inconscientemente.

Es difícil para cualquiera de nosotros comprender la facilidad con que nos engañan los sentidos, nuestras percepciones (de eso se trata precisamente la llamada guerra de cuarta generación) y entender que una naturaleza tecnológica es la que define la realidad por la eficacia de los algoritmos, no sólo para obtener información, sino para procesarla y extraer a los usuarios toda clase de productos y subproductos capaces de favorecer la rapiña universal.

Dentro de poco no tener huellas en la web será de lo más sospechoso. Precisamente, EEUU dispuso de nuevas normas para conseguir la visa de entrada a ese país: exigirán direcciones de correo electrónico, teléfonos, e identidad y claves utilizadas en 20 plataformas de las llamadas redes sociales a lo largo de los últimos cinco años.

De no entregar esa información, que analizarán los algoritmos de Facebook o CA, implicaría negarse a colaborar y correr el riesgo de entrar en el listado de terroristas, narcotraficantes, fugadores de capitales.