I
Toda la mañana me estuve encajando las uñas en las palmas hasta que me hice daño. Apreté las mandíbulas y cerré los ojos con la esperanza de que la maestra no se acordara de mí. Pero se acordó. Lucrecia, pasa al frente. Decidí mirar a la ventana, fingir que no había escuchado. La maestra elevó la voz. Te hablan, me dijo la Gorda Marqués.
II
Maldita Gorda Marqués, ya verás. Me levanté rápido, con la sensación de lucha y huye, pero no desperdicié la oportunidad de patearle la mochila a la puerquita lame botas que le encantaba quedar bien con la maestra. ¿Otra vez no hiciste la tarea? Se me olvidó. Siempre se te olvida.
III
Cero en la boleta. Siempre hay dos opciones: decir mentiras o esconder las calificaciones. Esperar a que me cachen. Total, siempre están ocupados, muchas veces ni cuenta se dan.
IV
Ya está la Gorda Marqués levantando la mano. Maestra, Lucrecia no le ha entregado las calificaciones. Me mira y eleva los hombros. Ni modo, me dice y vuelve la vista al pizarrón. Ya verás, cerda mugrosa. Ya me las pagarás.
V
Lucrecia, baja a la dirección. Te están esperando tus papás. Ahí están sentados, con la titular del grado y con las calificaciones enfrente. Mi madre me mira y guarda silencio. Mi padre le recrimina: ¿ya viste lo que está haciendo tu hija? Otra vez falsificó mi firma. ¿Así la estás educando?
VI
¿Por qué mamá no dice nada?, ¿por qué jamás hace nada?, ¿por qué siempre guarda silencio?, ¿por qué no se protege la cara?, ¿por qué se deja? Yo no soy así. Yo no quiero ser así.
VII
La Gorda Marqués viene cargando los libros de la maestra. Trae tantos que no alcanza a ver casi nada. Es mi oportunidad. Saco el pie. La gordinflona sale volando por los aires. Los libros vuelan por el salón. Nadie se aguanta las risas.
VIII
La Gorda Marqués entra al baño. Está sola. Me pongo frente a ella. Le obstruyo el paso. Quítate, voy al baño. No, aquí no pasas. Vete al de las maestras. Déjame pasar. No. Doy un paso al frente. Algo raro sucede, la Gorda se sale corriendo del baño. Te tengo, maldita.
IX
No le digas a papá que tuve que salir. ¿Cuento contigo, verdad bonita? ¿Dónde está tu mamá? No sé. Siento la mejilla caliente. ¿Dónde andabas? También mamá recibe su merecido.
X
La Gorda es miona. La Gorda es miona. Ahora sí, cebosa. Llámale a la maestra. Dile que no traje la tarea. Dile que no entregué la boleta. Dile que te orinas en la escuela.
XI
Ahí va la Gorda Marqués, les digo a mis amigos a la salida de la escuela. Se va a la tienda y sale comiendo una dona de chocolate. ¡Mátenla por gorda!
XII
Pensé que me desmayaba. Intentó levantarse del piso y la pateé con todas las fuerzas. Sentí que me ahogaba. La vi tragándose su propia sangre. Pensé que la mataba. Pensé que no iba a parar. Pensé que nadie me iba a detener. Pensé que no iba a poder contar lo que pasó. En la calle, no había personal de seguridad de la escuela. No le ayudó nadie. Todos o miraban o participaban. No podía parar. No sabía cómo parar. Por suerte, pasó una enfermera que estaba ahí de casualidad. Fue la única persona que tuvo un acto de humanidad.
XIII
Me salvé. Hoy puedo contarlo. Mis padres llegaron a la escuela y me llevaron lejos. La directora ayudó a que me fuera. No quiero escándalos. No la quiero volver a ver. Me dijeron que era un nuevo comienzo. Aquí me enseñan a respirar y controlar la sensación de ahogo. Me ayudan a manejar la irritabilidad. Me siento menos cansada. Pero hay algo que no dejo de preguntarme. ¿Qué habrán sentido otros adolescentes cuando vieron por televisión lo que hice? Me dicen que ya lo deje, que eso pasó hace años, que aquí estoy bien. Pero, ese grito, aunque lo intente, jamás lo voy a olvidar.