El 20 de setiembre del 2009, la ópera de Colonia (Alemania) presentó Die Meistersinger von Nürnberg, cuya puesta escénica estuvo a cargo de Uwe Eric Laufenberg, que es asimismo su intendente, y que ha accedió entonces a una charla sobre la estética y fundamentos de su propuesta. Tuve licencia para preguntar lo que fuera. Esta es la transcripción española de la entrevista.
Quisiera iniciar no directamente con Die Meistersinger von Nürnberg, sino con la ópera en nuestros días, con qué significa y cómo es en el presente. Si asumimos, acercándonos un poco a la filosofía del arte de Martin Heidigger, que lo que sucede cuando observamos un objeto, no sucede en el objeto ni en nosotros como sujeto, sino en un meta-espacio, que es el que permite el encuentro, diremos que al observar teatro, cine, o una obra literaria, contemplamos algo ajeno a nosotros, por lo que se establece un descreimiento, que es lo que nos dice que aquello no es real. Luego, al compenetrarnos en lo observado se da, con las condiciones apropiadas, lo que ha venido a llamarse, la suspensión del descreimiento. Luego podemos preguntarnos, ¿qué es lo que nos acerca en el meta-espacio creado a la cosa observada?, es decir, ¿qué es lo que produce la suspensión del descreimiento?
Primeramente hay que destacar que Wagner mira hacia una tradición, hacia algo acontecido, a un pasado del cual provenimos, y él asume que entonces (en la época de los maestros cantores) hubiese existido un arte perfecto y quería en su época, 350 años después, producir de nuevo un arte ideal. Así que con los maestros cantores intenta, con lo que un cantor maestro era, hacer una ópera que fuese una ópera ideal como él lo entendía, donde música, teatro, palabra, actuación y desarrollo musical con Leitmotiv, proponen un nuevo lenguaje, y con ello realizar un nuevo arte que nuevamente fuese un ideal de lo que una ópera debería ser.
Eso tiene mucho de la tradición griega...
Sí. De hecho él hizo construir su teatro en Bayreuth con el modelo griego: un anfiteatro en el que la orquesta es el escenario y la orquesta real está debajo de esa Orquesta y no se mira, de modo que le facilitará la realización de su ideal. Y debemos decir que todo el repertorio operístico que cultivamos se basa en lo propuesto por dos compositores fundamentales del siglo XIX, Wagner y Verdi, y naturalmente Puccini, Mozart y otros que con grandes aciertos aislados como Bizet con Carmen. Pero los dos primeros lograron, en la mitad del siglo XIX presentar la ópera en toda su expresión y sobrevivieron con todo su repertorio, como en un museo digo yo. Pero si nos acercamos a una obra como Die Meistersinger, que tiene más de cien años, y trata de hechos ocurridos trescientos años antes de su época, implica que nos asomamos a algo ya pasado pero que reflejaba lo que en su tiempo debió ser ideal, y nosotros hoy nos preguntamos que tanto podemos medir ese ideal y desarrollarlo, de modo que lo representado refleje lo que sería nuestro ideal, o quizá nos hemos alejado tanto o superado, puede perfectamente darse, que ya no nos dice nada. Así que en mi puesta escénica he tratado de manifestar esa tensión, procurando regresar a la época a la que se refiere Wagner. Si se mira el arte plástico de la época, Dürer por ejemplo, vemos que tienen una enorme fascinación que apunta a la perfección posible. Contrariamente, en su tiempo, Wagner recibió críticas pésimas, que desde el principio hubieran bastado para poner fin a su carrera, y sin embargo tuvo en la gente gran acogida porque se identificaron con su obra asumiendo aquel nuevo arte del espíritu que se presentaba mejor que todo lo anterior.
Hablemos pues de Die Meistersinger von Nürnberg. He tratado de ver con personajes como Hans Sachs la idea de unificación alemana como motivación del montaje. Primeramente nos hallamos en el tiempo que Wagner propone...
