¿Existió alguna vez el «súper espía» James Bond, el agente con licencia para matar al servicio de Su Majestad? La categórica negativa fue del propio Dušan "Duško" Popov, el bien real espía yugoslavo que inspiró al escritor Ian Fleming para dar vida a 007.
«Dudo que un Bond de carne y hueso hubiera logrado sobrevivir más de 48 horas como agente del espionaje», declaró Popov a un grupo de periodistas italianos en 1981, poco antes de morir en su residencia en las afueras de Cannes, en la Costa Azul francesa.
Casino Royale, el libro de Fleming que inicia el mito 007, en 2018 cumple 65 años y Dr. No, el primer filme donde el actor escocés Sean Connery da vida a Popov (1912 - 1981) en forma de Bond, celebró su cumpleaños número 62 en octubre del año pasado.
Seis James Bond han dado vida al personaje, repletando las salas de cine del mundo entero: Sean Connery, George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig, el Bond actual, el único con una leve similitud física con Popov.
Tras más de seis décadas de proezas increíbles en la pantalla, la saga continúa cautivando a un fiel público seguidor de todas las edades. El estreno en simultáneo en varios países de las películas de James Bond, son siempre objeto de una vasta cobertura periodística y publicitaria.
Pocas veces en la historia del cine un personaje de la pantalla ha logrado mantener intacta su popularidad, cuya única caída se registro cuando contrataron en 1969 al desconocido y poco carismático actor australiano George Lazenby para reemplazar al popular Connery, que decidió abandonar la saga.
En la actualidad, muchos idiomas son permisivos al aceptar que los James Bond o los 007 se usen como sinónimo de agentes secretos, pese a tratarse de ficción.
¿De ficción? Sí, pero con un fondo de realidad, porque el personaje en el que se basó Fleming era efectivamente un agente secreto de los servicios de inteligencia británicos, aunque no inglés, sino un pudiente abogado serbio, nacido en 1912 en el pueblo de Titel, entonces parte del imperio Austro-Húngaro. Siendo Dušan muy joven , la familia Popov se mudó a la ciudad dálmata de Dubrovnik, actual Croacia
Entre las curiosidades de la pequeña aldea de Titel , con solo 5.247 habitantes en la actualidad, 37 años antes de Popov registra el nacimiento de Mileva Marić (1875 - 1948), la matemática serbia, esposa de Einstein, la única mujer en el Politécnico de Zürich en esa época. Fue la segunda mujer en completar un programa completo de estudio en el Departamento de Matemáticas y Física. Como colega y primera esposa de Albert Einstein, hasta nuestros días existe un gran debate en el ámbito científico sobre el grado de participación en sus descubrimientos.
A principios de la década de 1960, a menudo se le preguntó a Ian Fleming si su personaje de James Bond estaba basado en una persona real. La respuesta típica de Fleming, dada de una manera casi frívola, era que Bond se basaba en personas que había conocido durante la guerra.
Obligado por la Ley de Secretos Oficiales, no pudo decir nada más. Ian Fleming murió en 1964, llevándose a la tumba el secreto sobre la identidad del hombre que inspiró la figura de James Bond que vemos en Casino Royale.
Los mayores éxitos como espía de este eximio jugador de bacará y reputado amante de bellas mujeres, los logró en Portugal. Lisboa y sus elegantes sectores residenciales vecinos de Estoril y Cascáis eran entonces verdaderas madrigueras de espías de las partes en conflicto.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el agente de los servicios británicos con nombre de código Triciclo fue enviado al neutral Portugal para cumplir la misión casi imposible de infiltrase en la eficiente Abwehr, el contraespionaje militar alemán a cargo del almirante Wilhelm Walther Canaris.
Anteriormente, había sido aceptado como doble agente, mudándose a Londres, desde donde realizaba actividades relacionadas con importaciones y exportaciones, que le significaban muchas visitas a Portugal a través un servicio semanal aéreo civil con el Reino Unido durante la mayor parte de la guerra.
Popov otorgó suficiente información a los alemanes, previamente aprobada por el contraespionaje británico, para mantenerlos satisfechos: fue bien pagado por sus servicios. Las tareas que se le dieron fueron de gran valor para los británicos en la evaluación de los planes del enemigo y para planeamiento.
Los aliados eran controlados con celo por la Policía Internacional de Defensa del Estado (PIDE), pero se paseaban sin ser perturbados, gracias a una pragmática y perentoria orden del dictador portugués Antonio de Oliveira Salazar (1932-1968).
El fascismo corporativista portugués, instaurado en 1926, simpatizaba abiertamente con los otros cuatro regímenes afines que habían asumido el poder, desde el más nuevo hasta el más antiguo: el español de Francisco Franco (1939-1975), el alemán de Adolf Hitler (1933-1945), el italiano de Benito Mussolini (1922-1943) y el húngaro del regente Miklós Horthy (1920-1942).
Sin embargo, Salazar no tenía otra alternativa que mirar de soslayo la fuerte presencia de espías aliados, ante la permanente amenaza de invasión británica al estratégico archipiélago de Azores, ubicado en la mitad del océano Atlántico entre Europa y América, y a una posible ocupación inglesa a las colonias luso-africanas de Angola, Mozambique, Guinea Portuguesa, Cabo Verde y Santo Tomé-Príncipe, así como a las colonias lusa de Goa, Diu, Dadra , Nagar-Haveli y Damão, en India.
