Cuando uno piensa en marcas como Coca-Cola o Ford, rápidamente las identifica, a la primera con una bebida y la segunda, con un tipo de coche. Pero no sólo conocemos de esas marcas sus nombres y sus productos estrella, ya que asociado a cada una de ellas solemos tener emociones; así la Coca-Cola puede gustarnos y ser de nuestras primeras elecciones a la hora de pedir una bebida.
Investigaciones en el ámbito del marketing, han comprobado cómo podemos llegar a reconocer la marca de más de 3.000 productos diferentes, esto es debido a que estamos siendo continuamente «bombardeados» a través de la publicidad, sobre estos productos, prácticamente desde la infancia.
Anuncios en el periódico, la televisión, la radio y ahora Internet hace que podamos ver una media entre 10 o 20 productos diariamente sobre los más diversos temas, algunos de nuestro interés y otros no; pero todos, en mayor o menor grado van a tener una influencia en nuestro comportamiento.
Así, a la hora de escoger entre dos productos en el supermercado o en cualquier tienda, entre un producto que hemos visto anunciado y otro nuevo, sin saber por qué, nos fiamos más del que ya hemos visto, frente al nuevo o desconocido.
En realidad, el mecanismo psicológico que hay detrás de esta elección es simple, aquello que es frecuente, habitual y reconocible adquiere una connotación positiva, frente al que es nuevo, del cual podemos “dudar” de sus beneficios.
Este es sólo un ejemplo de la gran influencia de los medios de comunicación en nuestra vida, pero lo mismo sucede con las personas.
Mencionar el nombre de alguien como Steve Johns o John Lennon, nos hace reconocerlos, el primero en el ámbito de la informática y el segundo en el artístico, e igualmente tendremos sentimientos a favor o no de los mismos.
Cuando la propia persona se convierte en marca, se denomina «marca personal» o personal branding.
Eso de que alguien fuera conocido más allá de su localidad, algo bastante difícil hace apenas unos años, se ha visto superado gracias a las nuevas tecnologías, pero sobre todo a Internet.
Ya no hace falta ser un político, artista o deportista para tener un personal branding, una marca personal reconocida y reconocible a nivel nacional o internacional.
Internet se ha convertido en un escaparate para todo tipo de profesionales, que les permiten tener clientes de cualquier parte del mundo.
Es por ello que en los últimos años han surgido asesores de marca personal, que ayudan a posicionar la imagen de la persona, en el ámbito de su interés.
Ya no se trata que un ingeniero, arquitecto o asesor, sea conocido por todos, como un gran profesional, sino que lo sea entre los de su profesión.
Las redes profesionales como Linkedin son el escaparte perfecto para darse a conocer mostrando las habilidades y capacidades personales, para poder entablar relaciones con profesionales de su sector y poder así realizar negocios.
Todo ello tiene mucho que ver con la autoimagen y la imagen que queremos dar hacia los demás, sabiendo que en Internet siempre se ha de ser sincero, ya que las «mentiras» son rápidamente sacadas a la luz y pueden hundir cualquier reputación online.
Un buen currículo, un perfil adaptado al sector, y sobre todo un contacto con las personas de su interés son las claves para poder empezar a desarrollar un correcto personal branding.
Algo que está al alcance de todos y que proporciona grandes beneficios sobre todo en cuanto a la internacionalización de los clientes se refiere.
No se trata de ser el «mejor profesional» o el más destacado, sino de que tu presentación ante los demás en Internet sea correcta, de forma que te encuentren las personas que requieren de tus servicios, pero sobre todo que la información sobre ti sea clara y que den «ganas» de contactar.
Al igual que nos preparamos para dar una conferencia o a la hora de realizar una entrevista con un cliente, se debería de dedicar tiempo y esfuerzo por mejorar la marca personal en Internet, sabiendo de los muchos beneficios que eso va a repercutir en un futuro más o menos próximo.
La marca personal se convierte así en nuestra tarjeta de presentación especialmente en Internet, donde es habitual buscar información para encontrar a un «buen» especialista sobre una materia, o que nos sea más próximo el lugar de la consulta.
Es por ello, que al igual que existen academias y cursos para prepararse para hablar en público, están surgiendo también para diseñar y mejorar el personal branding, para dar la imagen del profesional que somos, con lo que facilitar que nos encuentren futuros clientes o compañeros del sector.
Todo ello encaminado a aumentar nuestra visibilidad en los buscadores como Google o las redes sociales, sin perder por ello nuestra profesionalidad.
En definitiva, un campo a tener en cuenta, cada vez más consultado y que en algunos casos puede llegar a sustituir al currículum, ya que los responsables de selección de personal, ahora suelen consultar «qué sabe Internet» de esa persona, fiándose más de lo que pueden leer ahí, que de lo escrito en el CV.