La configuración actual de los liderazgos globales reafirma el paradigma de que hay una escala de países catalogados como poderes globales, regionales y países participantes con cuota limitada. Por ejemplo, está claro y ha sido estudiado por diversos académicos que hay tres principales potencias hegemónicas en este momento, China, Estados Unidos (USA) y Rusia, quienes a su vez pretenden ampliar sus zonas de influencia alrededor del mundo; además en sus respectivos países, los liderazgos han logrado cierto nivel de prestigio que les ha permitido ampliar su poder e influencia.
Mientras, por otro lado, hay potencias regionales, cuyo radio de acción se concentra en el eje de su entorno. De acá preocupa la intromisión de los grupos hegemónicos en todo el mundo, donde puedan tener controles geográficos de teorías geoestratégicas (Heartland, Rimland), o donde tengan poder sobre recursos estratégicos y territorio, de ahí que cualquier pedazo de tierra sobre la que puedan desplegar su aparato político – militar, prestigio y posiciones ideológicas.
La nueva realidad internacional dista de un poder concentrado en los cinco poderes de facto ganadores de la Segunda Guerra Mundial como si se trataran de las todppoderosas fuerzas globales; es evidente que Reino Unido y Francia son fuertes en sus realidades inmediatas, pero globalmente han perdido fuerza, mientras que Alemania forma parte de la composición políticamente correcta del G5+1, pero juega un rol en la actualidad similar al francés, con una influencia regional, no así extendida alrededor del globo.
El mundo en su composición de fuerza delimita que entre estos tres países (China, Rusia, USA) podrían triangular el poder global con zonas lideradas por aliados regionales en los diferentes continentes, o por el contrario, que se de un enfrentamiento contra alguno de los poderes hegemónicos hasta sacarlo de la ecuación y se repartan el mundo entre solo dos fuerzas que controlen las zonas estratégicas marítimas y terrestres, o un tercer escenario de reparto que involucre a las tres potencias sería, que se ocasione una guerra global y la potencia «sobreviviente» se quede con todo.
Pero ante este panorama, es sustancial comprender el comportamiento de las tres potencias hegemónicas, para de esta forma hacer cálculos políticos de qué tan cerca podría estar un futuro enfrentamiento mundial, que tiene como agravante la sombra de las armas nucleares que siguen sacando a relucir el principio de la Destrucción Mutua Asegurada (DMA ) donde la capacidad de respuesta ante una guerra termonuclear sería casi nula, y el efecto inmediato sumamente nefasto para todo el mundo.
Liderazgo y política exterior de Rusia
El presidente ruso, Vladímir Putin, se ha consolidado como el nuevo zar de la Federación Rusa, el 18 de marzo consolida su cuarto mandato de 6 años al frente del país y todo señala que tiene intereses por extender este período, considerando un frente en Europa Oriental que le podría garantizar esta posibilidad. Desde 1997 existe el denominado «Estado de la Unión» que en términos generales se trata de la Unión de Bielorrusia y Rusia, la cual se mantuvo en un perfil bajo durante varios años, pero que ha tomado fuerzas en los últimos años y pone a temer a uno de sus principales promotores, el presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko.
Ambos países han estado realizando ejercicios militares en conjunto, pero el presidente Lukashenko comienza a temer que eventualmente tanta presencia de soldados rusos en su territorio no se vayan a querer ir y esto lleve finalmente a una anexión por parte de Rusia sobre el territorio bielorruso, tema que han intentado resolver en varios encuentros entre ambos y apoyos en temas muy variados, como la anexión rusa de la zona ucraniana de Crimea, punto importante por la base de Sebastopol.
Si eventualmente se cumpliera este pronóstico, el líder de este nuevo Estado sería el hoy glamoroso presidente (zar) Vladímir Putin, lo que le permitiría en esa nueva realidad extender su mandato, al ya no estar liderando solo la Federación Rusa, sino una nueva «conformación nacional». Aunque por el momento es pronto para dictar un veredicto de esta magnitud, no sería descabellado considerarlo, dada la importancia rusa por lograr control de zonas importantes en Europa Oriental como manera de servir de pivote a la influencia china en la región asiática y contrarrestar los avances Occidentales por medio de la OTAN a los límites rusos.
