La economía globalizada en la actualidad se rige por las reglas de un excesivo liberalismo económico que raya en el libertinaje al dar rienda suelta al consumismo, al desperdicio, al gasto excesivo, o innecesario. Todo basado en una supuesta libertad de mercado y de comercio, que no deben ser intervenidos o controlados, bajo ninguna forma, razón o circunstancia. Al contrario, el mercado debe ser dejado libre, para que él mismo se autocontrole y regule in saecula seculorum, como si fuera un ente vivo por sí mismo. Es lo que actualmente conocemos con neoliberalismo económico y comercial.
Pero tristemente, ese pensamiento ideológico neoliberal trae consigo la sobreexplotación de los recursos naturales y energéticos del planeta; al punto de que, para poder mantener ese gasto y ese desperdicio, agotamos los recursos del planeta, a un ritmo cada vez mayor.
Según Global Footprint Network, el 2 de agosto de 2017 fue la fecha en que «agotamos los recursos disponibles por la naturaleza para este año de vida de la humanidad [...]. En otras palabras, la humanidad está actualmente utilizando recursos 1,7 veces más rápido de lo que los ecosistemas pueden regenerar. Esto equivale a decir que estamos usando 1,7 planetas. Un 60% de esta demanda es nuestra huella de carbono».
Particularmente he hecho mi propia analogía del crecimiento económico comparándola con la cinética del crecimiento de un microorganismo vivo. No sólo porque el comportamiento depredador del crecimiento exponencial basado en el consumo de los recursos disponibles es muy similar, sino también porque el decaimiento de la población, en este caso, de la economía, al agotarse el recurso disponible, es también, muy similar.
Tal como lo demuestra la calculadora de Global Footprint Network. Tal y como lo demuestran, todos los días, los hechos y sucesos que ocurren, a nivel mundial, a causa o como consecuencia, del calentamiento global que, justa y coincidentemente, es causa y consecuencia de no haber querido parar la producción de gases de efecto invernadero, la contaminación industrial de aguas, suelos y el aire. De no haber querido disminuir el ritmo de explotación de los ecosistemas recuperadores del ambiente. De no haber querido bajar, o al menos no aumentar el crecimiento económico.
Por un bien mayor. Por el bien de toda la humanidad. Por salvar al Planeta.
Tristemente, y como ya todos lo estamos comprobando: ¡es tarde!
Ya toda acción que no tomemos en ese momento.... ¡tendrá Consecuencias!
Y todo lo que hagamos, a partir de este momento, sólo disminuirá el ritmo y la intensidad con que ya se están dando los sucesos climatológicos. A menos, claro está, que detengamos el deterioro por completo, parando por completo lo que lo causa. Pero eso, claro está, sería una utopía.