1550 en Núremberg
Sí, y si mal no recuerdo, usted había hablado de que la tradición de los maestros cantores ya había pasado.
No, en 1550 era aún actual, si bien solo duró cincuenta años más. Hans Sachas fue un caso aislado, pues no solo escribía Cantos maestros, sino teatro y otros géneros, todos con gran complejidad. Fue esta la cima y luego decayó.
Y entonces pasa algo que no esperamos, Walter surge de entre el público, como un hombre común, como uno de nosotros y va directamente al escenario y se integra con el cuadro, pero él permanece atemporal. Es decir, hay cambios temporales y metamorfosis de personajes, pero él sigue siempre igual.
Si se quiere, él se inserta en un tiempo histórico y carga sobre sí toda la obra. Stolzing revoluciona su tiempo hacia sí, es decir, todos llegan a ser contemporáneos. Y hay una escena en el primer acto en la que Hans Sachs insta a los maestros cantores a que una vez al año sea el pueblo el que decida que arte quiere. Los maestros se muestran muy contrariados, pues opinan que el pueblo es como las mujeres, no tienen la menor idea, no son especialistas, sino que solo se dedican a parir. En el último acto, es sin embargo el pueblo el que decide qué le gusta y qué no. En los años 20, por ejemplo, se tenía solo la música que uno mismo hacía. Con la llegada de la radio, los botones que se pueden apretar y así sucesivamente, se pueden tener acetatos, CDs, o descargar lo que se desea, y con ello surge una democratización de la música, pues la gente que no puede hacer su propia música puede decidir qué quiere escuchar. Así entonces, ese proceso que Hans Sachs propone, se realiza en el último acto: el público se impone, y eso es lo que sucede hoy en todo el mundo. Cada quien oye la música que quiere y con ello determina que música se produce. Michael Jackson hubiera sido impensable como fenómeno sin los millones de personas que querían comprar lo que él hacía. Y ese fue justamente su problema, pues perdió su voz propia y se convirtió en un producto artificial del dinero, con una inmensa fortuna, pero perdió la fuerza inicial que lo guiaba, la oposición a un padre que lo sometía indiscriminadamente a la maquinaria de la industria del espectáculo: era esa fuerza agresiva la que lo caracterizaba, pero conforme la carrera y las operaciones avanzaron fue perdiendo su identidad. Los maestros cantores advierten de ese peligro de degenerar el arte.
Luego en el segundo acto estamos en la mitad del siglo XIX...
En la época de Wagner.
Precisamente. Antes de la unificación alemana.
Sí, ésta fue en el 72, Die meistersinger se estrenan en 68, en un periodo restaurativo. Wagner toma parte en la revolución del 48 en Dresden, luego de lo cual debió exiliarse alrededor de viente años. Alemania era un muy reglamentado y amedrentador estado fragmentado en pequeños territorios, y muy posteriormente, al unirse, estaba organizado desde el poder superior, sin verdadera participación del pueblo. Los problemas que estallaron en la primera guerra mundial existían ya en esa época, y hay un camino directo de 1872 a 1914.
Al final nos encontramos nuevamente en el presente, pero el espectador puede ver proyectado en una pantalla un recorrido de los hechos desde la segunda guerra mundial...
No, no es así exactamente. El tercer acto empieza con un cuadro del Dom destruido, como alegoría de algo que empezó en el medioevo con el arte de los maestros cantores y el final sangriento al que llega. La obra de Wagner advierte sobre el arte alemán en un momento en el que todo estaba destruido, pues 1944 es el punto más bajo en la historia alemana. Colonia estaba destruida en más de un noventa y cinco por ciento. Como un milagro, el Dom sobrevivió e igualmente Die Meistersinger, para llegar a ser puesta en escena en Colonia en 1948 y esa supervivencia condujo a que se buscaran valores a los cuales arraigarse y en el milagro de la reconstrucción se forjó la sociedad en la que hoy vivimos. Es decir, en el video se puede solamente ver muy rápidamente el paso de la destrucción total a lo que llamamos vida normal, y en ella pensamos muy rara vez en las raíces de esa tradición: cuál tradición no hemos seguido y cuál sí, sin saberlo; y ello debe ayudar en los casting shows, en las óperas que se trasmiten hacia el exterior. En general se puede decir que esos vídeo clarifican la diversidad de las raíces de las que provenimos y que no sabemos, o no conocemos bien, o no queremos conocer.