El Hotel Palace se levanta con lujo imponente y jardines exuberantes frente al Casino de Estoril, como la memoria de una época dorada en que reyes destronados, dictadores depuestos, agentes secretos aliados, refugiados judíos y espías nazis se cruzaban en sus pasillos mientras Europa ardía en una feroz guerra que costó 50 millones de vidas.
El 30 de agosto de 2018, el que fuera llamado durante la guerra «el hotel de los murmullos», cumplirá 99 años.
Sus espaciosas habitaciones albergaron a la familia real española en el exilio desde los años 30, al célebre economista inglés John Keynes, al aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry y a las hermanas judío húngaras Magda, Eva y Zsa-Zsa Gábor, más tarde las dos últimas célebres pero artísticamente mediocres estrellas de cine en Estados Unidos.
Al terminar la guerra, el Palace recibió a los principales aliados de Hitler y monarcas que fueron expulsados de sus países al ser instauradas repúblicas.
Entre los más conocidos, el hotel hospedó a Horthy, el rey Carol II de Rumania con su amante «oficial» Magda Lupescu, al rey Humberto II de Italia, al archiduque de Austria-Hungría Joseph Arpad de Habsburgo-Lottringen con su esposa, la princesa María Löwenstein-Wertheim-Rosenberg, a la gran duquesa Carlotta de Luxemburgo y al príncipe Aleksandar de Yugoslavia, entre otros aristócratas europeos.
Entre los agentes más famosos que pernoctaron en ese lugar se cuenta el espía doble Joan (Juan) Pujol García (1914-1988), el español que concibió el Plan Fortitude que logró hacer creer a los alemanes que el Día-D (la invasión aliada a la Europa ocupada que inició el fin de la guerra) no se produciría en Normandía, como ocurrió finalmente, sino en Calais, logrando que Hitler ordenara el desplazamiento de blindados, artillería e infantería hacia ese puerto del norte de Francia.
También se hospedó en el Palacio el célebre doble agente británico Kim Philby, considerado el espía del siglo, al haber engañado a los ingleses durante cuatro décadas y que terminó sus días en cultivando la tierra en una granja en las afueras de Moscú como jubilado de la KGB (Комите́т госуда́рственной безопа́сности - Comité de Seguridad del Estado), el servicio de inteligencia de la hoy disuelta Unión Soviética.
Popov se destacaba entre sus colegas de oficio por vivir a todo lujo, conducir autos deportivos veloces, conquistar bellas mujeres y desbancar alemanes -en especial a espías, diplomáticos y «consejeros» de la PIDE- en el Casino de Estoril.
Fue allí donde Fleming, también agente del británico Servicio de Inteligencia Naval dirigido por el célebre almirante John Henry Godfrey, conoció a Popov. Una década después, el escritor lanza su célebre personaje.
En el primer libro de Fleming, Casino Royale (1953), Popov pudo ver con la escasa nitidez que ofrece el espejo de la ficción, aspectos de su propia historia en el Casino de Estoril y el Hotel Palace.
Popov y Fleming llegaron a trabajar juntos y a ocupar cuartos contiguos en el Hotel Palace en 1941. Esta aproximación acabó por aumentar la leyenda de que 007 sería el serbio agente doble de la Abwehr bajo el pseudónimo de Iván, pero en realidad fiel a los servicios de Su Majestad británica, cuya principal misión era descubrir los planes del Reich contra los aliados.
Durante la guerra, el serbio fue considerado el más importante agente británico que operaba en ese nido de espías que era Portugal. Desde ambas partes en conflicto recibió las más altas condecoraciones: la Cruz de Hierro alemana y la Excelentísima Orden del Imperio Británico.
Fascinado con Popov y con «la tentación del casino, que era demasiado fuerte», según sus propios recuerdos, Fleming quiso emular a su nuevo amigo y colega yugoslavo, intentando hacer quebrar a los jugadores nazis en el bacará. Perdió clamorosamente, y el propio almirante Godfrey debió cubrir el daño, hecho hasta hoy guardado en los registros del Casino de Estoril.
En las últimas seis décadas, muchos conocieron a James Bond, pero nadie jamás escuchó hablar de Duško Popov, el agente que logró descubrir con meses de antecedencia el plan japonés para atacar la base naval estadounidense de Pearl Harbor, en Hawai.
Popov viajó personalmente a Estados Unidos, con una serie de documentos debajo del brazo, que llevó hasta el despacho en Nueva York del entonces director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), J. Edgar Hoover, que no sólo ignoró el asunto sino que le prohibió ir a Hawai para cumplir una misión doble contra Alemania.
A fines de la década del 40, la policía de fronteras registra su última salida de Portugal, pero no se descarta que con sus varios pasaportes y nombres falsos pueda haber entrado nuevamente al país. Los últimos datos de su vida conducen a un apacible retiro en la espléndida bahía francesa de Cannes, donde falleció a sus bien conservados 69 años.
El libro Crimen y Poder, del periodista y escritor brasileño Flávio Moreira da Costa, recoge varios momentos de la vida del espía, revelando que para el puritano Hoover, a cuyos oídos había llegado la explicación de que su nombre de código Triciclo se debía a su afición por dormir con dos mujeres al mismo tiempo, Popov era «un play-boy inmoral».
Según Moreira da Costa, el bien real Popov respondió con una sinceridad que jamás podría salir de la boca del cinematográfico James Bond:
«No soy un espía que se transformó en play-boy, sino un hombre que siempre vivió así y que se convirtió en espía».