El impredecible gobierno de los Estados Unidos y su agenda desgastada
El país norteamericano no tiene en su liderazgo a un aprendiz de dictador, ni a un político que esté procurando el poder absoluto en el país, al menos hasta este momento no se vislumbra un panorama de este tipo. Pero el presidente Trump ha logrado consolidarse en el poder a través de las posiciones más conservadoras del país, incluyendo agrupaciones de corte racista que aprovechan la coyuntura para lograr más prestigio a su favor, por lo que la circunstancia actual de los Estados Unidos los lleva a un panorama de implosión política, en la base de los principales partidos que deben jugar entre asociarse con grupos supremacistas y neonazis en el caso Republicano, a políticos con poco liderazgo real como ocurre hoy en el frente Demócrata.
Las encuestas internas dejan en evidencia esto, si se hiciera una nueva elección, el presidente Trump volvería a ganar, no porque sea el más capaz, sino porque del otro lado del espectro no hay muchas opciones, además que el país se sigue recuperando de la resaca política que dejó en ciertos aspectos el presidente anterior, de los cuales se puede mencionar algunos temas de la agenda internacional.
Decir que el gobierno de Barack Obama replegó su posicionamiento en Oriente Medio y lo concentró en cooperación logística y material ligada con millonario posicionamiento de armamento en algunos países como Arabia Saudita e Israel (a regañadientes).
En el caso sirio puso varias «líneas rojas» como límite ante la crisis que enfrenta este país desde el 2011 sin que eso diera algún resultado real, además puso en riesgo las relaciones estratégicas con gobiernos aliados como Ankara, Jerusalem y Riad, así como también debilitó zonas importantes como Irak y Afganistán donde otras potencias globales o regionales puedan tomar ventaja. En el caso del territorio afgano coqueteando con el gobierno de Pekín, y por su parte los iraquíes con influencia tanto de Irán como potencia regional, así como de Rusia a través de la venta de armas.
En Oriente Medio, esta salida sistemática del poder estadounidense le ha dado pie a que Rusia aproveche el espacio para ocuparlo a sus anchas. Aliado de Turquía e Irán simultáneamente en la actualidad, padrino de la continuidad de Bashar Al Assad en el poder sirio, coordinador con Israel para permitir que el Estado Judío pueda ejecutar operaciones quirúrgicas contra objetivos iraníes dentro de territorio sirio y tiene un importante acceso al Mediterráneo a través del Puerto de Tartus desde donde puede acceder a la zona del Mar Rojo por el Canal de Suez y al Atlántico a través de Gibraltar, adicional a los accesos que por medio del Estrecho de Dardanelos, el Bósforo y el Mar de Mármara tiene para poder hacer movimientos estratégicos por la vía marítima, un factor en el que Estados Unidos ha sido por décadas el principal exponente.
Y al gobierno de Obama se le achaca un mal acuerdo con la República Islámica de Irán que le abrió las puertas al gobierno de Teherán a ampliar su radio de poder como se encuentra hoy en el Medio Oriente con acceso a zonas delicadas como el Mar Mediterráneo y el Golfo de Adén.
De igual manera, en Europa Estados Unidos perdió influencia, a través de su contacto más importante; la OTAN. Se permitió a Vladímir Putin ganar más influencia en la región europea, principalmente en el Este, como lo dejaba ver la DW, durante el 2014 o que tomara control de Crimea dejando sin muchas posibilidades a un socio de la región como Ucrania.
El principal enfoque de la agenda política del gobierno de Obama fue en Asia, donde lograron mayor presencia en diferentes modalidades con la finalidad de contener una expansión china que finalmente se dio de otro modo. Ni siquiera logró contener el crecimiento de la influencia del gobierno de Kim Jong-un en Corea del Norte, lo que demuestra que efectivamente fue malo el manejo en esta región, como también lo destacaría en enero pasado John Ford, capitán del Ejército estadounidense de la denominada JAG corps, en un artículo en The Diplomat destacando los yerros de la gestión Obama en relación al continente asiático.
