La Adoración de los Magos (en italiano Adorazione dei Magi) fue la primera gran obra de Leonardo da Vinci. Está pintado al óleo sobre tabla que mide 246 cm de alto y 243 cm de ancho y data del periodo 1481-1482. Se conserva en la Galería de los Uffizi de Florencia.
Fue un encargo realizado en mayo de 1481 por los monjes agustinos de San Donato de Scopeto, cerca de Florencia. Para esta bella obra, Leonardo realizó numerosos dibujos y estudios preparatorios, incluyendo uno detallado en perspectiva lineal de una arquitectura clásica en ruinas que forma parte del fondo de la escena. Debido a la imposibilidad de que Leonardo completara el cuadro, el encargo se pasó a Domenico Ghirlandaio. El retablo final fue pintado por Filippino Lippi y se encuentra también en los Uffizi.
La tabla inacabada de Leonardo quedó en casa de su amigo Amerigo Benci; se dice también que no la completó porque había finalizado los estudios sobre esta pintura, y para el pintor ya estaba acabada. Pasó sucesivamente a la colección de la familia Médici para llegar a la Galería de los Uffizi en 1794.
En mis largos estudios sobre Leonardo y su obra, voy desentrañando los misterios que dejó pintada sobre una madera, una imagen de los reyes magos que, según algunos, es una obra inacabada, aunque en mi humilde opinión pienso que Leonardo la dejó así como parte de la misión y mensaje de su obra.
Para algunos causa admiración, mientras que otros temen adentrarse en la obra de Leonardo. No es para menos: entrar de lleno en el principio del conocimiento puede causar pavor a ciertas personas. En otras notas he hablado sobre las intenciones que va dejando el pintor en su obra y en esta, en particular, denota sus pensamientos, sus ideales y su conocimiento, adentrándose en terreno de lo que llamamos Sophia. (sabiduría).
Se puede apreciar, en primer lugar, un vórtice donde está como punto central la Virgen María con el niño en brazos. Contemplando los rostros que están alrededor podemos observar que lo terreno y lo espiritual están unidos, que solo están divididos por una línea paralela, partiendo que ella en su forma femenina es la unión de estos dos planos. En las caras de los pastores podemos apreciar a algunos en estado de éxtasis, otros con gestos faciales de sufrimiento, de angustia y otros más en estado de tranquilidad algunos de ellos de cuerpos blanquecinos como si estuviesen tratando de decir que no pertenecen a la carne, sino al espíritu. Entre todos ellos, del lado derecho, un anciano mira al niño como si estuviese en otro lugar, lejano de su vista, pues su mano derecha tapa su frente como para tratar de focalizar la luz que envuelve al niño, no alcanzando a ver por todos los presentes .
La parte del fondo del cuadro representa a aquellos profanos que viven en el plano terrenal sin percatarse de aquel importante acontecimiento, lejanos y absortos en la lucha diaria y el caos, donde se alcanza a ver una escalera resguardada por un hombre o guardián y un puente roto a simple vista, pero en realidad se trata de un puente dividido en dos lo terreno de lo invisible, lo cual significa que sin previo conocimiento no es posible acceder a la escuela de los grandes misterios.
Volvamos a los reyes magos.
La llamada fiesta de la Epifanía o Adoración de los Reyes Magos tiene sus raíces en el pasado más remoto y misterioso. La primera huella de la festividad similar se remonta en el Egipto, para el cual la fecha del 11 tybi (6 de enero) era el día de la manifestación del nuevo sol. «Epifanía» singularmente quiere decir manifestación.
Y la manifestación divina se origina inicialmente con su creador por ello al centro se encuentra la manifestación de un nacimiento el nacimiento de Jesús.
En la alquimia, este simbolismo es el primer paso para la iniciación, la manifestación de Dios en nuestras vidas. Los reyes magos son simbólicamente el camino que seguir para encontrar el real misterio de nuestra existencia, Los Reyes Magos y la alquimia se interrelacionan en el sentido de la proporción y sentido de sus colores blanco, negro y rojo, llevando consigo las tres fases de la obra hermética y así alcanzando la piedra filosofal en este caso representada por Jesús.
¿Pero qué llevan los reyes magos de regalo al niño Jesús? Como nos cuenta la historia:
Melchor, un rey anciano con barba blanca, lleva un cofre lleno de oro, el cual representa la realeza, el oro de los filósofos, el fuego universal de la Gran Obra y la miel de la sabiduría y la inmortalidad que solo es alcanzada por unos cuantos
Gaspar, hombre de mediana edad de cabello obscuro. Lleva consigo un cofre con incienso, elemento del aire que representa la esencia divina de Jesús. El conocimiento la oración y las ciencias, el alimento espiritual de los iniciados y finalmente
Baltasar, rey de raza negra. Su regalo a Jesús es la mirra, que representa su sufrimiento y muerte simbólica, es decir la transmutación; camino y aprendizaje para aquel que se adentra en los misterios superando todas las adversidades para un nacimiento nuevo.
Todos estos símbolos de la realeza son para descifrar el papel fundamental de Jesús, el sacerdocio y la profecía. Tales ofrendas serían un reconocimiento del «Rey del Mundo» al papel divino de Jesús. En la tradición hermética y la alquimia cabe mencionar la importancia y el significado de la Epifanía. Los Reyes Magos llegaron hasta el portal de Belén siguiendo las huellas de una estrella «de Oriente». Este simbolismo nos lleva a otra pista pues uno de los minerales utilizados en la alquimia es el sulfuro de antimonio, que tiene la particularidad en el momento de fundirse y contraerse, logra capturar la imagen en su centro una estrella de seis puntas, sello donde lo divino marca la materia prima para la obra filosofal.