Internet, redes sociales, videojuegos, hastags, emoticonos, youtube...vivimos en una época plagada de distracciones en la que es de lo más sencillo dejar las tareas pendientes. Esta hecho en el que nos dejamos llevar por otras tareas en lugar de prestar atención a aquello que tenemos que hacer, tiene un nombre, procrastinar.
La procrastinación (del latín «procrastinare»: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Es una de las palabras más utilizadas hoy en día para describir el hecho de distraerse de las labores o tareas que uno ha de llevar a cabo.
Las nuevas tecnologías, Internet y las redes sociales suponen en la actualidad los mayores agentes para procrastinar. La gran cantidad de estímulos a los que estamos expuestos nos llevan a que a la hora de realizar tareas como estudiar, trabajar o incluso investigar, sea de lo más complicado.
Nuestro teléfono móvil se convierte en nuestro peor enemigo ya que los smartphones suponen la mayor distracción de todas ¿Cuántas veces te conectas a Internet para buscar algún dato y acabas en Youtube viendo vídeos sobre gatos o caídas? Nuestro propio móvil se convierte así en la mayor herramienta de procrastinación que existe, ¿a qué se debe que tengamos tanta facilidad para posponer las tareas que tenemos que llevar a cabo?
La procrastinación como síndrome que evade el responsabilizarse posponiendo tareas a realizar puede llevar al individuo a refugiarse en actividades ajenas a su cometido. La costumbre de posponer puede llegar a generar dependencia de diversos elementos externos como navegar en Internet, leer o salir de compras como pretexto para evadir alguna responsabilidad, acción o decisión. Al posponer las tareas o las decisiones no nos vemos obligados a enfrentarnos a las consecuencias de las mismas, por ejemplo, sino terminas la novela que estás escribiendo nadie podrá decirte nunca si es buena o mala. El miedo al fracaso puede ser uno de los mayores alicientes para procrastinar.
Por otro lado hay procrastinadores que lo que hacen es dejar las tareas para el último momento, esta es muy típica de los estudiantes que realizan el trabajo el día antes de la fecha máxima de entrega o los que estudian el día antes del examen.
Evitar procrastinar es una tarea bastante complicada en el siglo XXI y se debe sobre todo a que existen muchas formas de distraerse, pero no podemos culpar de todo a Internet ya que la evasión de las tareas es algo que se lleva haciendo muchísimo tiempo sustituyendo la tarea que nos proponemos por otra que también puede (o no) ser importante, como cuando tienes que escribir un artículo pero te pones a ordenar el armario porque hace tiempo que tenías que haberlo hecho. No solo las redes sociales pueden ser una distracción, a la hora de procrastinar, cualquier excusa nos vale.
Existen técnicas que nos pueden ayudar a evitar las distracciones y los desvíos a la hora de trabajar, marcarse tiempos, establecer recompensas, hacer pequeños descansos o incluso dividir una gran tarea en otras más pequeñas para que el trabajo no resulte demasiado abrumador. Dejar de procrastinar es difícil pero no imposible, pero lo que de verdad ayuda es no tener cerca algo susceptible de convertirse en una distracción ya sea el móvil, un libro o el ordenador.