La guinda de su gestión fue un Premio Nobel de la Paz en el 2009 sin haber hecho mayores méritos para ganarlo, y lo que en cierto modo amarró sus acciones políticas. La entrega de este galardón, como lo expresaría Geir Lundestad, exsecretario de ese premio, fue un fracaso.
Sin embargo, con el gobierno del presidente Donald Trump la situación no es muy distinta. A pesar del pronunciamiento sobre la embajada estadounidense en Jerusalem que hará efectiva (si no ocurre nada extraordinario) en mayo, o los ataques focalizados contra objetivos en Siria, la presencia en Medio Oriente de este gobierno es muy limitada en relación a lo que trabaja Rusia. Nuevamente hay una concentración de recursos en Asia, principalmente pensando en contrarrestar a Corea del Norte, pero al mismo tiempo las nuevas medidas políticas del presidente Trump imponiendo restricciones de carácter comercial que podrían afectar a sus principales aliados de la región, Corea del Sur, Japón y Taiwán.
No hay en estos momentos un gobierno estadounidense que de la impresión de mejorar la situación política de este país en el mundo, y aunque el primer año del presidente Trump ha significado una mejora en ciertos indicadores nacionales, lo cierto del caso es que la poca popularidad con la que cuenta, más sus propuestas poco simpáticas lo encajona en tener que buscar mucho de su apoyo en posiciones más conservadoras, estatistas y hasta del ala dura, casi radical.
China
Por su parte, el caso particular de este gobierno asiático se podría resumir del siguiente modo:
a. Xi Jinping que es el presidente, es catalogado como el nuevo Emperador chino por una reforma legal que le permitirá mantenerse en el poder de manera casi vitalicia, esto es un paso histórico, ya que desde Mao ningún líder chino había logrado tal nivel de simpatía popular, generalizada.
b. China aplica poder suave a través de una poderosa billetera que alcanza proyectos prácticamente en todo el mundo brindándole prestigio y posibilidades de aumentar su influencia en diversas regiones, incluyendo:
Importantes inversiones en infraestructura e inversión extranjera directa (IED) en África, con fuerte presencia de ciudadanos chinos.
El ambicioso proyecto de la Ruta de la Seda para conectar el Océano Pacífico con el mar Mediterráneo abarcando las principales rutas euroasiáticas por medio de ferrocarriles y puntos estratégicos.
Poderosas inversiones y negocios con la Unión Europea, principalmente Alemania.
Planes de posicionamiento económico en América Latina.
Medio Oriente con una relación estrecha con Israel, a través de las inversiones de carácter tecnológico.
En materia militar, la República Popular China ya ubicó su primera base militar en Yibuti cerca del estrecho de Bab El – Mandeb, desde donde busca controlar las rutas comerciales que pasan por la zona y además contener a las otras potencias presentes, mientras que planea eventualmente ubicar alguna base militar en un país de Asia del Sur, donde también podría poner a funcionar un puerto que se transforme en un hub de transporte.
El modelo actual no asegura estabilidad, las tres principales potencias hegemónicas en la actualidad fortalecen su influencia a través de brindar garantías a países con liderazgo regional, en ocasiones asegurando la continuidad de regímenes antidemocráticos, y en caso de una confrontación bélica global el nuevo sistema internacional es complejo de descifrar en estos momentos, porque la nueva conformación de ese orden mundial, dependerá una vez más de los ganadores (sobrevivientes) quienes establecerán las reglas de juego conforme a sus intereses.
En el panorama actual, una confrontación bélica colocaría a China y Rusia eventualmente en un mismo lado del espectro bélico, mientras que Estados Unidos y los países del bloque Occidental se ubicarían en la acera del frente, sin embargo de nuevo, el panorama de alianzas y resultados lo podría limitar el uso eventual de armas de destrucción masiva, o la agenda de intereses.