¿Y el papel del idioma en los maestros cantores?, pues los maestros mismos eran paradigmas del idioma alemán , que igualmente se ha unificado entonces desde el llano, alto y bajo alemán. ¿Cuál es su comentario al respecto?, pues luego Wagner utiliza un alto alemán...
Wagner utiliza en sus libretos formas de un viejo alemán para su cuasi moderno alemán, para su tiempo. Se dice hoy que no era un gran artista del idioma, se le valora muchísimo más como compositor que como libretista. Se afirmaba también que los libretos sin esa música no hubieran sobrevivido. Precisamente sobre los maestros cantores, por ejemplo, Reich Ranitzki en el canon de la poesía alemana toma un pasaje de Hans Sachs en el que define que es un canto maestro, donde declara como de joven se debe cantar y los maestros son los únicos capaces de crear ese canto. Eso está en el canon de la lírica alemana, sin música, por lo que existe la presunción de que en verdad el libreto de los maestros cantores es por sí solo una obra valiosa para el idioma alemán. Por su puesto que no se discute al respecto pues a nadie se le ocurre montar los maestros cantores sin música, y sabemos por Wagner, que en el estreno ha hecho hablar a los cantantes lo más claro posible para que a la hora de cantar conservaran la dicción. Hoy con las condiciones de una orquesta acaso muy estentórea y que se debe dar con la voz mucha resonancia, y cantar con las consonantes de modo que la proyección se amplifique, se da una pérdida de fuerza del idioma. Es decir se ha escogido muy bien que parte resaltar. Yo personalmente pienso que el idioma es muy importante, y por lo tanto hay que resaltarlo, pero debo aceptar que para la costumbre de la ópera de hoy, es decir un público sin una educación especial no acostumbrado a escuchar palabras cantadas, tiene un problema de compresión pues entienden un 20 por ciento del texto, para quienes ya conocen esa ópera la comprensión sube a un 80 por ciento, pero como no es una mayoría, y la mayoría va al cine, he decidido utilizar subtítulos.
Interesante... Pues si hablamos de lectura, puede decirse que las editoriales en su mayoría tienen la culpa de que los lectores reciban casi solo sub-literatura, y no literatura de gran calidad, pues manejan el negocio como si fuera una cadena de comida rápida.
Ciertamente. Pero siempre hay algún best seller por ahí que se impone, aunque la mayoría solo sea literatura de entretenimiento o consejos para esto o lo otro. No obstante también están allí las obras maestras accesibles al público.
Por ello, regresando a la ópera, ¿hay espacio para ese arte en el futuro? Muchos dicen que está condenado a desaparecer
¿La ópera?
Sí
No creo que desaparezca, pues las obras son muy buenas, y el deseo de verlas es en verdad grande, se necesita eso sí una alta calidad, pues con una baja calidad es preferible comprar un CD o un DVD. Eso quiere decir, que va a sobrevivir sólo con la mejor calidad, y creo que la versión en vivo sobrevivirá y es importante que se escriban nuevas óperas para que encuentren su camino hacia el público. Pero si en los próximos cien años no se logra crear un nuevo repertorio entonces sí va a llegar un momento en el que va a morir. Por el momento el repertorio que tenemos nos basta para diez o veinte años sin nuevas obras, pero en algún momento habrá demasiadas Toscas, Maestros cantores, Flautas mágicas y ya no habrán diez DVD como ahora de cada ópera sino 150... O por ejemplo descargar la versión hecha donde el diablo menos lo piensa, por lo que sin nuevo repertorio, la muerte es segura.