En el mundo de la comedia cinematográfica argentina, Esperando la carroza se presenta como la fiel representación del humor nacional. Esta película estrenada en el año 1985, dirigida por Alejandro Doria, cuenta con un elenco excepcional encabezado por Antonio Gasalla, China Zorrilla, Luis Brandoni, Betiana Blum, Julio De Grazia, Mónica Villa y Juan Manuel Tendrá, quienes se encargan de encarnar a los integrantes de una gran familia compuesta por 3 hermanos con sus respectivas esposas, y la icónica Mamá Cora. Una familia como cualquier otra, que, con sus conflictos, sus secretos y sus gracias logra capturar la esencia de las familias argentinas.
Este largometraje se ha convertido en parte de la cultura argentina. Parte de su éxito radica en su fiel reflejo de la realidad, la forma en la que logró adentrarse en la idiosincrasia del país mediante diálogos que, a día de hoy, aún son repetidos y recordados por todas las generaciones. Todos hemos escuchado esbozar la frase «3 empanadas…», acompañado de un gesto de indignación, o «Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles. ella hace ravioles». Frases que actualmente pertenecen a la sociedad, logrando despegarse de la película como tal. Grandes y chicos conocen sus frases, muchas veces sin saber siquiera de dónde surgen, simplemente están incorporadas y arraigadas en el habla diario, convirtiéndose en referencias culturales compartidas.
Esta comedia está basada en la obra de teatro homónima del uruguayo Jacobo Langsner, estrenada en 1962. Sin embargo, en su estreno como filmografía, las críticas que recibió el filme no son un reflejo del impacto cultural que podemos percibir actualmente, fueron duras y estuvieron acompañadas de un éxito moderado. Con el paso del tiempo trascendió esas evaluaciones iniciales y se posicionó como una película de culto. Hoy en día ver esta película viene acompañado de un sentimiento de nostalgia de una época que ya no existe, nos deja ver una gran mesa familiar típica de muchas familias porteñas de la época, con pastas y vino.
Una típica familia argentina que, entre gritos, enfrenta sus conflictos, deja salir verdades a la luz y se adentra en una gran confusión. La crítica social aparece ingeniosamente entrelazada con el humor. El conflicto sobre el cual se desarrolla la historia tiene como base la diferencia de clases entre las familias, lo que desembocará en una disputa entre las tres cuñadas por quién debe cuidar a la suegra, Mamá Cora. Esto desatará una serie de eventos que acabarán en un velorio un poco descabellado.
Las actuaciones memorables se destacan por su exageración y grotequismo. Logran transmitir con sus gestos y expresiones la profundidad de sus personajes y sus respectivas singularidades, que frente a sus conflictos logran despertar la risa de quienes lo consumen. Antonio Gasalla, quién interpretó a Mamá Cora, ya era una estrella en el teatro y ya había interpretado numerosos personajes de mujer cargados de crítica hacia diversos espacios. Su personaje es el eje de esta trama, aun apareciendo sólo 15 minutos en pantalla. Se trata de una mujer octogenaria que sufre de alzhéimer, y vive con su hijo Sergio, su nuera Susana y su nieta, una bebé de pocos meses. Con base en este personaje se desarrolla una crítica hacia el trato hacia la ancianidad, cómo se desprecian y tratan como objetos que deben moverse y colocar otros, reduciendo su capacidad de opinar sobre su vida.
Para hablar un poco del contexto en el que fue estrenada y comprender aún más la recepción por parte del público es de vital importancia tener en cuenta el momento político y social que atravesaba el país en ese entonces. 2 años habían pasado desde el fin de la dictadura, los productos culturales y cinematográficos se vieron atravesados en gran medida por esta temática. En este caso en particular, la vuelta de la democracia no se menciona, seguramente por ser una adaptación de una obra de teatro de 1962, pero con su crítica social no deja de representar el humor social de aquellos días.
Esperando la carroza contó con adaptaciones brasileñas, portuguesas y españolas, tanto en el cine como en el teatro. Incluso contó con una segunda parte estrenada en 2009 con dirección de Gabriel Condron. Pero su estreno se vio eclipsado por grandes ausencias de actores que hicieron que la primera versión sea un éxito, Antonio Gasalla y China Zorrilla. Esta versión se sitúa varios años en el futuro y tiene como eje la fiesta por los 25 años de casados de Nora y Antonio. Nuevamente recibió malas críticas, pero esta vez sin gloria entre los espectadores, y con una sensación de que fue un intento un tanto forzado por revivir el éxito de los 80.
En última instancia, Esperando la carroza trasciende su papel como una comedia cinematográfica más para convertirse en un patrimonio cultural argentino. De la mano de sus diálogos que han quedado en el inconsciente colectivo y las actuaciones magistrales han contribuido a consolidarse como un pilar fundamental de la historia del cine nacional. Este largometraje continúa siendo celebrado y discutido a día de hoy, genera conversaciones y está presente en el día a día. Es un recordatorio de lo valioso y rico que es el cine argentino para la cultura.