Dejarme llevar por uno de mis sueños; viajar, estudiar y seguir aprendiendo a través de la inmersión en otras culturas, representa parte de lo que me define hoy.
Lo único material que llevo conmigo son cuatro maletas, un computador, un celular, ropa y, muy importante, un par de gafas. No me arrepiento de ningún modo; no por el hecho de tenerlos, al contrario, por el hecho de no tener nada más tangible que se pueda cuantificar, por lo menos, en este momento de mi vida. Y es muy sencilla mi explicación: mis sueños y metas han sido otros.
Tengo 28 años, lo que para algunos puede resultar una edad ya madura, por decirlo de algún modo. La edad, para muchos, no sólo se refleja en el aspecto físico, sino también en la posición económica, profesional y personal. Hagamos un ejercicio hipotético para simular una corta conversación entre dos personas que se acaban de conocer:
¿En qué trabajas? Soy jefe/a de una multinacional. ¿Estás casado/a? Sí, por supuesto, y vivo con mi esposo/a en una casa que compramos hace poco. ¿Tienes hijos? No, pero lo estamos planeando, porque ya va siendo hora. ¿Y cuántos años tienes? 30.
Lo que podría pensar aquel que pregunta: «Qué exitoso/a es. Y con 30. Me gustaría tener lo mismo». Lo que pensaría yo: «No quiero tener lo mismo, quiero lo que me haga feliz». Mi intención no es juzgar, de modo alguno, aspiraciones de este tipo, pues son totalmente legítimas para aquellos que así lo desean, y por supuesto para aquellos que, con esfuerzo y, a pesar de situaciones adversas, lo han logrado. En mi caso, tal vez, voy por otro lado.
Recuerdo lo que me decían algunas personas hace algún tiempo: «Sharon, ¿en serio va a renunciar? ¿Después cómo va a hacer para conseguir un trabajo así?» «¿Otra vez se va del país? ¿Entonces cuando va a ahorrar para comprar sus cosas?» Mi respuesta: «Cuando lo pueda hacer y cuando para mí sea el momento». Una respuesta muy vaga en principio, pero que simboliza lo que he intentado perseguir hasta este instante.
Los últimos años los he dedicado a aprender y entiéndase aprender como el resultado no solo de adquirir conocimiento en instituciones académicas, sino también por cuenta de distintas experiencias cotidianas y profesionales. Cada etapa, podría decir, ha estado marcada por una constante curiosidad, que quiero mantener, pues es la que me ha impulsado a buscar siempre algo nuevo, algo diferente, algo que me enriquezca y entenderán a qué tipo de riqueza me refiero. Pero no puedo dejar atrás a mi familia, que ha sido mi fuerza, mi motor y la que no teme romper esquemas si se trata de explorar nuevas oportunidades.
Dejarme llevar por uno de mis sueños; viajar, estudiar y seguir aprendiendo a través de la inmersión en otras culturas, representa parte de lo que me define hoy. Tres países diferentes al mío han sido mi hogar en algún momento (Brasil, Malta y ahora España), pero a esto hay que sumarle otros lugares inolvidables, personas que se quedan para siempre a pesar de la distancia, y vivencias retratadas en cartas, fotos y vídeos que, además, reflejan parte del gran valor que para mí ha adquirido la decisión de arriesgarme. La otra parte, la llevo conmigo, está inmersa en mí.
Reconozco, también, que esto ha implicado momentos difíciles y espacios de reflexión en los que indago por lo que hubiese sido. Por fortuna, ser periodista, aunque no suele ser una profesión generalmente bien recompensada, es también una puerta abierta con varios caminos a seguir. A pesar de mis temores y de los sacrificios que he tenido que hacer en varios aspectos, he destinado los últimos años a cultivarme y no sólo por un currículo. Desde hace algunos meses, voy con mis converse a la universidad, leo los libros que quiero, viajo con presupuesto de estudiante y admiro cada sitio nuevo. Mis ahorros han estado bien invertidos. Lo demás ya vendrá.
Y es así como llego a lo que quizás he tardado en decir: soy terca. Terca, por dar los pasos que he querido dar; terca, por creer que se puede dejar atrás lo que para los demás no se debe soltar y terca, por ser lo que voy soñando ser. Y si se trata de responder: "¿qué determina mis decisiones a los 28?", solo puedo decir que, aunque no siempre lo soy, quiero lo que me haga feliz y ahora al lado de alguien más con quien quiero volar.