Lo bueno que tiene Madrid es que en cualquier rincón de la capital se puede encontrar arte. Un teatro de calidad también es posible entre bambalinas más humildes y sin que haya de por medio caras conocidas. Al menos así lo han demostrado un año más los grupos que han participado en el XXI Certamen de Teatro Universitario de la Universidad Complutense de Madrid. Tuvo lugar entre el 3 de mayo y el 2 de junio, pero los integrantes se preparan todo el año para el acontecimiento, compaginando, en la mayor parte de los casos, su arte escénico con los apuntes.
En esta ocasión hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Triaca, el grupo de teatro de la Facultad de Farmacia. Es el colectivo teatral más antiguo de la universidad y el que más premios acumula. Este año, aunque el galardonado ha sido Katharsis, de la Facultad de Medicina, con su obra Love and information, los farmacéuticos han obtenido el Premio a Mejor Maquillaje.
La obra representada por Triaca, 300 millones, original de 1932, del escritor y dramaturgo argentino Roberto Arlt, es una versión del sudamericano con tintes contemporáneos. Edgar Gómez, el director de la obra, señalaba que tras leer la pieza del argentino por primera vez se interesó mucho por el texto en sí, pero no le terminaba de convencer la obra en concepto global. «Decidimos darle un toque más contemporáneo y llamativo de cara al espectador. Este plus también implicaba un mayor trabajo por parte de todos, y el resultado la verdad es que ha sido excelente», indicaba.
Como sinopsis diremos que la obra se centra en poner en duda los límites entre la realidad y lo imaginario de la mano de la protagonista, Sofía, una joven sirvienta más cercana a las vivencias de Los Miserables de Victor Hugo que a una vida de ensueño. Sofía se mueve durante toda la representación entre sueños de mujer adinerada y rodeada de expertos fantasmas que harán llevadera su desgraciada vida cada vez que cierra los ojos.
La representación, de unos 90 minutos, trascurría en facultades y colegios mayores, siempre con una sonrisa de los integrantes, un vestuario puramente negro, un objeto dorado que los caracterizaba, el protagonismo de todos los actores y siempre con todos ellos sobre el escenario: «Todos los actores se encontraran sentados en escena […]. Esta forma montaje sé que tiene muchos detractores, pero bajo mi punto de vista, si se usa con técnica, puede resultar muy impactante para los espectadores», comentaba el director en la entrevista.
Entre la realidad y lo imaginario, pero siempre equitativamente
Además de esta decisión de adaptar la obra al momento actual, Edgar señalaba que el juego de las sombras y las luces sobre el escenario dejaban entrever el mundo de los sueños y la posibilidad de una interpretación personal. En ese proceso, se permitió añadir escenas escritas por él mismo con el fin de dar más peso a algunos actores y hacer la obra más equitativa.
«Gran parte de las escenas añadidas son del ‘mundo real’ así como los momentos en que los fantasmas del ‘mundo imaginario’ se meten a través de la cabeza de Sofía (la protagonista) en la realidad. Me parecía una buena forma de hacer todavía más palpable la diferencia entre los dos mundos y que así fuera más fácil su comprensión por parte del público», reconocía el joven director.
Cuando preguntamos sobre el sentimiento que pretendían despertar en su público, el director respondía de manera concisa y clara: «La finalidad no es otra que hacer que la gente salga del teatro diferente a cómo ha entrado», a lo que añadía que el espectador pasa tanto por momentos se risa como emotivos: «A pesar de que realmente el trasfondo de la obra es dramático hemos intentado añadirle toques humorísticos para tratar de sacar una sonrisa a la gente que ha venido a vernos».
Una compañía teatral, atmosférica y universitaria 'since' 1990
Aunque lo más correcto sería decir que Triaca es una compañía teatral universitaria, fundadora incluso de este certamen, con unos cuantos años de historia, concretamente 27, y sin prácticamente ninguna ayuda económica, el actual director la define como «un grupo de amigos que comparten su afición por el teatro». Para él, esta es “la esencia” del grupo o esa «atmosfera que lo envuelve todo» y a la que achaca la supervivencia de la compañía.
Pero, ¿cuál es su filosofía como grupo teatral? Ellos dicen que lo fundamental es que cualquier persona pueda hacer teatro si realmente así lo desea, «sin tener que tener una serie de aptitudes ya de por sí o una proyección hacia el ámbito profesional» y dejando claro que este rasgo no tiene porqué ir reñido con los buenos resultados.
Este mes de junio Triaca cerraba su “año escolar” dejando vivencias, fotografías, buen ambiente, guiones de impacto y, sobre todo, pasión por el teatro. Aunque la entrada a toda actuación ha sido gratuita, gracias a las donaciones del público, este grupo de amigos, anciano a la par que joven, podrá volver a actuar frente al patio de butacas el año que viene. Volverán a actuar entre unas luces y sombras, seguramente con nuevos talentos e incorporaciones. Volverán a actuar quizás con un rectorado y decanato más comprometido con la sociedad artística, quizás ganando 300 millones o simplemente, quizás, como hasta ahora, sintiendo el verdadero sentido del teatro.