Son las 6 de la mañana, el móvil esta en silencio y llega un correo electrónico. Es Luis, un guardia civil que se está sacando el Curso en Comunicación no Verbal y Detección de Mentiras que imparto en el Instituto Europeo de Criminología, Investigación y Seguridad. Sus mails son siempre muy cuidados, se disculpa por la hora y quiere saber si el ultimo boceto de su trabajo final iba bien, si por fin los datos y la bibliografía están como tienen que ser, a la altura de un TFM.
Un alumno modelo, Luis, que está muy preocupado porque entre trabajo y familia le gustaría sacar más tiempo para el curso ya que siempre tuvo inquietud para la comunicación no verbal.
Está también Laura, una chica muy extrovertida que nunca ha parado de estudiar a pesar de que, con sus tres másteres trabaja como teleoperadora, pero el Máster en Comunicación no Verbal de la Escuela Superior en Criminalística donde soy director le parecía de tal importancia que no se lo podía perder. He estado con ella buscando el sujeto a analizar para su tesis y al final decidimos analizar el caso de Amanda Knox, la sospechosa de un crimen que todavía sigue siendo un rompecabezas.
De historias así está lleno mi día a día, de chicas y chicos que se dejan la piel (y el bolsillo) para estudiar. Que entre horarios infernales de trabajo y el tiempo a dedicar a la familia, encuentran un hueco para poder escuchar los podcast que le voy mandando o los videos para ayudarle en su aprendizaje. Y no solo, esto lo he vivido (y lo sigo viviendo) en mi piel, el tiempo dedicado a la tesis, la elección del argumento, estudiarse el discurso para impresionar el tribunal, los nervios, las emociones, los llantos, el estrés, el cariño hacia el tema, el olor de las paginas recién impresas…
¿Todo esto lo vivió Cristina Cifuentes? ¿Estos sentimientos lo sintieron los políticos que después del caso máster, de la noche al día quitaron de sus curriculum, másteres o cursos que seguramente eran falsos, como Ana Pastor, presidenta de la Cámara de los Diputados? O los policías investigados por sus «licenciaturas exprés»...
Me parece vergonzoso mentir de esta manera a los ciudadanos, pero lo que más rabia me da es que se encierran en su posverdad, en su realidad paralela, en su versión alternativa de los hechos, y la gente le cree y le justifica hasta preguntarse, como Juan Martínez Majo del PP de León: «No entiendo muy bien por qué razón tiene tanta importancia lo del máster de la señora Cifuentes, ¿qué tiene eso que ver con la gobernación de la Comunidad de Madrid?».
Solo una persona con el cerebro de una tetera puede pensar algo así.
Lo que han hecho es trampa mofándose de estudiantes y profesores como yo, burlándose de la universidad y los valores del aprendizaje y de la enseñanza.
Además Cristina Cifuentes no se derrumba en ningún momento, ningún atisbo de culpa o vergüenza, esta firmemente convencida de haber cursado el máster de la Rey Juan Carlos legalmente, y tiene todas las conductas no verbales de alguien que cree lo que dice. Delante de una conducta así algo de verdad tiene que existir; en mi opinión, reconstruyendo los hecho, su conducta se debe a que ella algo entregó haciéndolo pasar por un Trabajo Final de Máster, pero no lo puede sacar porque serán dos paginas de trabajo o algún copia y pega, además ella pagó las tasas y por eso su mente se ancla en los pocos hechos justificables por los cuales ella se autoengaña y se centra en esos hechos para autoconvencerse que ha cursado el máster.
Además la táctica política de negar los hechos, de esperar a que pase el tiempo, de defender lo indefendible, de proteger la falsedad se ha convertido en un sello del PP, encima elogiado no solo entre sus filas, sino entre sus votantes. Qué tristeza.
Parece una vez más que la política y los políticos tienen otro código moral, que se están alejando totalmente de la sociedad y sus valores.
Si os queda algo de dignidad, no basta con renunciar a másteres que jamás existieron. Simplemente dimitid.