Muchas personas conocen el hecho de que el Año Nuevo Chino no coincide con el mismo día 31 de diciembre, en el cual pasamos la hoja al calendario del siguiente año. Sin embargo, más desconocida es la tradición iraní de la festividad del Nowruz, que da comienzo al año nuevo del calendario persa. Al tratarse de un calendario lunar, esta festividad se celebra haciéndolo coincidir con el equinoccio solar que da inicio a la primavera, y que en esta ocasión ha sido el 20 de marzo.
A pesar del desconocimiento, cabe señalar que en 2009 la UNESCO proclamó el Nowruz Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y que en febrero de 2010 la Asamblea General de la ONU declaró oficialmente el 21 de marzo Día internacional del Nowruz y de la cultura de la paz.
Breve historia
La festividad del Nowruz, que está formada por los términos en lengua pahlavi now, que significa 'nuevo', y ruz, que significa 'día' es, en su origen, una celebración agrícola de culto a la fertilidad.
Según diversos autores, esta tradición tiene al menos una antigüedad aproximada de 25 siglos, ya que se encontraron unos bajorrelieves de las ruinas de Persépolis en las que representantes de distintas naciones desfilan ante el Gran Rey de la dinastía Aqueménida (550-330 a.C) para ofrecerle presentes identificables a los del Nowruz.
No obstante, existe cierta mitología al respecto, retratada por el gran poeta Ferdowsi en su inmortal obra del Shahnameh (El Libro de los Reyes), en las que se atribuye al rey mitológico persa Yamshi la instauración del mes conocido como Farvardin como el primer mes del año, haciendo coincidir el primer día con el del equinoccio solar, y por tanto, un símbolo de renovación de la vida.
Fuera o no así, el hecho es que la festividad se perpetuó e incluso aumentó de popularidad a lo largo de las dinastías que rigieron Persia, e incluso tras su islamización en el siglo VII d.C. De hecho, desde el año 1074, el Nowruz quedó fijado para el primer día de la primavera y se creó una hégira solar musulmana para Irán frente a la hégira lunar del mundo árabe, para otorgarle legitimidad y que no fuera vista como una festividad pagana.
Costumbres y tradiciones
En el Irán actual, el Nowruz consta de trece días semifestivos, al estilo de nuestra Navidad, en la que amigos y familiares se visitan, se intenta viajar y, en general, se da un respiro a las rutinas diarias de sus habitantes.
Antes del equinoccio, en concreto el miércoles anterior, en los países que celebran esta tradición (principalmente Irán, aunque también zonas de Azerbaiyán, Afganistán, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Pakistán, India y Turquía), se celebra el chahar shanbeh suri (Fiesta del Miércoles), en la que se encienden hogueras que representan el rojo de la vida, relacionado también con la simbología divina del fuego en el zoroastrismo. La gente salta encima de estas hogueras mientras repiten una fórmula mágica: “para mí tu rojo, para ti mi amarillo”, expresando el deseo de que lo amarillo, aquello pálido y de lo que uno se quiere desprender, sea devorado por el fuego de la vida.
Además de esta tradición, también en los días previos a Nowruz, suele verse a un personaje carnavalesco llamado Hayi Firuz, que se pasea por las ciudades y pueblos que lo celebran con un traje de color rojo mientras toca un tamborilete anunciando la llegada de la festividad, mientras la gente le arroja monedas desde balcones y ventanas.
Asimismo, en preparación a la festividad se suelen plantar semillas de lentejas o trigo en una bandeja para que germinen el día de la entrada de la primavera y puedan colocarla de adorno en la mesa dispuesta al efecto, junto al resto de símbolos.
Como se decía al principio, el Nowruz era en su origen una fiesta de celebración de la fertilidad agrícola, por lo que la tradición principal de esta fiesta es disponer una mesa o mantel en el suelo, que se llama “mantel de las siete eses”, porque siempre debe contener una moneda (sekkeh), vinagre (serkeh), zumaque, una planta tipo arbusto (somaq), manzana (sib), una pasta hecha de trigo (samanu), ajos (sir), y la hierba germinada de antes (sabzeh).
Además, hay otros elementos que suelen formar parte de este mantel, como son el Corán para los musulmanes o el Avesta para los zoroastros, además de otros objetos con cierto simbolismo, como un espejo (pureza o luz divina), una pecera con peces rojos (buena suerte), huevos pintados (fecundidad), pan (bendición) y otros objetos como una amapola o un vaso con agua y pétalos de azahar u otros vegetales.
Se trata de una celebración familiar, a la que se le da mucha importancia el estar todos juntos, similar a la relevancia que se da en Occidente a la reunión familiar en Nochebuena. En este caso, la importancia radica en reunirse alrededor de la mesa a la espera de la hora exacta de la llegada del sol a la constelación Aries, un instante mágico que la tradición marca como de buen augurio, y donde las gentes formulan sus buenos deseos para el año que entra, al tiempo que se lee algún pasaje del Corán o se reza a Dios para pedir felicidad y prosperidad. Después del comienzo del año, los menores besan la mano a los mayores, y los niños reciben un aguinaldo (eidí), normalmente en forma de dinero.
El último de los trece días del Nowruz, conocido como sizdah bedar, todo el mundo sale fuera de casa para comer, porque se considera de mal augurio permanecer en el domicilio por el número 13. Incluso ancianos y personas impedidas salen al menos a los parques para almorzar, pero en general, las familias suelen hacer un picnic para que los niños disfruten al aire libre, y se aprovecha para esparcir las semillas (sazbeh) que habían adornado previamente el ‘mantel de las siete eses’.
Experiencia personal
Estos días anteriores, en concreto el día 20 de marzo, tuve la oportunidad de asistir a la festividad del Nowruz organizada por la Consejería Cultural de la Embajada de la República Islámica de Irán en Madrid, en una de las naves del complejo de Matadero.
En ella, a pesar de que no era posible realizar con exactitud todas las tradiciones descritas anteriormente, sí que pude ver familias iraníes, y muchas personas venidas de otras culturas, interesadas por esta festividad, disfrutar del evento, donde, además de poder admirar un “mantel de las siete eses” de gran belleza, pudimos asistir a un concierto del grupo de música tradicional persa Mirás.
Una verdadera delicia y riqueza cultural poder escuchar sonidos tan poco habituales al oído occidental como las producidas por instrumentos como el daf, el santur, el tar o el barbat. Una experiencia realmente interesante, recomendable también para romper prejuicios hacia la cultura y sociedad iraní, después de años convulsos a nivel político y social. Para ello, también recomiendo fervientemente la página web Las Plumas de Simurgh, especializada en difundir la cultura e historia persa y mesopotámica, y que es una gran enciclopedia para adentrarse en la inmensa y vasta riqueza de esta cultura.