El francés es un idioma romance, una lengua que conocemos por nuestro país vecino y por ser la que dio vida a eso de liberté, égalité, fraternité en el siglo XVIII, términos sobre los que, al menos teóricamente, se fundamentan nuestras democracias más cercanas.
Sin embargo, y por ir más allá del queso, la Tour Eiffel, el glamour o el Arco del Triunfo, el francés es mucho más que eso. Si una lengua es definida por la Real Academia Española, al menos en una de sus principales acepciones, como un “sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana”, diremos que la lengua francesa es ese sistema comunicativo que, no solo es oficial en Francia, sino en un total de 29 países. Estos Estados, a cual más diferente uno del otro, son por ejemplo la República Democrática del Congo, Canadá, Malí, Haití o Burkina Faso, entre otros.
Gran parte de esta situación, heredada de la práctica colonialista del país que dio vida a Napoleón o a la Nouvelle Vague, nos lleva a que a día de hoy, este idioma latino sea uno de las principales en cuanto a nivel de hablantes y representación internacional se refiere.
El homenaje de Madrid
Quizás por ese motivo o por todos los expuestos anteriormente, Madrid le prestó a la francofonía la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles durante unas horas. Era un 24 de marzo, un viernes por la tarde en el que este emblemático edificio del centro de la capital española se llenó de talleres de corte infantil, gastronómico y cultural.
Entre sus coloridos puestecitos pudimos encontrar tiendas de estética africana, raclette suiza o cocina libanesa. De hecho, hablamos con instituciones culturales como la Alliance Française en Madrid, quienes comentaron que “el aprendizaje del francés está en continuo crecimiento” y que ya son algunas comunidades autónomas, como Cataluña o Andalucía, quienes están llevando a cabo labores para facilitar el aprendizaje de este idioma.
Además, una representante de la cadena TV5 señaló que “España es el país que, después de Francia, tiene más audiencia en ciertos programas de entretenimiento educativo”.
No sin arte: el rincón colorido de la jornada
Próximo a la entrada, y aportando un toque de color extra a la Fête de la Francophonie, nos topamos con un artista francés, Bertholon Vincent, muy cerca de los soportes donde se sostienen sus creaciones pictóricas. Para este dibujante, que ha retratado lugares como Vietnam, Corea, Laos o Uguanda, es de gran importancia darle vida a una lengua en cada una de sus formas y en todos los lugares donde se practica. “El francés se habla en muchos países, pero, en mi opinión, no existe mucha interacción entre sus diferentes culturas”, señalaba.
Al contrario que esta generalidad de aislamiento entre culturas, la obra de Bertholon busca representar la variedad de lugares donde, enunciado con sus propias palabras, “el francés ha jugado un papel importante en el transcurso de la historia” y añade, sobre sus creaciones, que “representan la multitud y las diferentes facetas que puede tener una lengua en función del entorno y de la historia que la rodea”.
Bertholon explica que todas y cada una de sus obras tiene una significación y una historia, recordando así los momentos en que dibujó cada una. “Lo que tiene de bueno el dibujo es que te permite tomar ese fragmento de tiempo con el lugar y las personas que lo ocupan”, asegura el pintor.
Nos transporta con un ejemplo a Camboya, el país asiático en el que dibujó a unos niños jugando al fútbol, mostrando que, más allá de la imagen en sí, se trató de un acceso y una aproximación a la vida de esas personas, a su cultura.
Un vídeo de Bertholon en pleno proceso creativo: