La pobreza severa alcanzó en 2015 a 2,6 millones de personas en España, un 5,8 % de la población según la Encuesta de Condiciones de Vida publicada por el INE. Si bien dista mucho del 3,6 % registrado en 2008, este dato representa una leve mejora frente al 6,4 % anotado en 2014 y el 7,1 % de 2013. Además, empujados por la mejora del mercado de trabajo que se vivió ese año, los ingresos medios de los hogares españoles crecieron en 2015 por primera vez en la crisis: un 2,4 % hasta los 26.730 euros. Sin embargo, la tasa de riesgo de pobreza empeoró en dos décimas hasta el 22,3 %, una clara señal de que la desigualdad no se corrige.
Con cifras de 2015, unos 2,6 millones de personas se encuentran en situación de pobreza severa en España, entendida como la privación material de hasta cuatro necesidades de una lista de nueve: no tienen capacidad de afrontar gastos imprevistos; han sufrido retrasos en el pago de gastos de la vivienda principal o en compras a plazos; no pueden permitirse ir de vacaciones una semana al año; no pueden mantener la vivienda con una temperatura adecuada; no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado cada dos días y no pueden disponer de un automóvil, un teléfono, un televisor o una lavadora.
Y las dificultades económicas no se ciñen solo a ese grupo. Según las entrevistas del INE, un 39,5 % de los hogares no puede permitirse unas vacaciones fuera de casa. Un 38,1 % no es capaz de hacer frente a imprevistos. El 15,3 % sufre mucha dificultad para llegar a fin de mes, un porcentaje superior al 13,7 % declarado en el año precedente. Y el 8,4 % incurre en retrasos en las facturas de la vivienda principal.
Si se toma el umbral de riesgo de pobreza, es decir, el grupo que se sitúa por debajo del 60% de la mediana o la mitad de la renta, este empeoró ligeramente en 2015 hasta el 22,3 % de la población frente al 22,1 % del año anterior. Semejante aumento de las personas en riesgo de pobreza puede parecer un dato incoherente con el incremento de los ingresos medios, que subieron hasta los 26.730 euros en 2015, todavía muy lejos de los 30.000 euros de 2009. Sin embargo, esta discrepancia se debe a que esa tasa de pobreza en realidad mide «cuántas personas tienen ingresos bajos con relación al conjunto», tal y como recalca el INE. O, lo que es lo mismo, la desigualdad entre rentas aumentó en 2015 a pesar de la recuperación.
El Ministerio de Economía alega, sin embargo, que el índice de Gini mejora. Este mide la concentración de la riqueza siendo 100 cuando una persona lo tiene todo y 0 cuando existe igualdad absoluta. Pero esa corrección ha sido mínima, de solo una décima. Pese a la recuperación, el Gini no está produciendo una inflexión significativa acorde a la evolución del PIB. Y el motivo reside en que España está creciendo a fuerza de desigualar el mercado de trabajo y precarizar las condiciones.
Bajo nivel de estudios
El perfil de los ciudadanos en riesgo de exclusión que se desprende de la encuesta del INE es el de una persona con un nivel educativo equivalente a la primera etapa de Educación Secundaria (29,2%), que vive en un hogar formado por un adulto con hijos dependientes a su cargo (42,2%) y en el paro (48,5%).
Según la nacionalidad, el porcentaje de personas por debajo del umbral de riesgo de pobreza era del 52,1% para las personas cuya nacionalidad no era de un país de la UE.
Índice AROPE
Por otra parte, aunque todavía en cotas elevadas, mejora algo el índice AROPE diseñado por la Comisión Europea para medir la pobreza. Según este coeficiente, el 27,9 % de los residentes en España, tres de cada diez, está en riesgo de pobreza o exclusión social. Si bien esta cifra constituye una leve mejora frente al 28,6 % anotado con datos de 2014, el indicador todavía se sitúa lejos del 26,7 % que se registró en 2010. El pico de la crisis se dio en 2013, cuando alcanzó al 29,2 % de la población.
Ahora bien, ¿significa esto que prácticamente uno de cada tres españoles, esto es unos 13 millones, son pobres? No exactamente. El indicador AROPE (At Risk of Powerty or Social Exclusion) es el baremo que utiliza la Unión Europea (UE) en su Estrategia 2020. Dicha estrategia plantea, entre otros objetivos, reducir la pobreza en 20 millones de personas en todo el continente.
Es más bien un medidor de pobreza relativa o, incluso, desigualdad. En primer lugar, toma el porcentaje de población que está en riesgo de pobreza, esto es, el 22,3 % de la población que se sitúa un 60 % por debajo de los ingresos de la mediana. A estos se añaden los hogares cuyos miembros trabajan menos de un 20 % de lo que podrían y que representan un 14,9 % de los ciudadanos. Por último, se suman las familias que padecen privación material severa y que abarcan el 5,8 % del censo. Con todo ello, una vez depuradas las coincidencias, se obtiene el 27,9 % de población en riesgo de exclusión.
No obstante, ese porcentaje tan solo refleja la relación entre las personas con rentas bajas y el resto. Por tanto, pueden subir los ingresos más bajos pero aún así engordar la tasa de pobreza porque los sueldos altos hayan repuntado más. De hecho, Economía destaca que el umbral de pobreza se ha elevado en 200 euros y ha dejado a más gente bajo ese límite sin que necesariamente se hayan reducido sus ingresos.
Para colmo, este medidor no tiene en cuenta si las familias poseen una vivienda en propiedad, lo que implica que no hay que pagar el alquiler y mejoraría las estadísticas de España dada la elevada proporción de hogares que cuentan con casa propia. No se recoge el alivio que suponen los servicios públicos gratuitos como educación o sanidad. Y suma gente que no trabaja a pesar de que pueda disponer de otras fuentes de ingresos.
Por comunidades autónomas
La pobreza no afecta a todas las comunidades autónomas por igual. Teniendo en cuenta los datos del INE, el 36 % de los ceutíes están en riesgo de exclusión. Le sigue de cerca Andalucía con el 35,4 %, Canarias (35 %), Castilla-La Mancha (31,7 %) y Extremadura (30,4 %). Por contra, Navarra y País Vasco son las comunidades donde la población está menos afectada por la pobreza, con un 9 %, seguida de La Rioja (11,9 %) y Cataluña (13,2 %).
Los mayores tienen mejores datos que los niños
Las estadísticas ofrecen datos contradictorios sobre la pobreza infantil. Según el indicador AROPE, el riesgo de exclusión cae casi dos puntos entre los menores de 16 años y se coloca en el 31,7 %. En cambio, si se toma la tasa de riesgo de pobreza, esta empeora una décima hasta el 28,9 %.
Por el contrario, llama especialmente la atención cómo los mayores de 65 años han resistido mejor la crisis, gracias a que se han garantizado sus pensiones. Hasta el punto de que es el único colectivo cuyo riesgo de pobreza desciende en comparación con 2011: del 16,5 % al 14,4 % según el AROPE. Una vez se contempla la vivienda en propiedad, la tasa de pobreza de este grupo se desploma a la mitad.