El tiempo juega un papel muy importante en la vida de las personas, pero conceptualmente no es fácil de definir, como sucede con el tiempo presente o el ahora, que está sucediendo mientras el lector lee estas notas. La razón es que en cuanto a su duración ese tiempo presente es muy corto, incluso de milésimas de segundo o minutos, según la interpretación subjetiva de cada uno, y ese es el momento en el cual nos realizamos mediante una observación, un pensamiento o una acción, constituye no sólo la realidad que vivimos, sino que además es un continuo hacia el futuro y un puente sin el cual tampoco existiría el pasado. El Premio Nobel y famoso filósofo francés Henri Bergson decía:
Cuando pensamos en el presente como algo que va a suceder, todavía no existe, y cuando pensamos en él como algo que está existiendo, ya es pasado.
El tiempo en su conjunto está constituido por: el pasado, el presente y el futuro; todos ellos constituyen los momentos en que transcurre la vida de un ser humano y, además, de la sociedad a que ha dado origen. Visto así entendemos por qué se requiere de la mente (el cerebro funcionando) para analizar y comprender que ambos son inseparables y también por qué el espacio forma parte del tiempo.
Las personas deben darse cuenta de que el momento presente es el único tiempo real que poseemos y viven; y que, además, constituye el centro de sus acciones diarias. Aunque uno puede muy bien traer al ahora hechos pasados, para analizarlos o utilizarlos en su relación habitual diaria, si hay que recordar o resolver problemas basados en recuerdos atesorados en nuestra memoria se debe trabajar siempre en el presente o con este.
Si al ahora llegan recuerdos malos del pasado reciente o antiguo, hay que tratar de alejarlos de nuestro pensamiento, ya que, de lo contrario, podría suceder que la persona comience a vivir de esos recuerdos (la memoria es un pozo sin fondo de recuerdos de todo tipo), y desatienda el presente, con lo cual se crea ansiedad que puede llevar a la depresión y a otros problemas emocionales graves.
Por ello, para vivir mejor hay que eliminarlos o dejarlos de lado para poder llevar una vida mejor, y sobre todo para enfocarnos en el presente, pues éste es el tiempo de la verdadera realidad que vivimos, aunque no dejo de reconocer que, si sólo existiera el presente y no hubiera la esperanza de un futuro, la vida no tendría sentido.
La humanidad tiene desde la antigüedad una visión del tiempo como un continuo lineal o una flecha del tiempo, que va del pasado al presente y se prolonga en un futuro teóricamente indefinido. Si no existiera el presente, sería imposible hablar del pasado o del futuro, ya que ambos parten para atrás o para delante de ese ahora. Nuestro yo posee bien claro el tiempo pasado y el presente. Esos tiempos existen, uno, como recuerdos, y el otro como realizaciones a llevar a cabo en un momento, con la diferencia de que el tiempo para cada uno (individualmente hablando) es un fenómeno subjetivo y por eso lo apreciamos en forma diferente.
Y es que el tiempo según las grandes teorías físicas (la relatividad especial y la mecánica cuántica) es algo subjetivo, para nosotros, como señalamos, el tiempo fluye uniformemente del pasado al presente y de este al futuro y es independiente del espacio. En la relatividad de Einstein, no existe el presente y el espacio y el tiempo son un todo inseparable. Esto es toda una paradoja, ya que todos tenemos un sentido del tiempo, independiente de esas teorías. Ya que nosotros comprendemos y le damos valor real al hecho de que, en un instante, largo o corto de nuestra vida, pensamos, hacemos o realizamos algo y ese tiempo lo medimos con nuestro reloj en cuanto a segundos, minutos u horas. Pero en la vida corriente es apreciado de manera diferente según tipos de personas y edad de estas, ocupación, desarrollo intelectual, libertad que se posea para actuar e incluso según distintas sociedades o países y sus costumbres. De hecho, el sentido del tiempo está íntimamente influenciado por la naturaleza de los eventos en si mismos, en que uno está involucrado.
Cuando digo que la vida no tendría sentido si sólo existiera el presente, lo que quiero significar con eso es que el ser humano requiere de que exista un futuro para poder realizarse plenamente, aunque este futuro esté sujeto al “azar”, algo inexorable y sobre el cual no tenemos dominio. Un pasado sin recuerdos y sin historia haría que los humanos carecerían de experiencia y no existirían. Ahora bien, la teoría de la relatividad especial de Einstein y la mecánica cuántica de Schrödinger y Heisenberg, nos señalan que esto no es así y que no existe el presente, sino solamente el pasado futuro en forma indiferente. Pero, a pesar de lo anterior, nuestro sentido común y nuestra experiencia hacen que dividamos el tiempo en tres partes, y consideramos que el tiempo, se prolonga en continuidad o en línea recta como una flecha, del pasado, al presente y de ahí al futuro.
El lector estará de acuerdo conmigo en que todos nos damos cuenta del paso del tiempo, en forma muy sencilla, ya que en ese lapso nacemos, crecemos, nos desarrollamos, vivimos diferentes experiencias y, finalmente morimos. Las fotos que hemos sacado a través de nuestras vidas dan fe de esto. Y todos estamos de acuerdo que toda acción ocurre en el presente, nada en el pasado y menos en el futuro. Las personas como seres pensantes y con memoria, tienen una historia que transcurre en el tiempo, en el cual hay una sucesión de los acontecimientos de su vida, entremezclados con los sucesos de su medio y del resto del mundo que él pudo conocer, ligados al espacio que lo rodea.
Que el tiempo es subjetivo y no objetivo se aprecia cuando vemos en una noche la luz de las estrellas lejanas a simple vista o con un telescopio. Esa luz ha viajado a través del cosmos durante millones de años luz en el espacio hasta llegar a la Tierra, y la luz que vemos era irradiada por ellas como eran en un pasado remoto cuando emitieron la luz y no como son en el momento en que las estamos mirando, que siendo unas imágenes del pasado, nosotros sin la menor duda la estamos viendo en el presente, creándose así una interesante paradoja.
El lector se dará cuenta de que establecer qué es el tiempo no es algo sencillo.